Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia

Una obra maestra indefinible de Roy Andersson

Una-paloma-se-poso-en-una-rama-cartel Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia“Un ejercicio tan libre como radical”, la película «Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia», es una genuina representante de lo que hemos convenido en llamar “cine de autor”, premiada con el León de Oro en la Mostra de Venezia 2014.

Catorce años después de «Canciones desde el segundo piso» (Sånger från andra våningen), y siete años después de «Vosotros los vivos» (Du Levande), el realizador Roy Andersson¹ “nos regala un paseo caleidoscópico a través del destino humano, un viaje que nos muestra el humor y la tragedia que escondemos, la grandeza de la vida y la extremada fragilidad de la humanidad”, con el que cierra la Trilogía Viva en torno a la angustia existencial, el absurdo, la potencia del humor negro y la ironía sangrienta.

A través de 39 escenas, cuadros vivos de una lúcida exposición que remite inexorablemente al mejor Edward Hooper, patética, melancólica y hasta cierto punto enigmática, especie de teatrillo de marionetas en el que está muy presente la mano que mueve los hilos, «Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia» –título cargado de poesía que lo dice todo-, se inicia con tres impagables secuencias sobre la muerte, sobre las muy humanas reacciones que se pueden dar, y de hecho conocemos de más o menos cerca, ante el siempre inesperado hecho de la muerte (que, si atendiéramos a los filósofos de toda índole que han paseado por la Historia, ya tendríamos asumido que en realidad es una parte más de la vida, tan importante o tan banal como cualquier otra de sus manifestaciones).

A pesar de su corta filmografía (6 cortos y 5 largometrajes), Roy Andersson tiene más que probado su “talento poético para encontrar armonía en la monotonía, variaciones en la repetición y resonancias en los leitmotivs” (Frédéric Strauss), facultades que de nuevo demuestra en esta especie de collage de hermoso e interminable título y maravillosa narrativa.

La suya es una obra aparte, al margen de estilos, y géneros, hasta cierto punto inclasificable, siempre de reflexión –como la paloma posada en la rama- sobre la condición humana, de la mano en esta ocasión del vendedor de artículos de broma Sam, y su ayudante con alteraciones psicológicas Jonhatan, dos personajes cuyo objetivo es conseguir “que la gente se divierta”, que podrían emanar, más de un siglo después, de la patafísica más depurada, la ciencia de las “soluciones imaginarias” de Alfred Jarry que, como decía Boris Vian, se interesa por las excepciones porque “la anomalía es la que hace avanzar las ideas”.

Ciertamente, para el sueco Roy Andersson (72 años), ser humano no es una tarea fácil. Pesimista pero muy cercano, sus personajes –vendedores, pero también frecuentadores de cafés, personal médico, familiares reunidos en torno a una madre que agoniza, bailarines y burócratas, viajeros de trayectos en ferry, personajes históricos que desfilan como soldaditos de plomo y cometen deleznables crímenes que tienen que ver con la extinción de sus semejantes, todos productos de una realidad fantástica – más siluetas que humanos propiamente dichos, repiten una y otra vez, al teléfono, una frase que nos resulta familiar –“me alegro de que te vaya bien”- y que, como en la vida misma, casi nunca responde a la realidad y que transmite la inmensa soledad que suele darse al otro lado del hilo.

http://dai.ly/x2p2m77

  1. Su primer largometraje, Una historia de amor sueca, ganó cuatro premios en el Festival de Berlín de 1971. Giliap, su segunda película, se presentó en la Quincena de Realizadores de Cannes en 1976. Un año antes había empezado a dirigir anuncios y llegó a ganar ocho Leones de Oro en el Festival de la Publicidad. En 1981 fundó la productora Studio 24 en Estocolmo, para “disponer de la libertad necesaria para hacer películas que quería”. Después de los cortometrajes Någonting har hänt (Algo ha pasado, 1978) y Härlig är jorden (Un mundo de gloria, 1991), ganadores ambos del Premio al mejor corto en el Festival de Clermont-Ferrand, el más prestigioso en su modalidad, rodó «Canciones del segundo piso», galardonada con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes 2000. Siguió después el segundo capítulo de la “Trilogía Viva”, «Vosotros los vivos», también presentada en Cannes. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) proyectó toda su obra cinematográfica, y varios de sus anuncios premiados, en 2009.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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