Miles de personas han recordado en Japón este 6 de agosto de 2019 el 74 aniversario de la primera bomba atómica estadounidense sobre la ciudad de Hiroshima con una ceremonia en la que se ha guardado un minuto de silencio en memoria de los que perdieron la vida aquel 6 de agosto de 1945, informa Euronews.
El 6 de agosto de 1945, en Hiroshima hacía buen tiempo cuando el bombardero estadounidense B29 Enola Gay despegó del aeropuerto militar de Tinian, en las islas Marianas. El comandante Tibets era el único que conocía la naturaleza de la bomba, bautizada como “Little boy”, de cuatro toneladas y media que transportaba el aparato. A las 08:09, en un claro entre las nubes, apareció Hiroshima. A las 8 horas, 15 minutos y 17 segundos, la bomba descendió en picado en el cielo. La explosión se produjo 43 segundos más tarde, a 600 metros sobre la ciudad.
La deflagración mató a miles de personas aquel día, y durante el resto del año perdieron la vida otras 140 000. Días después, Estados Unidos lanzó una segunda bomba sobre Nagasaki, en la isla de Kyushu. Japón capituló el 15 de agosto poniendo fin a la Segunda Guerra mundial.
A la ceremonia de hoy han asistido algunos supervivientes y el primer ministro del país, Shinzo Abe: «Como el único país que ha experimentado la devastación nuclear en la guerra, necesitamos trabajar persistentemente para lograr un mundo libre de armas nucleares. Es la misión de nuestro país, y eso no cambiará nunca. Debemos trabajar para que la nueva era sea pacífica y esperanzadora».
El alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, colocó una lista de las víctimas en un cenotafio que recoge los nombres de 5068 víctimas que murieron en 2018.
EE.UU. gana la carrera a Alemania
Recién nombrado presidente (12 de abril de 1945), Harry Truman dijo tres días más tarde, el 9 de agosto, momentos antes de que explotara el segundo ingenio sobre Nagasaki : «El mundo puede constatar que hemos lanzado la primera bomba atómica sobre Hiroshima, ganándole a Alemania la carrera de su descubrimiento. La hemos utilizado para acortar la angustia de la guerra, para salvar la vida de miles y miles de jóvenes estadounidenses. Seguiremos empleándola hasta que hayamos destruido completamente los medios de guerra japoneses».
Antes de la Segunda Guerra mundial, el ejército estadounidense estaba muy preocupado porque se sabía que los nazis estaban intentando fabricar una bomba de potencia desconocida, gracias al principio de fisión nuclear. Con el deseo de tomarles la delantera, el presidente Roosevelt inauguró en 1942 un programa secreto de puesta a punto de la Bomba A. En el momento en que en Estados Unidos finalizaban la fabricación de la Bomba, la Alemania nazi se disponía a capitular sin condiciones. Solo Japón seguía siendo una amenaza para EE.UU., aunque su potencia militar, industrial y científica era muy inferior a la germana. Pese a ello, y dirigido por generales dispuestos a llegar hasta el final (el suicidio de varios de ellos tras la derrota), Japón se empeñó en una resistencia desesperada.
Efectos devastadores
“Little Boy” era el nombre de la Bomba A que el ejército estadounidense arrojó sobre Hiroshima, en la isla de Tinian. La segunda, lanzada sobre Nagasaki, fue bautizada como “Fat Man”. La mortífera arma –de 3 metros de largo y un diámetro de 71 centímetros– contenía más de 64 kilos de uranio enriquecido, de los que 700 gramos entraron en fisión.
Según la información del sitio de historia Herodoto, la bomba atómica tiene tres efectos devastadores. En la primera millonésima de segundo, la energía térmica es liberada en la atmósfera y transforma el aire en una bola de fuego de alrededor de un kilómetro de diámetro y varios millones de grados de temperatura que planean durante algunos segundos sobre el objetivo. En tierra, la temperatura alcanza varios miles de grados en el lugar del impacto. En un área de 1 kilómetro se vaporiza todo y queda reducido a cenizas. Hasta unos 4 kilómetros del epicentro arden espontáneamente edificios y personas. Los seres vivos situados en un área de hasta 8 kilómetros sufren quemaduras de tercer grado.
Tras el calor, llega el efecto de la onda de choque: engendrada por la enorme presión debida a la expansión de los gases calientes, progresa a una velocidad de casi 1000 kilómetros por hora, parecida a un muro de aire sólido que deja todo reducido a polvo en un área de 2 kilómetros. De los 90 000 edificios de Hiroshima, destruyó completamente 62 000.
El tercer efecto, desconocido en 1945, es el más específico de la Bomba pero el menos letal: la aparición de sucesivos cánceres, entre ellos muchas leucemias, en los días, meses e incluso años siguientes.
Terminada la Segunda Guerra mundial –explica la Wikipedia– el mundo entero conoció el temor de un apocalipsis nuclear. Sólo unos pocos pensadores, como Albert Camus, se dieron cuenta del alcance del cambio que iba a provocar en el mundo la explosión de Hiroshima.