Aunque poco conocida, la obra de Valentín Cardedera (Huesca, 1796-Madrid 1880) es de una calidad artística pocas veces alcanzada en el mundo del dibujo español del siglo XIX.
La exposición que puede verse estos días en la Biblioteca Nacional de Madrid está presidida por un retrato de Carderera pintado por Federico de Madrazo, que inicia el recorrido por el excelente itinerario diseñado por Francisco Bocanegra.
Aragonés de nacimiento, Valentín Cardedera y Solano no sólo fue un pintor y un excelente dibujante sino además un gran coleccionista de obras de arte y un bibliófilo. Su preocupación más importante fue la de divulgar el arte de su tiempo y denunciar el estado ruinoso de iglesias, palacios y monumentos a punto de desaparecer.
Para expresar todas las manifestaciones de esta poliédrica dedicación viajó por una gran parte de la geografía española (también por París y Londres entre 1841 y 1861), recogiendo en sus dibujos y acuarelas, como un testimonio y una denuncia, el estado de los monumentos que estaban a punto de desaparecer a causa de la modernización que impusieron la Desamortización y el nuevo orden liberal. Algunos, en efecto, ya han desaparecido, como el Sepulcro de don Cristóbal de Santisteban y doña Isabel Ribadeneyra.
De estos viajes son una serie de mapas que Cardedera elaboró durante sus desplazamientos por España y que también pueden verse en la exposición. Era aquella una época en la que viajar por el país era un riesgo debido a las guerras carlistas y a la amenaza de epidemias que asolaban algunas regiones.
Su colaboración en “España artística y monumental”, la gran obra de Genaro Pérez Villaamil, manifiesta su deseo de ahondar en las raíces de lo nacional español. También publicaron sus dibujos algunas revistas de la época, como El Artista o el Semanario Pintoresco Español. Entre sus contactos internacionales sobresalen sus relaciones con Richard Ford, Prosper Merimée y Owen Jones, con quienes compartía la mirada nostálgica hacia el pasado desde un presente que se debatía entre la tradición y el progreso.
La formación artística de Cardedera se inició en Zaragoza y en la madrileña Academia de Bellas Artes de San Fernando, a donde lo llevó el general Palafox, que le dio un empleo de delineante en el ejército. Posteriormente, desde 1822, perfeccionó su técnica durante una estancia en Italia, donde entró en contacto con el Romanticismo y pintó excelentes cuadros como el de las murallas de Nápoles.
A su regreso a España en 1831 fue uno de los introductores del gusto neogótico, aunque su estilo obedece sobre todo a la veneración romántica por los grandes personajes del pasado. Fue académico de Bellas Artes y de la Historia y pintor de cámara de Isabel II.
Protegido por los duques de Villahermosa, vivía rodeado de sus tesoros artísticos y bibliográficos en el segundo piso del palacio de estos duques, el edificio que hoy ocupa el museo Thyssen, cuya fachada puede verse en un retrato que Cardedera hizo al duque y al conde de Sinarcas. Su preocupación por la etnografía, las costumbres y la indumentaria de los habitantes de los diversos pueblos de España que visitaba se refleja en sus dibujos de tipos populares con trajes religiosos y civiles (“Gitano entre Aragón y Cataluña”), con los que quería captar la esencia de lo español.
Como coleccionista fue el mayor poseedor de dibujos y grabados de Goya, un artista del que se convirtió en uno de los mejores expertos y en su primer biógrafo. En esta exposición se puede ver un dibujo titulado “Doctor Fausto” que pudo pertenecer a Goya y servirle de inspiración para “El sueño de la razón produce monstruos”.
En los últimos años Cardedera fue un pudoroso pintor y dibujante entre cuyas dedicaciones se registra la de cubrir algunos desnudos de diosas y ninfas con ropajes que cubrían sus partes pudendas. Esta actitud era fruto de una educación moralizante y piadosa recibida en el seminario a donde sus padres lo enviaron por falta de recursos.
La Biblioteca Nacional se enriqueció con más de 45 000 obras y objetos de Carderera cuando el Estado adquirió en 1867 su colección de dibujos, grabados, libros y estampas, entre cuyos autores figuran Durero, Rembrandt, Mantegna, Tiépolo y Velázquez. Su actividad de bibliófilo le llevó a acumular más de cuatro mil volúmenes entre los que hay valiosas piezas, como un manuscrito original de Lope de Vega (el Códice Daza).
Es la Biblioteca un lugar apropiado para mantener el legado de Cardedera, dada la amistad del artista y viajero con quienes fueron dos de sus directores, Juan Eugenio Hartzenbusch y Cayetano Rosell. El mismo Cardedera llegó a ser vicedirector cuando el edificio aún se llamaba Real Museo.
Esta misma exposición podrá verse en el Palacio de Sástago, en Zaragoza, desde el 25 de marzo de 2020, donde se hará especial hincapié en la faceta de Valentín Cardedera como historiador crítico y coleccionista de Francisco de Goya.
- TÍTULO. Valentín Cardedera. Dibujante, coleccionista y viajero romántico
- LUGAR. Biblioteca Nacional. Madrid
- FECHAS. Hasta el 12 de enero de 2020
