En este es un artículo de opinión de Hervé Verhoosel sostiene que, generalmente, se asocia la malaria (paludismo) a África y Asia y no es de las primeras enfermedades que vienen a la mente cuando se habla de América.
Herve Verhoosel1
Naciones Unidas, 4 nov 2015 (IPS)
Ya pasaron 60 años desde que Estados Unidos fuera declarado libre de malaria. Además, muchos países de América Latina y el Caribe hicieron grandes avances en la lucha contra la enfermedad en los últimos años, ya sea convirtiéndola en un problema del pasado o en un asunto irrelevante.
Sin embargo, este viernes 6 de noviembre de 2015 celebraremos el noveno Día del Paludismo en las Américas con unos 120 millones de personas en riesgo de contraer la enfermedad en el continente.
Como muchos de los países involucrados están cerca de lograr la meta de erradicarla, debemos aprovechar esta oportunidad para reflexionar sobre las lecciones aprendidas y renovar el compromiso de lograrlo de una vez por todas.
No hay mejor momento que ahora, cuando quedan pocos días para que venza el plazo para el cumplimiento de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), a los que seguirá la nueva Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
Desde 1998, cuando se fundó la Alianza para Hacer Retroceder el Paludismo (RBM, en inglés), cien países fueron declarados libres de malaria, se evitaron seis millones de muertes y se alcanzó la meta de «detener y comenzar a reducir, en 2015, la incidencia de la malaria», en el sexto de los ODM y, en algunos casos, hasta se superó.
Los logros fueron posibles gracias a las inversiones globales, entre las que se incluyen donantes regionales, como la Iniciativa contra el Paludismo del presidente de Estados Unidos y el gobierno de Canadá, así como mecanismos multilaterales, como el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
América Latina no es la excepción en esos avances sin precedentes. El liderazgo técnico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el compromiso político contribuyeron a redoblar las intervenciones que redujeron las muertes por paludismo en casi 78 por ciento entre 2000 y 2013.
En 2016, Argentina puede llegar a ser el segundo país del Hemisferio Occidental en recibir un certificado de libre de paludismo, y lo siguen de cerca Costa Rica, El Salvador, Ecuador y Paraguay, lo que acerca a la región como nunca antes a la erradicación de la enfermedad.
En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen la meta de erradicar el paludismo para 2030, debemos aprovechar los logros alcanzados para salvar vidas y destrabar el potencial de las comunidades de la región.
Para responder a la llamada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Alianza RBM crearon la «Estrategia Técnica para la Malaria 2016-2030» (GTS) y el plan «Acción e Inversión para vencer a la Malaria 2016-2030 (AIM) por un mundo libre de paludismo», que juntas ofrecen un marco complementario para diseñar estrategias locales y movilizar acciones y recursos para lograr la erradicación de la enfermedad en los próximos 15 años.
Ese marco se dio a conocer en julio, en el marco de la tercera Conferencia Anual sobre Financiamiento para el Desarrollo, realizada en la capital de Etiopía, por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, y varios jefes de Estado. Además, se presentará en la reunión de ministros de Salud, que se realizará en Brasil en la segunda semana de octubre.
Pero solo la ambición y la visión estratégica no nos llevarán hacia la meta. También debemos asegurar los fondos necesarios para alcanzar el compromiso de erradicar el paludismo, asumido por los gobernantes que aprobaron los ODS y que los especialistas estiman ascenderán a más de 100.000 millones de dólares.
Los fondos internacionales y locales alcanzaron su máximo en 2013 con 2.700 millones de dólares, pero actualmente escasean los recursos. Solo en América Latina, una región que encabezará los esfuerzos hacia la erradicación, los fondos disminuyeron de 214 millones a 140 millones de dólares entre 2011 y 2013.
Para sostener los esfuerzos se necesitarán contribuciones internacionales y locales en los países afectados. No será barato, pero nuestra inversión inicial es insignificante en comparación con las consecuencias de no lograrlo.
Al haber indicios del resurgimiento del paludismo en países como Venezuela, Guyana y Haití, en gran parte debido a la migración y a sistemas de vigilancia deficientes, la falta de acción ahora pondrá en riesgo nuestros logros y amenaza los esfuerzos de desarrollo en la región.
Además de ser una cuestión moral, invertir en la lucha contra el paludismo es una inversión segura.
Si se cumplen los objetivos de la AIM, se evitarán casi 3000 casos en el mundo y se salvarán más de 10 millones de vidas. Estos no son solo números, son personas que llenan aulas y forman una fuerza de trabajo saludable capaz de devolver unos cuatro billones de dólares entre 2016 y 2030.
A medida que avanzamos con los ojos puestos en la meta, los gobiernos de la región deben continuar, e incluso aumentar, su compromiso hacia el control del paludismo, incluso mediante colaboraciones multisectoriales y trasfronterizas como la Iniciativa para la Eliminación de la Malaria en Mesoamérica, Campeones contra el Paludismo en las Américas y la Iniciativa Amazónica contra la Malaria.
El sector privado también tiene un papel que cumplir, mediante la inversión continua en sus empleados y en sus comunidades de operaciones. La ampliación de esfuerzos no solo ayudará a salvar vidas y reducir la carga económica para las sociedades y los gobiernos, sino que también incentivarán el turismo y el comercio regional.
Al reunirnos para conmemorar el último Día del Paludismo de las Américas antes de pasar a la era posterior a 2015, recordemos que no nos habremos librado de la enfermedad hasta que no estemos todos libres de ella; alcanzar ese logro es fundamental para cumplir con los otros ODS.
Contamos con las herramientas y los conocimientos, y ahora con la «Estrategia Técnica para la Malaria 2016-2030» y el plan «Acción e Inversión para vencer a la Malaria 2016-2030 (AIM), podremos aprovechar las lecciones aprendidas, seguir trabajando y unirnos, más allá de fronteras y sectores, para lograr erradicar el paludismo de forma sostenible.
- Hervé Verhoosel es representante en Nueva York y director de Relaciones Externas de la Alianza para Hacer Retroceder el Paludismo.
- Traducción de Verónica Firme