Con los códigos de una película romántica, la realizadora india Rohena Gera hace una crítica de la sociedad de castas, la enorme diferencia entre pobres y ricos y la esquizofrenia de un país que se debate entre tradición y modernidad.
En su primer largometraje, la realizadora ha hecho una lectura india de Pretty Woman, o sea, de la Cenicienta de siempre, en un país que está experimentando el mayor cambio de su historia, en una India que quiere ser liberal y abierta pero sigue encadenada a las normas que separan a sus pobladores en razón de su origen.
Ratna (Tillotama Shome), joven viuda que quiere ser diseñadora de moda, trabaja en Bombay como empleada del hogar para Ashwin (Vivek Gomber), un hombre de familia adinerada. Ashwin, recién divorciado, parece tener de todo pero se ha rendido a alcanzar sus sueños y se siente perdido. Sin embargo, Ratna, que no tiene nada, está llena de esperanza.
La relación entre ellos, atraído el uno por el otro, encuentra barreras infranqueables en los prejuicios del entorno. Desde las simples interacciones cotidianas, siempre cordiales, entre el amo y la criada hasta algunos intercambios más densos, y todo ello en una sociedad regida por férreas normas de conducta y el qué dirán, este melodrama de intriga sentimental, es una especie de oda a la esperanza.
Detrás de la historia bonita del señor y la criada hay un retrato terrible de un país en el que conviven sociedades matriarcales de gente pobre e incluso ignorante en los pueblos, con una clase intelectualmente formada que emerge en ciudades como Bombay, tan ideológicamente conservadora que afecta incluso a los sentimientos y a veces impide la realización personal.
“Señor” es, en cierta manera, una historia conmovedora y una hermosa película inteligente que trata con delicadeza un tabú, el de las castas que, a pesar de la modernidad invasora, sigue rigiendo las relaciones en un lugar lleno de contradicciones.