Un científico inglés dice tener la primera confirmación de vida extraterrestre
Mientras el robot Curiosity –un ingenio astromóvil perteneciente a la misión estadounidense de exploración en Marte–acaba de confirmar la presencia de agua en el segundo planeta en importancia (por talla y masa) del sistema solar, la revista científica Journal of Cosmology ha publicado un artículo, firmado por el profesor británico Milton Wainright, de la Universidad de Sheffielde, repasando el “primer descubrimiento de rastros de vida extraterrestre”.
“No esperéis un alien con cuatro brazos y unas glándulas salivales que fabrican zumo de manzana –dice en su página de referencia Korben, una de las fuentes francesas más fiables en cuanto a innovación tecnológica-; no, se trata de biomorfos, pequeños organismos, nunca vistos en la tierra, que se encuentran en la estratosfera.
Con la ayuda de un globo equipado con material estéril, el equipo del profesor Wainright ha recogido muestras de estos organismos, procedentes del espacio, que llegan a nuestra atmósfera empujados por meteoritos y, según sus conclusiones, “existe vida en otros puntos del espacio y muchas probabilidades de que haya podido llegar a la tierra por este sistema”.
La noticia del “primer descubrimiento de vida extraterrestre”, la confirmación de que no estamos solos en el Universo ha despertado las naturales suspicacias en la comunidad científica, mientras las páginas especializadas de los principales medios de comunicación internacionales le han dedicado un gran espacio. El 23 de septiembre de 2013, el diario británico The Independent encabezaba su página web con la noticia y explicaba que, el pasado 31 de julio, el equipo del profesor Wainright lanzó un globo-sonda al cielo de Chester, en el noroeste de Inglaterra, equipado con una especie de cajón teledirigido, que se abrió cuando el globo alcanzó los 22 kilómetros de altitud y permaneció abierto durante un cuarto de hora, mientras el ingenio continuaba su ascensión hasta alcanzar los 27 kilómetros de altitud. En ese punto desprendieron el ingenio del globo y lo devolvieron a la tierra con un paracaídas. El artículo del Independent fue reproducido en otros medios como La Tribune de Genève, la BBC o el Times of India.
El contenido del “cajón” pasó al microscopio electrónico y fue cuando se produjo el descubrimiento de minúsculas estructuras “parecidas al ‘esqueleto’ de una diatomea (alga unicelular microscópica)”, escribe el periodista científico Pierre Barthélemy en su blog Passeur de sciences, en el periódico Le Monde: “El estudio argumenta que ningún mecanismo terrestre conocido puede explicar la presencia de diatomeas en ese punto de la estratosfera; ningún avión, ninguna tempestad, ha podido llevarla tan alto. Sólo un potente erupción volcánica habría podido propulsarla así, pero no ha existido ninguna tan importante. Porque además, añaden los investigadores, según un modelo atmosférico que data de 1968, una partícula con esa talla y densidad no puede permanecer en suspensión en la estratosfera y cae a la tierra a la velocidad mínima de un metro por segundo… Y así llegan al siguiente razonamiento que habría hecho las delicias de Sherlock Holmes: una vez descartadas todas las hipótesis terrestres, la única explicación que queda es el origen extraterrestre… Milton Wainwright declara a The Independent que está ‘convencido en un 95%’ de que esa estructura procede del cosmos. El comunicado de prensa de la Universidad de Sheffield es aun más afirmativo: ‘Nuestra conclusión es que la vida llega continuamente a la Tierra desde el espacio, que la vida no está limitada a este planeta y que ciertamente no tiene su origen en él’.
A continuación, el especialista de Le Monde expresa sus dudas acerca de la completa esterilidad del ‘cajón’ donde se recogieron las muestras, de la falta de ratificación por un “especialista en diatomeas” y, finalmente, la cronología: el globo viajó a la estratosfera el 31 de julio y la revista Journal of Cosmology recibió el trabajo el 9 de agosto. “estamos sin duda, dice, muy cerca de haber logrado establecer el record del mundo del experimento más rápidamente analizado, transcrito, enviado y aceptado por una publicación”. A continuación sus críticas se dirigen hacia la revista en cuestión, a la que define como “una guarida de investigadores que protagonizan una cruzada para demostrar la teoría de la panspermia (históricamente, teoría según la cual la vida se propaga en el universo en los espacios interestelares en forma de gérmenes, esporas o semillas impulsadas por la presión de la luz. En la actualidad, algunas teorías relativas al origen de la vida en la Tierra hablan de una aportación de moléculas orgánicas, transportadas por meteoritos o cometas).
En cuanto a los últimos hallazgos del robot Curiosity, según el estudio publicado en la revista Science y recogido en la web Le Journal de la science del 27 de septiembre de 2013, se ha confirmado que el suelo marciano contiene entre el 1,5% y el 3% de agua. Por lo visto, calentada a 835ºC, el gas más abundante que desprende una muestra recogida en el suelo del planeta rojo en Rocknest, una zona arenosa situada en el cráter Gale, a unos 400 metros del lugar donde aterrizó Curiosity el 6 de agosto de 2012, es H2O. También habría, en cantidades de mayor a menor, dióxido de azufre, dióxido de carbono y oxígeno.
El último descubrimiento de Curiosity no es ninguna novedad, pero sí una confirmación más. Hace mucho tiempo que se conoce la presencia de agua en la superficie de Marte. En 2003, la sonda europea Mars Express localizó una placa de hielo en el polo sur del planeta. Y, más recientemente, el propio Curiosity encontró restos de una antigua corriente de agua.
Marte, llamado así en homenaje al dios de la guerra de la mitología romana, forma parte del sistema solar. Es el planeta más parecido a la Tierra, tiene una superficie de más de 144 millones de kilómetros cuadrados, su período orbital es de 687 días y posee dos “lunas”, dos satélites llamados Fobos y Deimos.