Investigadores del Hospital del Mar, han demostrado los beneficios de la estimulación cerebral (EC) en pacientes con anorexia nerviosa. En la muestra, tras colocar electrodos en las zonas del cerebro afectadas por este trastorno alimentario tuvieron una reacción positiva, tres de cada cuatro casos.
La estimulación cerebral profunda se ha utilizado a lo largo de varias décadas para algunos trastornos mentales crónicos con eficacia. Ahora con el trastorno de la alimentación más común en adolescentes se observa que la respuesta es eficaz y no supone ni complicaciones dado que la cirugía supone la colocación de unos electrodos en la zona entre el núecleo accumbens y el área subcallosa. Esto se ha utilizado mediante un sistema robótico denominado ROSA que ha permitido que los neurocirujanos controlen el punto en donde se sitúan.
Los puntos del cerebro no estimulan el hambre si no que estimulándolos mejoran otros circuitos cerebrales que controlan el estado de ánimo, la ansiedad y el mecanismo de motivación y recompensa; por tanto, el paciente, gana peso indefectiblemente.
Esta técnica es reversible y ajustable según ha explicado la neurocirujana Gloria Villalba aunque exige una exhaustiva planificación y trabajo previo de acuerdo con los pacientes y su historia clínico. Los enfermos suelen ser pacientes de larga trayectoria con al menos, diez años de evolución en trastornos de la alimentación. Normalmente su peso debe situarse por debajo de un índice de masa corporal (IMC) inferior a 16 pero por encima de 13.
Hay que destacar que los pacientes con anorexia nerviosa padecen otras patologías psiquiátricas secundarias a su enfermedad, y este tipo de trastornos presentan comorbilidades, entre las que se destacan la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y por ello, es también puede ser eficaz la EC.
Este trastorno alimentario se caracteriza por un peso corporal anormalmente bajo, una percepción distorsionada por parte del paciente de su propio peso y un miedo a incrementar de peso. Los pacientes presentan cabello frágil, osteoporosis y cansancio crónico. Normalmente son personas que tienen alterada no solo su vida sino la de su entorno.
Es de hecho, la tercer enfermedad más prevalente entre los adolescentes y su edad de inicio se sitúa entre los 13 y los 18 años.
En casos agudos hay algunos pacientes que han llegado a morir por la anorexia aunque actualmente son los menos si bien es cierto que el 30 % de los casos llegan a ser crónicos, no responden a ningún tratamiento y los enfermos presentan una alta tasa de suicidios.