Un reciente estudio realizado por el Instituto Weizmann de Ciencias en Rehovot (Israel) publicado en la revista Cell, indica que tomar probióticos podría afectar de forma diferente a cada persona y podría tener un efecto menor de lo esperado. Estos suplementos deben siempre ingerirse cuando los paute un médico especialista en aparato digestivo, dado que no es baladí tomarlos.
Al tomar probióticos, generalmente para recuperar la microbiota intestinal, estamos impidiendo que este por sí solo se recupere como es de esperar. Eran Elinav, director del trabajo indica que debemos ser más cautos con el uso de probióticos dado que la ingesta debe ser pautada a cada persona de acuerdo con su contexto clínico y no tomarlo al libre albedrío.
En la actualidad, muchas personas ingieren probióticos porque son considerados suplementos nutricionales y se venden para fortalecer el sistema inmunitario, protegernos contra las infecciones y mitigar los síntomas que nos han producido la ingesta de antibióticos. Sin embargo, la interacción con cada persona y su dolencia no está contemplada cuando la persona se automedica.
En el estudio se ha demostrado que los voluntarios que tomaron probióticos, experimentaron variaciones en la expresión de genes en el intestino, tanto en sus propias células como en la microbiota, si bien los cambios fueron menos pronunciados en el caso de los participantes que fueron resistentes. Estos fármacos merman buena parte de los microorganismos que conforman la microbiota intestinal con lo que pueden proliferar especiaes nocivas que provequen otras complicaciones, tales como la cándida o la diarrea causada por Clostridium Difficile.
En otros pacientes a los que se les trató con probióticos y recibieron un trasplante de heces autólogo, los pacientes que habían ingerido probióticos tenían cierto retraso en la recuperación de la normalidad tanto en la microbiota como en la actividad de los genes del intestino, frente a los que fueron sometidos al trasplante de heces.
Es necesario, añade el investigador, seguir analizando los efectos protectores de los probióticos tras los antibióticos, dado que normalmente se acompañan de una inducción de un estado de desequilibrio en la microbiota intestinal que llega a durar hasta cinco meses después de haberlos ingerido. La conclusión es que existen personas permisivas y otras resistentes a estos suplemento.
Su consumo puede retrasar la recuperación de la microbiota tras tomar antibióticos y siempre debe primar la cautela a la hora de utilizar indiscriminadamente probióticos sin saber el contexto clínico.
Si inicialmente el uso de probióticos es para prevenir el sobrecrecimiento de especies patógenas oportunistas resistentes a los antibióticos, en otros casos, no tiene sentido su ingesta. La propuesta de los investigadores es proponer el trasplante de heces autólogo como medida perfecta para la recuperación rápida de la microbiota tras un tratamiento largo de antibióticos, aunque como en todo acto médico, debe estudiarse su viabilidad y aplicarlo en el contexto clínico. Quizá se deba estudiar un término medio, entre el uso de probióticos y el trasplante de heces, siempre, con la pauta médica correspondiente.
