Mi artículo publicado en este importante medio de comunicación (sábado 20 de julio de 2019) recibió agradables comentarios e inquietudes de parte de algunos amigos a los que de manera regular les hago llegar mis publicaciones sobre asuntos lingüísticos.
Muchos de esos comentarios, como los de José Duque, Pedro Chapón y Ricardo Galindo, aparte de comprometerme aún más en esta tarea iniciada hace ya más de veinte años, me facilitan el trabajo de selección del material por publicar.
Desde siempre el profesor Duque, a quien no conozco en lo personal, ha sido un consecuente lector al que le agradezco las recomendaciones y sugerencias que suele enviarme. Es profesor de la Universidad de Carabobo y acucioso investigador sobre los misterios del lenguaje oral y escrito. De él he asimilado innumerables lecciones que me han sido sumamente útiles para adquirir madurez y manejo relativo, indispensables en esto de comentar sobre las impropiedades lingüísticas.
Chapón siempre me plantea inquietudes, pues en su profesión de jurista a cada rato se encuentra con situaciones que le causan dudas. Y Galindo, gran lector, fino escritor y fiel cultivador de la amistad popular, también ha hecho su aporte. He citado sus nombres porque ellos expresaron su parecer sobre lo que escribí de la frase “con motivo a”, atril, púlpito, maestro de ceremonia, orador de orden y “quórum reglamentario”.
Ricardo me sugirió ampliar lo de maestro de ceremonia y orador de orden, Pedro expresó su parecer sobre el adjetivo “irreglamentario” y la frase “quórum reglamentario”; en tanto que José argumentó el posible origen del mal uso de la preposición “a” en la frase “con motivo a”, además de que comparte el criterio de Chapón sobre “quórum reglamentario”. Los tres motivaron este artículo, que es continuación del anterior.
Maestro de ceremonia, por lo menos en Venezuela, es la persona encargada de conducir el ceremonial en una actividad, por lo general pública, en la que cada parte es y debe ser anunciada antes de ser ejecutada, como en un acto de grado, de condecoraciones, paradas militares, bodas u otro evento similar. Por otro lado, es prudente aclarar que orador de orden es quien pronuncia un discurso en los cuerpos colegiados, como Asamblea Nacional, consejos legislativos estadales, concejos municipales y otras entidades, no necesariamente gubernamentales.
Ahora, hay personas, profesionales inclusive, que no saben quién es quién, y por eso, al maestro de ceremonia lo llaman orador de orden, y a este, maestro de ceremonia. Es una confusión que se ha hecho muy frecuente, y por eso no está ni estará demás hacer la aclaración en virtud de que se tome conciencia sobre la importancia de llamar las cosas por su nombre.
Respecto de la opinión de Pedro Chapón sobre la palabra irreglamentario, debo decirle que aunque no aparezca en el registro lexical de la RAE, no hay error al usarla, pues se aplica el mismo criterio para con irresponsable, cuyo antónimo es responsable. Debe quedar claro que la docta institución no es un tribunal que determina cuál palabra usar y cuál no. Su función es meramente de registro, y si “irreglamentario” y su correspondiente femenino no están registradas, es porque su uso no se ha extendido.
En cuanto a quórum, ratifico que es una mala costumbre añadirle el adjetivo reglamentario, como si existiera uno que no es reglamentario. El quórum es una condición sine qua non, y siempre será uno solo. Lo que varía es la forma en que este pueda verificarse y aceptarse: mayoría simple o mayoría calificada, dependiendo del reglamento que se haya adoptado para tal fin.
Para cerrar el capítulo sobre algunos términos de la jerga protocolaria, no debo dejar pasar inadvertidas las secciones solemnes, como una modalidad de las que establece el reglamento de funcionamiento de algunos cuerpos colegiados, especialmente gubernamentales.
Las sesiones, hasta donde tengo conocimientos, son y pueden ser ordinarias, extraordinarias y especiales, con el entendido que las dos primeras son del trabajo cotidiano, en tanto que las especiales están destinadas a la conmemoración de fechas patrias o un acontecimiento que sea merecedor de honores.
Sin embargo, en algunas corporaciones, además de las especiales, existen las solemnes, con lo cual no estoy de acuerdo. Y no es que no puedan existir sesiones solemnes; pero la solemnidad de una sesión, eso que quede muy claro, no la determina un reglamento.
Saludos David. Agradezco igualmente la mención que haces de mí en este interesante espacio… esa labor en la que por años te has dedicado en promover el apropiado uso de nuestro idioma hoy por hoy adquiere un carácter titánico. Y hasta dramático, pues por el auge de las redes sociales, se ha masificado el derecho de expresarse libremente por escrito, con los «daños colaterales» asociados . Sólo basta un equipo y conexión a la internet para escribir sobre cualquier cosa y hacerlo «como salga». Lo más interesante de estos casos, es que, como tú lo reiteras a cada momento, incurren medios y profesionales que se supone deberían manejar apropiadamente la palabra escrita. Por allí está tomando cuerpo la frase «SE DESVELA EL SECRETO». En estos días un medio utilizó esta perla en un titular sensacionalista. Hice la observación en privado, y el equipo de redacción tomó la acción correctiva del error: Me bloquearon, no sin antes insultarme de manera muy cortés.
Quería, finalmente, aportar una observación respecto al tema del adjetivo con que suelen acompañar la palabra quórum, que sería más lógico decir quórum pertinente, en razón de que todos los reglamentos no son iguales, algunos estipularán un quórum de las dos terceras partes, otros las tres cuartas partes, entre otras modalidades… En mi opinión pienso que con decir quórum pertinente se refieren al que está estipulado en el reglamento de la institución u organismo que se está considerando.
Estimado David, gracias por la mención de mi persona en esta columna. Después de la columna anterior me quedó la inquietud sobre la palabra quórum. Al parecer existen varios criterios de parte de las academias de la lengua sobre esta palabra. El DLE solo registra cuórum (con «ce» en lugar de q y tilde en la o) y «quorum» (en cursiva por ser latinismo), pero el Diccionario panhispánico de dudas (DPD), un documento publicado en el 2005 por la Asociación de Academias de la Lengua (ASALE, la cual incluye a la RAE) y disponible en la página web de la RAE (rae.es) registra la variante empleada en esta columna y la anterior: quórum. La Fundéu, una institución asesorada por la RAE, en el 2011 publicó una nota en la que no recomienda el uso de quórum aunque sí le da el visto bueno a «quorum» con resalte tipográfico por ser latinismo. Al parecer quórum sería una variante semiadaptada, ¿será realmente ésta condición el pecado de este término? Entre lingüistas te veas.