¡Mesasilla y León XIV!

De manera regular, lo he dicho muchas veces, recibo por diversas vías inquietudes, sugerencias y recomendaciones sobre el tema gramatical y lingüístico, que es a lo que me he dedicado desde 1994, sin dejar de lado mi labor de comunicador al servicio de entes gubernamentales, en los que ejerzo el periodismo institucional.

Cada inquietud, por muy modesta que sea, es una demostración de que el mensaje ha llegado, además de que me impone la obligación moral de dar una respuesta satisfactoria.

Muchos de los comentarios que he vertido en este espacio semanal, han surgido de interesantísimas consultas, con las cuales se me ha hecho fácil seleccionar el tema por publicar. No llevo la cuenta de todos los textos publicados a lo largo de los más de cuarenta años dedicado al periodismo de opinión; pero en este importante medio de comunicación, con el de hoy son 298 temas, cantidad que es poca en relación con los años que llevo siendo parte de la plantilla de autores (colaboradores se les llama en Venezuela). Para mí es un gran honor y un compromiso que se renueva cada vez.

La semana pasada, por razones ajenas a mi voluntad, no pude transcribir ni aun enviar el acostumbrado aporte sabatino, por lo que una vez más pido disculpas, siempre con la intención y el deseo de vencer las dificultades para no fallar a la cita.

A pesar de que la gama de impropiedades gramaticales y lingüísticas es amplia, también lo es el interés por deshacerse de ellas, por parte de personas que han entendido la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera, para lo cual no es necesario tener grandes conocimientos, sino un poco de sentido común y poner en práctica lo aprendido en las diferentes etapas de la educación formal. ¡Lo demás llegaría por añadidura.

Una demostración de que muchos de mis artículos de este tipo tienen su origen en las inquietudes de los lectores, es la que me hizo llegar el periodista Héctor González Burgos, excompañero de estudios en la siempre recordada Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo, Venezuela, de la que egresé hace ocho años. La inquietud de «Nuno», aunque es un caso específico, por extensión podría ser la misma de muchas personas, de ahí la prudencia de ofrecer una explicación clara, sencilla y convincente. ¡Eso trataré!

Mi amigo y condiscípulo en la mencionada casa de estudios superiores, se relaciona con el nombre del mueble que se utiliza en instituciones educativas y en otras relacionadas, que cumple la doble función de mesa y silla. La consulta en concreto fue: ¿es mesasilla o mesa silla?

Mi respuesta, sin vacilaciones y con plena seguridad, fue y es mesasilla. ¿Por qué? ¡Porque es un elemento de dos componentes que por separado tienen usos distintos, que al unirlos forman uno, es decir, forman el sustantivo mesasilla. Ahora, que el DLE (Diccionario de lengua Española) no lo registra como tal, eso es otra cosa que la explicaré en el siguiente párrafo.

El hecho de que una palabra no esté registrada, no es impedimento para usarla, por las razones que también en varias ocasiones he mencionado: La Real Academia no es un ente que pueda decidir si un vocablo deba usarse o no. Su función es meramente de registro. Es entendible que por ahora no aparezca; pero si su uso se extiende, más temprano que tarde hará su ingreso triunfal en el registro lexical de la docta institución.

Es el mismo caso de sacapuntas, montacargas, cazatalentos, sabelotodo, saltamontes, brincacharcos, etc. Entonces, si es válido escribir y mencionar palabras, ¿por qué no mesasillas? ¡Todas son de la misma naturaleza! ¡Ah, que no está registrada! ¡Eso es lo que menos importa, sin menospreciar la labor de la Real Academia Española!

León XIV

Sin dudas, el acontecimiento que ha centrado la atención del mundo, de creyentes y no creyentes, ha sido la elección del sucesor del papa Francisco, que como se sabe es Robert Francis Prevost Martínez, quien adoptó el nombre de León XIV.

Se han generado dudas sobre si se debe decir León catorce o décimo cuarto. Me acojo a lo que recomienda la Fundéu (Fundación del Español Urgente). La referida fundación recomienda, con base en las reglas ortográficas y la verificación de la RAE, que debe escribirse en números romanos.

Hasta el número diez se leerían con un ordinal: Gregorio tercero, Paulo sexto, Juan Pablo segundo. Después del diez se utiliza la forma cardinal: Juan veintitrés, Pío doce, Benedicto dieciséis, etc.

Recalca que siempre deberá escribirse la numeración romana. En el número diez podrá se admiten ambas formas: diez o décimo. ¡Y no hay más!

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.