El cambio climático amenaza el planeta sin que aún seamos conscientes de ello. Bronquitis, neumonía, enfermedades circulatorias, cáncer, párkinson, Alzhéimer, paludismo, malnutrición, partos prematuros, entre otras enfermedades, son consecuencia directa del clima, especialmente en personas que viven en las grandes ciudades.
Picor de ojos, nariz, garganta, sensación de ahogo o fatiga crónica, son síntomas normales de un día cualquiera cuando se viven en una ciudad grande con mucha polución y poco aire puro. Alergias en cualquier estación del año, nariz congestionada y cansancio, son otros hallazgos que se vinculan directamente con la contaminación del aire.
El cambio climático provoca que determinados contaminantes ya presentes en nuestras ciudades, como las partículas, el dióxido de nitrógeno y el ozono, permanezcan más tiempo en la atmósfera. Si a esto le añadimos el efecto de isla de calor estival en las grandes urbes, se forma una combinación fatal que aumenta los ingresos hospitalarios por causas circulatorias y respiratorias.
Además de alergias y enfermedades respiratorias, entre las que se encuentra el EPOC y la bronquitis crónica, el cambio climático también se relaciona con dolencias circulatorias, neurodegenerativas y diversos cánceres. Es importante destacar que, actualmente, los periodos de polinización están cambiando, lo que modifica la distribución de los alérgenos. Gente que no era alérgica comienza a serlo y, debido a ello, los brotes se han intensificado.
“Las partículas contaminantes se ‘montan’ en los granos de polen. Cuando estos entran en el organismo, ya no solo llevan polen, sino que están cargados de metales pesados como zinc, arsénico o cobre”, afirma C. Linares Gil, científica titular del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) e integrante del grupo de expertos para el Sexto Informe de Evaluación del IPCC sobre cambio climático, además de coautora del libro Temperaturas extremas y salud.
Una de las fuentes más importantes de contaminación del aire son las centrales eléctricas de combustibles fósiles, como el carbón, así como las emisoras de partículas finas (PM2.5), óxidos de nitrógeno (NOx) y dióxido de azufre (SO2), altamente perjudiciales para la salud. Los colectivos más vulnerables son los niños, que comienzan a acusar enfermedades crónicas de etiología difusa, y se ha demostrado que influye también en el desarrollo cognitivo y en partos prematuros de la madre.
Según los últimos datos que se han recogido en el Registro Estatal de Emisiones de Fuentes Contaminantes las centrales que más óxidos de nitrógeno emitieron fueron las de As Pontes, seguida de Andorra, Compostilla y el Litoral de Almería. De igual forma, se hace referencia a las olas de frío y calor que cada vez afectan más a la salud de la población, pues que conllevan enfermedades víricas cuando hace frío y otras de diversa etiología estrechamente ligadas a las altas temperaturas.
Otro de los efectos más preocupantes del cambio climático para la salud en todo el planeta está directamente relacionado con la seguridad alimentaria. La calidad nutricional del trigo y el arroz disminuye debido al aumento de las concentraciones de dióxido de carbono. El CO2 afecta la fisiología de las plantas, de modo que hace que el trigo y el arroz tengan concentraciones más bajas de proteínas y micronutrientes, como hierro y zinc en el caso del arroz, y también concentraciones más bajas de vitamina B.
En España, las políticas para frenar el cambio climático han comenzado gracias al anteproyecto de ley del mismo nombre, aunque no se refiere en el mismo ningún dato en donde se haga constar los efectos devastadores para la salud. Quizá la Oficina Española de Cambio Climático haya hecho según los investigadores, hincapié en la biodiversidad y en el medio natural, y deban aún, referir cómo perjudica a la salud negativamente esta realidad que todos vivimos. En el informe Oscuro Panorama se exige a los responsables políticos que adopten las medidas que sean necesarias para que en 2025, como fecha tope, termine el carbón en España y se hagan efectivas otras medidas.
