Raquel Chang-Rodríguez, cubana de nacimiento, catedrática distinguida de la Universidad de la Ciudad de New York (CUNY), es una destacada peruanista y una de las más importantes especialistas en el periodo colonial hispanoamericano.
Ha enseñado en la Colgate University y la Columbia University como profesora visitante y participado en seminarios docentes en las universidades de la Laguna, Complutense, de Málaga, y de Marburgo (Alemania).
Sus investigaciones se centran en los estudios virreinales de la zona andina y mexicana; en 1992 fundó la «Colonial Latin American Review», dedicada al análisis de ese periodo desde una perspectiva interdisciplinaria.
Es Profesora Honoraria de la Universidad Nacional de San Marcos, Asociada Honoraria de la Hispanic Society of America y doctora honoris causa por la Universidad Nacional Helénica de Atenas.
Entre su vasta bibliografía destacan los libros «Cartografía garcilasista», «El discurso disidente: ensayos de literatura colonial peruana», «Franqueando fronteras. Garcilaso de la Vega y ‘La Florida del Inca’», así como su edición moderna de la crónica floridana de Luis Jerónimo de Oré, peruano que misionó en Norteamérica y Cuba en el siglo diecisiete.
En el marco del Tercer Congreso de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) pudimos conversar con esta especialista en la época colonial hispanoamericana, quien nos expresó sus conceptos a cerca del revisionismo histórico que acontece en estos momentos, de la literatura del periodo virreinal y de la Cátedra Vargas Llosa que codirige.
Raquel Chang-Rodríguez: Toda generación, hace un reexamen de la historia; en ese análisis se valoran acontecimientos y personalidades, positiva o negativamente. Lo más importante, mi querida Adriana, es conocer la historia, tomar decisiones en base a ello. Derrocar un busto, cambiar el nombre de una calle, no cambia lo sucedido. Educar para evitar la repetición de comportamientos nefastos, sí contribuye al cambio profundo y necesario, y por ello es esencial.
Lo importante es saber qué ha sucedido, y por qué ha dañado a grupos, causado efectos personales y sociales deplorables. Es nuestra responsabilidad no repetir los errores del pasado; entender el por qué de esos errores; si lo comprendemos, los diferentes grupos o personas no volverán a ser heridos.
El mundo clásico creía que la historia debía ser ‘Magister vitae’, o sea, enseñarnos a vivir mejor. En este sentido el conocimiento del pasado debe evitar la repetición de antiguos errores en el futuro.
Adriana Bianco: Se trata de ubicar los eventos en su contexto histórico, No podemos trasladar el pasado al presente. Debemos comprender el pasado en el marco de su época.
RCR: El pasado es pasado. Había pactos sociales que se asumían y eran aceptados en una época. Pero si conocemos la historia, podemos entender, condenar y rechazar los malos pactos sociales -no queremos esclavitud de ningún tipo, no queremos ni el abuso femenino ni la discriminación- ¿Qué hacemos para evitar esto? Debemos entender cómo esas lacras se perpetraron, qué intereses determinaron su preponderancia, quiénes las animaron y se beneficiaron de ello.
En fin, ni antiguos ni nuevos males deben corroer o dividir a la sociedad. Reexaminar la historia y aprovechar sus lecciones no significa destruir, sino corregir de un modo más integral los comportamientos nocivos.
La historia sirve como ejemplo: emular lo bueno y desterrar lo malo con el propósito de lograr una convivencia basada en el respeto mutuo. Todos queremos llegar a una sociedad más perfecta, donde imperen la comprensión y la justicia y se respete la diversidad.
AB: Efectivamente. Tú has estudiado a autores coloniales del siglo dieciséis, diecisiete y dieciocho que nos iluminan ese pasado histórico, entre ellos el inca Garcilaso de la Vega, nacido en 1539 y fallecido en 1616, Cabalgando entre dos siglos… Cuando estudiaba en la universidad a los cronistas de Indias y leí al Inca Garcilaso, quedé hechizada, porque me revelaba el mundo indígena, el mestizaje y la historia viva, una verdad casi mágica….
RCR: Creo que sus crónicas tiene ese atractivo, ese hechizo, como tú has observado. No podemos dejar de leerlo por dos razones: la primera porque el Inca es un autor moderno, aunque haya vivido en otra época. Fue un sujeto que tuvo conciencia de sus orígenes, de su doble herencia, por un lado hijo de una princesa incaica, Chimpu Ocllo, por otro, de un capitán español, Garcilaso de la Vega, conquistador del Perú. Tenía esas dos sangres y, como cronista, articula brillantemente la esencia de ambos mundos y culturas en sus escritos.
En segundo lugar, esa modernidad con la cual el Inca cuenta los hechos de su vida, su conciencia de las dos herencias, muestra una idea de la historia muy diferente a la visión de los cronistas españoles. Garcilaso se vale de fuentes originales y únicas que lo ayudan a representar al mundo indígena, y a él mismo como historiador singular e idóneo del imperio incaico –antes «destruido que conocido», como nos recuerda–. Por otro lado, Garcilaso conocía el quechua, lo cual le da otra entrada en el mundo indígena a través de ese idioma y de la cultura en la cual está inmersa la lengua que «mamó en la leche».
Sabiamente se presenta como un historiador singular, porque acude a fuentes nuevas. Por ejemplo, les escribe y pide información a sus condiscípulos mestizos con los cuales creció en el Cuzco; como él, eran hijos de españoles y mujeres de la realeza incaica.
Cuando el Inca desde España redacta los «Comentarios reales» y les escribe, ellos responden con gusto porque confían en él, se identifican con un autor mestizo como ellos. De este modo aportan a la singularidad de la obra ofreciendo un testimonio donde se presenta lo ocurrido desde otra perspectiva.
Igualmente, debemos recordar que la Corona presionó a los conquistadores a casarse con mujeres españolas. El capitán Garcilaso cedió a estas presiones y casó con una española. El Inca quedó en la casa paterna; sin embargo, visitaba a su madre, ahora casada con un español de menor rango.
Esas visitas fueron un punto importante de reunión con los tíos y otros parientes maternos. Fue allí donde el adolescente Garcilaso escuchó a su tío contando sucesos señeros del imperio incaico así como detallar las leyes que lo regían. «Comentarios reales» está marcado por estas conversaciones, por la oralidad, por el aporte de esos parientes que van contando trozos de la historia incaica y sus propias vivencias. Posteriormente, el Garcilaso cronista los recordará e insertará en su obra maestra. Otro aspecto constantemente presente es la nostalgia de ese pasado incaico e imperial, resumido en la frase del tío: «trocósenos el reinar en vasallaje». Por todo ello, nos identificamos con ese narrador que ha sentido de muchos modos la perdida, el quiebre desde edad temprana.
AB: Al leer al Inca yo sentía la mirada sobre mi continente. América es mi tierra, el suelo donde nací, el Inca me abrió la puerta hacia el mundo indígena.
RCR: Lo que has dicho es una forma hermosa de expresar cómo la obra de Garcilaso nos toca a todos los hispanoamericanos. Las crónicas de los españoles parecen mirar los hechos desde afuera; con el Inca la historia adquiere una dimensión íntima –la vivimos desde adentro–.
Sus descripciones de paisajes, costumbres y sucesos, las anécdotas que incluye son insuperables. Recuerdo aquella de los indígenas que transportan los melones de la primera cosecha en el Perú; tentados de probarlos, se comen unos cuantos. Pero el capataz descubre el hurto porque el envío va acompañado de una carta donde se indica la cantidad exacta de melones que llevan; como faltan varios, se da cuenta de que los porteadoras se los comieron y los castiga.
Para los indígenas eran frutos de su tierra y tenían derecho a probarlos. El Inca va más allá y aprovecha el episodio para mostrar el impacto de la lecto-escritura traída por los europeos en el virreinato peruano.
AB: El Inca sentía orgullo de su tradición indígena…
RCR: Y mucho. El Inca es el primer historiador americano de las Américas, la del Norte y la del Sur –recordemos que su primera crónica se ocupa de La Florida. Tuvo una visión de conjunto de su tierra y de los diversos grupos que la habitaban. Consciente de ello, dedica la segunda parte de «Comentarios reales» a los indios, criollos y mestizos del Perú, cuyo virreinato entonces abarcaba toda la Sudamérica española.
Vislumbra cómo esas diferentes etnias, conjuntadas, desempeñarán un papel central en el desarrollo de su patria americana.
AB: Saltamos de un escritor genial a otro escritor peruano genial, Vargas Llosa. Sabemos que has contribuido con un libro importante sobre el Premio Nobel.
RCR: He tenido el gusto de publicar en el 2021 un libro, con el colega Carlos Riobó. El volumen recoge los ensayos de varios profesores ligados a la Cátedra Vargas Llosa que codirijo en el City College de la CUNY. Se estudian diferentes novelas de Vargas Llosa, por ejemplo «La fiesta del chivo», «El hablador». En mi ensayo, me remonto a la tesis de licenciatura de Vargas Llosa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dedicada a Rubén Darío.
Es un libro tanto para especialistas como para el público general por la variedad de temas que toca y su lenguaje accesible. No analiza toda la narrativa de Vargas Llosa; se concentra en las obras escogidas para los seminarios de la Cátedra, y en los ensayos de los profesores y las conversaciones que sostuvieron con nuestro Premio Nobel.
El volumen lo publicó la Nebraska University Press, y me siento muy contenta por las buenas reseñas que ha recibido y porque el tomo amplía nuestro conocimiento de la narrativa de un novelista tan peruano como universal.
AB: Supongo que Vargas Llosa recibió el libro…
RCR: En efecto, tuve el gusto de enviárselo y me agradeció inmediatamente; estaba muy contento. La portada del libro está tomada de un detalle de una pintura de su gran amigo Fernando de Szyszlo.
Vargas Llosa presentará en el otoño una nueva novela relacionada con la música peruana, el vals criollo en particular. Vale decir que dado el carácter innovador de su obra, donde lo estético, lo histórico, lo político y ahora lo musical, se entrecruzan, el seminario ofrecido a través de la Cátedra ha suscitado el interés de estudiantes de varias disciplinas, desde la literatura hasta la antropología.
AB: Aunque pertenece a la generación del Boom, también puede pertenecer a la Generación de la Globalización, se mueve en ese mundo.
RCR: Exactamente. «La rebelión de los canudos» sucede en Brasil, campo de acción de «La guerra del fin del mundo»; de ahí salta al Caribe, a la República Dominicana y al dictador Trujillo en «La fiesta del Chivo»...
AB: Y a Irlanda con «El sueño del celta»…
RCR: En efecto. Es un escritor muy abarcativo, que investiga mucho para representar ambientes tan diferentes. Ahora es un «inmortal», a raíz de su iniciación en la Academia Francesa…
AB: Un orgullo para nosotros…el primer hispano en ingresar a la Academia Francesa..
RCR: Antes hubo un cubano, José María de Heredia, en el siglo diecinueve. Fue poeta y traductor admirado en su época. Mario sí es el primer latinoamericano en ingresar que no escribe su obra en francés. Es un honor muy merecido que esté en ese sitio, junto a las grandes figuras de las letras francesas.
AB: Y a nuestro Borges…
RCR: La obra de Borges fue la base fundacional de la renovación del lenguaje, la apertura a nuevos temas y otras formas de hacer literatura. Ciertamente muchas de las novedades del Boom nos llevan a Borges.
AB: Sin duda. Raquel, tienes una gran experiencia como profesora., además de académica e investigadora.¿Qué te ha dejado la docencia?
RCR: La enseñanza me ha llevado a estudiar constantemente porque el mundo colonial es enorme, tumultuoso, inagotable; a estimular a las nuevas generaciones a conocer nuestra historia muchas veces dolorosa, a leer a nuestros autores tanto antiguos como modernos.
Es imprescindible conocer la larga trayectoria de la cultura hispánica con todos sus matices y variaciones para así situarnos cómodamente en cualquier época.
Pertenecemos a ese gran tronco, a ese mundo cuya lengua, el español, nos une y nos distingue como parte de una gran comunidad, con frecuencia diaspórica, donde la patria va más allá del terruño y se convierte en lengua.
Y así lo recordó bellamente Sergio Ramírez, el escritor nicaragüense, en una reciente intervención en el Noveno Congreso de la Lengua Española celebrado en Cádiz el pasado marzo.