Dirigido por Rob Reiner («Algunos hombres buenos», «Cuando Harry encontró a Sally»), Woody Harrelson («Los juegos del hambre», «Tres anuncios en las afueras»), “A la sombra de Kennedy” se convierte en película biográfica de Lyndon B. Johnson (LBJ), el presidente de Estados Unidos que tuvo la mala pata de suceder a John Fitzgerald Kennedy, un mandatario muy querido, en un país convulsionado por un racismo exacerbado y la lucha por los derechos civiles, y que estaba a punto de perder una generación de jóvenes en la guerra de Vietnam.
Lyndon B. Johnson fue el presidente de Estados Unidos número 36, un “texano hasta el ala del stetson” que juró el cargo el 22 de noviembre de 1963 en el avión que trasladaba los restos de Kennedy, asesinado ese mismo día en Dallas.
Cuando han trascurrido 55 años de su muerte, JFK sigue siendo un personaje histórico apasionante que el actor Jeffrey Donovan (“Sicario: El día del soldado”) interpreta con convicción. Durante su mandato, Johnson, ganador de las elecciones en 1964, quien no contó con grandes simpatías entre el pueblo, tuvo al menos el honor de cumplir el gran sueño de su antecesor dando carta de naturaleza a la Ley de los Derechos Civiles (a cuya aprobación se había opuesto cuando era vicepresidente).
En plena guerra fría, en el momento en que Johnson había decidido dejar de competir por la presidencia de uno de los dos países más poderosos de la tierra aceptando el papel de vicepresidente para poner el broche final a una carrera política, y considerado un ambicioso dedicado a sórdidos cálculos políticos bajo la presidencia de Kennedy, fue el destino quien decidió darle verdadera dimensión al personaje, obligándole a evolucionar para ser el presidente a su pesar durante cinco años, hasta 1968, y llegar incluso a enfrentarse a los barones de su partido -el Demócrata- para cumplir algunas de las promesas que Kennedy dejó pendientes. Esta es, sin duda, la parte más interesante de una película que pudo ser mucho mejor.
Aunque de las biografías filmadas siempre esperamos más de lo que ofrecen, en esta, destinada fundamentalmente al público estadounidense, al menos hay que alabar la elección de los actores protagonistas, que cumplen las expectativas de manera impecable, así como que informe de algunos momentos desconocidos, o casi, lo que no es poca cosa, devolviendo la importancia a un presidente “intermedio” poco estudiado y al que –como ocurre tantas veces– la llegada de un sucesor ultraconservador y corrupto –Nixon– hizo sin duda mejor.