El ciclo nocturno de Flamenco on Fire, dedicado a artistas jóvenes, tuvo una de sus noches gloriosas el 24 de agosto de 2019, con una de sus mejores representantes, la ilustre jerezana María Terremoto, de la que hay mucho que decir.
Desde diciembre 2017 que entrevisté a María en Casa Patas, cuando le faltaba una semana para cumplir los dieciocho años, hasta la María de este agosto 2019, a cuatro meses de cumplir los veinte, los cambios para mejor que se han operado en ella, -o que los ha operado ella- son inmensos.
A ver, la voz siempre potente y plena de armonías flamencas, no solo ha madurado. María ha incorporado a su voz recursos respiratorios, fundamentales para cualquier cantante, con lo que la sostenibilidad de sus quejíos se ha multiplicado por diez. Ha adquirido tablas. Ahora se mueve por la escena, canta a capella o canta con micrófono de pie. A ratitos se sienta, pero no por mucho tiempo. Se viste mejor, más moderna, con más calidad. Las flores y peines del peinado han desaparecido. Alguien le ha asesorado muy bien y le ha recordado que hoy por hoy sigue siendo una teenager y que la tradición y la raíz están muy bien, mientras ella quiera, pero no para llevarlas hasta su aspecto personal.
Hizo un concierto realmente fantástico, bien acompañada por su inseparable a la guitarra Nono Jero, Ané Carrasco en la percusión, a las palmas los Makarines, todos de Jerez.
La huella de mi sentío son los cantes que le han acompañado desde la infancia, en los que mezcla la ortodoxia de sus ilustres antecesores, su abuelo Terremoto de Jerez y su padre Fernando Terremoto con el sonido actual del cante jondo. En el disco estuvo arropada por las guitarras jerezanas de Diego del Morao y Manuel Parrilla, por el piano de Pedro R. Miño y la voz de Esperanza Fernández. Su productor y manager Hugo Pérez está gestionando su carrera de forma impecable. No hay festival de altura nacional y foráneo en el que no esté María Terremoto.
En esta edición de Flamenco on Fire empezó por cantes solemnes, larga ronda por soleares seguidas de seguiriyas y malagueñas. Llegaron luego las alegrías de Cái, cantes de trilla, tangos. Tras el concierto instrumental, apareció con nuevo vestido, original y muy elegante, que paseó largamente por el pequeño escenario de Los Tres Reyes. Con el nuevo atuendo cantó de maravilla una zambra, luego por fandangos naturales, para rematar el concierto por bulerías de Jerez. Jerez estuvo muy presente todo el tiempo.
En todo momento mostró seguridad y aplomo en la actitud y madurez en el cante. No se sabe si la jovencísima María Terremoto seguirá mucho tiempo en esa ortodoxia que ha sido su escuela desde la cuna. O no. Facultades tiene para hacer con su voz lo que le dé la gana y hacerlo bien.
