¡Es cuestión de sinonimia!

Ante la crisis de los medios impresos, especialmente de los periódicos, las denominadas redes sociales han llenado el vacío que estos han dejado. En Venezuela, por ejemplo, muchos diarios desaparecieron, y otros se convirtieron en portales digitales, accesibles en las redes sociales, lo cual habla por sí solo de la importancia de estas. 

Nunca he negado el apoyo que en materia de comunicación han brindado y brindan las redes sociales; pero he tenido el cuidado de advertir que esa bondad tecnológica no puede usarse de forma libérrima, pues el impacto pudiera ser igualmente provechoso que dañino.

Las redes sociales ofrecen inmediatez en la información, lo que no es posible con un medio impreso. Son utilísimas para obtener, no solo información, sino conocimientos en muchas esferas del saber; pero son el medio más expedito para la difusión de noticias falsas y tendenciosas, ante lo cual se debe estar siempre atento para no hacerse partícipe de algo que pudiera ser deshonesto. Eso, por supuesto, no es culpa de las redes sociales. 

En materia de lenguaje, que es el interés de quien esto escribe, la situación es muy peculiar e interesante, por demás. Abundan los errores gramaticales y sintácticos, dado que muchos usuarios habituales son personas que no manejan con facilidad el lenguaje que emplean, aunque es justo reconocer que en paralelo a las múltiples impropiedades lingüísticas, hay contenidos en los que se evidencia que sus autores son personas conocedoras de la expresión oral y escrita. Hay muchos «caza gazapos» que siempre consiguen errores en donde no existen.

Hace pocos días leí en la cuenta de Twitter de un portal digital venezolano, la frase «comicios electorales», muy de moda a propósito de las elecciones parlamentarias en ese país de Sudamérica. Hice la respectiva observación, pues era la segunda vez que lo leía en un lapso relativamente corto. La respuesta no se hizo esperar; pero esta llegó cargada de recriminaciones y un dejo de molestia porque alguien del común de los mortales (en este caso yo) haya tenido el atrevimiento de enmendarle la plana a un prestigioso medio digital.

Luego de ese incidente publiqué en mi canal de WhatsApp una advertencia sobre lo inadecuado que es decir o escribir «comicios electorales», por la sencilla razón de que todo comicio es electoral. Eso provocó que un gran amigo mío me remitiera captura de pantalla de unos tuits en los que un conocido periodista venezolano, hijo de un  legendario político y estadista, cuestionara el uso la frase «voy a surtir gasolina», muy usada en Venezuela, derivada de la escasez de combustible.

Habría que saber (no lo dice en los tuits), cuál criterio utilizó para cuestionar la referida expresión, dado que si hubiese revisado cualquier diccionario, por muy elemental que sea, habría encontrado que surtir es sinónimo de proveer, aprovisionar. Deberá entenderse que «surtir gasolina» es una frase reticente, acortada, apocopada, que lleva implícita la noción de equipar, de «tanquear» o repostar combustible, que en el contexto en el que ocurre, se refiere a un vehículo automotor, motocicleta u otro.

Es por eso que he dicho, y lo repito, que existen muchos «caza gazapos» y «espontáneos del lenguaje», que solo se aprenden el significado de una palabra; pero ignoran el contexto en el que esta deba usarse. 

La sinonimia de las lenguas no es perfecta, y por eso existen vocablos que en unas circunstancias son sinónimos, y en otras no. Pero lo de surtir gasolina no es un asunto de imperfección sinonímica, sino de sentido común, de no creerse dueño de la verdad, y de apercibirse de los conocimientos necesarios para emitir una observación.

Al aludido periodista no lo conozco como lingüista, sino como comunicador social y político, aunque no descarto que posea conocimientos gramaticales y lingüísticos, a juzgar por su forma impecable de redactar; pero en el caso mostrado, se precipitó en su cuestionamiento. Y es que ser periodista no implica que quien desempeña el oficio de diarista deba ser un catedrático del idioma; pero debe conocer lo básico y lo elemental que le permitan una redacción clara, amena y sencilla, sin pretensiones de erudito. 

Así pues, no hay ningún problema en que alguien diga que va a surtir gasolina, pues es una de las tantas formas con las que se puede expresar la necesidad llenar el tanque del vehículo. Lo demás es frivolidad de los que sin la mínima noción de lo que hablan, se atreven a dictar cátedra.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.