En español: ¿Una pausa o una pauta musical?

Mis pininos (pinitos) en la locución comercial los di en la siempre recordada y hoy desparecida Radio Acarigua, que para mí y para muchos, ha sido “la gran escuela de la radiodifusión en Venezuela”, de la que ha egresado un sinfín de profesionales que han enaltecido el noble oficio mediante un despeño de alta calidad.

No me destaqué como locutor, pues mi pasión siempre ha sido el periodismo escrito y el lenguaje; pero nunca me he alejado. Me mantengo activo en la medida en que mis otras ocupaciones me lo permiten, aunque debo confesar que disfruto más como oyente que como locutor. Mi experiencia me ha permitido mantener la tesis sobre el antes y el ahora de la radio, y por eso afirmar que se ha desvirtuado la verdadera esencia de un medio tan importante, por lo menos en Venezuela, en donde con frecuencia se confunde libertad con libertinaje, por razones harto conocidas.

Me hice locutor el 21 de setiembre de 1991 y obtuve el certificado 18651, del antiguo MTC (Ministerio de Transporte y Comunicaciones), y desde esa época a esta parte he vivido los cambios que ha experimentado este importante medio de comunicación, unos positivos y otros muy lamentables. Es justo señalar que en esta era en Venezuela es más fácil trabajar en radio, pues con el argumento de que “ahora la radio es del pueblo”, cualquiera que tenga inclinaciones por el oficio, puede desempeñarlo sin mayores complicaciones. Eso es una ventaja que no tuvimos los que nos hicimos locutores hace ya más de veinte años, cuando trabajar para una estación radial era más exigente, y para muchos un sueño irrealizable. Se sometía a prueba la capacidad del interesado en dirigir un programa, en procura de explorar sus potencialidades. Eso ya no existe, y la forma muy libérrima de hacer radio ha desembocado en chabacanería y otros aspectos que ajan y envilecen la locución.

Recientemente, el colega locutor y periodista Pedro José Espino me planteó  su inquietud acerca de algunas palabras que se han vuelto comunes en la radio, también en la televisión de este país, siempre mal utilizadas, que vale la pena comentar en virtud de aclarar las dudas. Pedro acaba de cumplir treinta años en la profesión del micrófono, y me consta que es un apasionado por el buen decir, siempre respetuoso del oficio que nos une. Por una amable sugerencia suya, hoy les hablaré de pausa y pauta.

Se ha vuelto una mala costumbre, sobre todo en locutores poco experimentados, el uso de la palabra  pausa en lugar de pauta, para señalar el momento en que sonará una canción en, por supuesto, un programa con complementos de música. “Vamos a una pausa musical”, se les oye decir frecuentemente, lo cual es un contrasentido, pues eso implicaría que la música no sonara, que la  radio apagara sus equipos y dejara de funcionar. Es indudable que no tienen claro lo que es una pauta, y menos aun, pausa. Por definición, pauta es “norma o modelo que sirve de guía para hacer algo”. Aunque hoy en la radiodifusión venezolana ya casi no se trabaja con pauta, es importante saber que la buena radio exige que en cada espacio se escoja la cantidad de canciones que serán colocadas, con el fin de evitar improvisaciones y otras situaciones que puedan afectar el buen desarrollo.

La pauta, entre otras cosas, también incluye la difusión de menciones publicitarias de la radio, cuando en medio de la programación habitual existen segmentos de producción nacional o de producción nacional independiente, que según la legislación vigente en materia de radio y televisión, son dos figuras distintas. Anunciar una canción en radio puede hacerse de diversas, solo hace falta un poquito de sentido común.

Los presentadores de televisión también incurren en la misma impropiedad, dado que siempre nos indican que “vamos a una pausa comercial y ya regresamos”. No sé si en otros países de habla hispana ocurrirá lo mismo; pero  en Venezuela esto se ha vuelto un vicio muy frecuente, por cierto muy fácil de evitar. Locutores y periodistas activos en radio y televisión ignoran que su función ante la sociedad, es la de maestros a distancia, y he allí el dilema, toda vez que para enseñar, primero hay que aprender.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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