La Organización Mundial de la Salud, ha alertado de las cifras in crescendo de obesidad en el mundo, debidas en gran parte al sedentarismo y a la inactividad de la población, según los datos de un estudio realizado a una muestra de dos millones de personas publicado en The Lancet Global Health.
Cerca de 1.400 millones de personas, es decir, una cuarta parte de la población mundial puede sufrir enfermedades derivadas de la obesidad que tienen que ver con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II, cáncer o demencia precoz. Los hábitos de vida cotidianos no incluyen el deporte ni la actividad siquiera.
Subir o bajar escaleras, ir al trabajo andando o mantener una rutina constante para al menos, tener cierto ejercicio en nuestro horario es la única solución antes de que aparezcan enfermedades imprevistas por la edad.
La organización aconseja al menos 150 minutos de ejercicio moderado o 75 de actividad fuerte a la semana, cuestión que apenas un 10 % de la población cumple. De nada sirve hacer deporte el fin de semana si luego, el resto de los seis días estamos sentados, añade el informe.
La alarma crece en torno al desarrollo de enfermedades asociadas al sedentarismo si bien además, se incrementa la muerte prematura. Mantener un estado de salud correcto exige el buen funcionamiento del sistema cardiopulmonar y óseo. Muchas enfermedades osteoarticulares asociadas a la fibromialgia o a otras artralgias, mejoran necesariamente con el movimiento y la bajada de 10 o 20 kilos de peso. Otras enfermedades que no parecen estar vinculadas a la obesidad que pertenecen al primer mundo, si lo están necesariamente; diabetes tipo II, depresión crónica, hipertensión, ictus, ataques de aplopejía, cánceres, y otros trastornos crónicos como el síndrome metabólico, entre otros.
Los bajos niveles de actividad física corresponden a los países de altos ingresos frente a los países pobres que no tienen obesidad, obviamente por la pobreza, pero también porque andan, corren y se mantienen activos. Por regiones, latinoamericanos, estadounidenses, alemanes o brasileños son los grupos de mayor inactividad frente a Uganda o Kuwait que no tienen apenas personas inactivas.
España mantiene una tasa muy alta de inactividad dado que el 75 % de la población no realiza actividad física en su tiempo de ocio.
Las grandes perjudicadas son las mujeres que acusan un descenso de la actividad por el exceso de trabajo. Existe además una brecha de género que se ha ampliado a lo largo de este siglo y no ha mejorado apenas. Materialmente no existe tiempo para realizar deporte porque trabajan fuera de casa y luego dentro. La falta de apoyo social, los roles tradicionales que se mantienen en muchos países en donde la mujer permanece en casa y el hombre sale, sumado a la falta de medidas que inciten al deporte como la bicicleta o caminar, para fomentar el deporte, hace que el saldo sea negativo.
