La reciente aparición del libro ‘Después del baile’ del escritor ruso Lev (traducido al español por León) Tolstoi (1828-1910) sirve para recordar que el autor siempre tuvo una gran afición al ajedrez.
Durante toda su vida fue un apasionado al tablero y utilizó los 64 escaques como referencia dentro de sus principales obras, además de dejar destacadas frases sobre el más que milenario juego y conservarse aún reseñas de fotos jugando y algunas partidas que disputó.
Su acercamiento al juego se produjo en la facultad de Filosofía de Kazán, cuando tenía 17 años, donde estudió Derecho y Lenguas Orientales. Tolstoi sirvió en el Cáucaso, en el valle del Terek. Participa en la Guerra de Crimea, siendo testigo del sitio de Sebastopol.
Su unidad de artillería había efectuado una incursión en territorio enemigo, buscando, previsiblemente, a los turcos. Por el arrojo mostrado se propuso que toda la unidad recibiese la medalla al valor, que, finalmente, fue aprobada. Pero el único que no llegó a recibirla fue Lev Tolstoi, quien el día en que la unidad fue condecorada se encontraba bajo arresto en el calabozo por haber sido visto jugando al ajedrez mientras estaba de guardia unos días antes.
Y es que siempre llevaba un pequeño tablero de viaje que servía para retar a ‘duelo ajedrecístico’ a integrantes de la oficialidad rusa. Fue capitán de artillería con 30 años. Poco después escribió ‘Los cosacos’ (1863) sobre su experiencia en la zona.
Los visitantes a su residencia natal y última morada de Yásnaia Poliana (literalmente, claro del bosque, hoy su Casa Museo) no desaprovechaban la ocasión para disputar alguna partida. Entre ellos destaca el príncipe y oficial Sergei Semenovich Urusov (1827-1897), uno de los principales jugadores rusos del siglo XIX. Ambos se conocieron en la guerra de Crimea, se hicieron amigos e intercambiaron correspondencia.
Urusov fue considerado el segundo jugador más importante de Rusia tras Alexander Petrov (1794-1867), y existe un gambito con su nombre, gambito Urusov (1.e4 e5 2.Ac4 Cf6 3.d4! exd4 4.Cf3 d5 ). En 1878 legó su gran biblioteca de libros de ajedrez a Tolstoi, quien luego siguió ampliándola, de hecho, enseñó el juego a sus hijos –también jugó con su yerno, Mijail Sergeevich Sukhotin (1850-1914) marido de su hija mayor, Tatiana, en una de las dos fotos conservadas ante el tablero- y pudieron seguir perfeccionándolo gracias a su biblioteca.
De hecho, su hijo Sergei, llegó a alcanzar un fuerte nivel, incluso derrotó, luego de una tenaz defensa, al maestro ajedrecista Sergei Fiodorovich Lebedev (1868-1942), uno de los jugadores más fuertes de Rusia de principios del siglo XX y con el que jugó por correspondencia en 1900. También otro de sus hijos, Ilya jugó y perdió contra James Allen Anderson en 1929 en San Luis, donde el estadounidense fue tres veces campeón local.
De la larga lista con los que el escritor jugó al ajedrez se pueden citar a su biógrafo y traductor de sus obras al inglés, Elmer Mood, así como a su amigo y editor Vladimir Chertkov (1854-1936). Hay una fotografía en 1907, jugando con el hijo de Chertkov. Se conservan el desarrollo de un total de cinco partidas de Tolstoi, de ellas tres jugadas entre 1906 y 1909 frente al citado Elmer Mood.
También jugó con el hombre de letras, Piotr Alexiévich Sergueienko (1854-1930) –compañero de estudios de Chejov-, el compositor, pianista y teórico musical, Sergei Ivanovich Taneyev (1856-1915) –quien fue profesor de Sergei Rajmaninov-, donde coincidieron especialmente entre 1895 y 1896 y se cita que inspiró su novela corta ‘La sonata a Kreutzer’ publicada anteriormente, en 1889.
Asimismo acudió a disputar partidas al ajedrez con Tolstoi el profesor del Conservatorio de Moscú –que llegó a dirigir en dos etapas-, pianista y compositor, Aleksandr Borisovich Goldenweizer (1875-1961) y el físico, padre de la Cosmonáutica, Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935).
En cuanto a las referencias literarias se pueden encontrar en sus dos grandes obras, ‘Guerra y paz’ (1869) y ‘Ana Karenina’ (1877), así en el capítulo VIII del séptimo libro de Ana Karenina, mientras Levin y el Príncipe caminan por los salones, hay una partida de ajedrez disputándose, lo mismo que en ‘Guerra y paz’, donde Berg y Boris disputan una partida mientras esperan a Rostov (Libro III, capítulo VII). Otros ejemplos son cuando Vera juega con Shinshin (Libro IV, capítulo XV) y Natasha y Sonia están sentadas frente a una pequeña mesa de ajedrez (Libro VI, capítulo XXIV). En el libro X de ‘Guerra y Paz’ aparece el ajedrez como metáfora de la guerra.
El escritor ruso dejó una serie de sentencias sobre el ajedrez, “es un entretenimiento magnífico, cuando jugamos nos distraemos y nos olvidamos de nuestros pesares». Otra frase muy significativa fue: «compadezco al que no conoce el ajedrez. Causa ya alegría al aprendiz; al veterano le lleva al sumo placer». También se puede recordar: “me gusta el ajedrez porque es un buen descanso y hace trabajar a la mente de una forma muy especial.”
Su última partida la jugó con uno de sus citados amigos, el músico Borisovich Goldenveiser, el 4 de agosto de 1910 cuando tenía 82 años y sólo le quedaban poco más de tres meses de vida. Antes de jugar le dijo: “No resulta agradable jugar contigo, porque casi siempre me ganas, pero hoy jugaré la última partida de mi vida y te voy a ganar. Quiero despedirme del ajedrez con una victoria”, como así ocurrió.
El periodista británico especializado en ajedrez, Edward Winter ha escrito sobre Tolstoi y el ajedrez. El que es considerado “la principal autoridad del mundo sobre ajedrez en su rica historia” analizó esa amplia relación.
Respecto al libro recién publicado por ediciones Acantilado, ‘Después del baile’ comentar que contiene tres relatos sobrecogedores, ‘Después del baile’, ‘Tres muertes’ y ‘¿Cuánta tierra necesita un hombre?’ que nos enfrentan a la realidad de la condición humana, a cómo encaramos nuestro fin.
- Lev Tolstoi Después del baile.
Traducción Selma Ancira
Cuadernos del Acantilado, marzo 2016,
96 páginas 10 euros