Luis Ángel Carcamo, de sesenta años, una persona sin hogar que vive en la calle con una mascarilla de protección, juega al ajedrez consigo mismo en una vacía avenida del centro de la capital salvadoreña, según esta imagen tomada en San Salvador el 11 de abril de 2020.
Y es que la pandemia del coronavirus está motivando todo tipo de imágenes y reflexiones relacionadas con el más que milenario juego del ajedrez.
Mientras millones de personas, desde niños a ancianos en los cinco continentes, juegan al ajedrez en pantallas, de forma virtual, donde se han disparado los torneos y clases digitales, así como las audiencias con motivo del confinamiento por el coronavirus, la imagen acerca un tablero real y la ilusión de seguir jugando en las calles a pesar de todo y aunque sea contra uno mismo.
Desde hace siglos el noble juego ha acompañado al ser humano cuando ha vivido otras pandemias, como por ejemplo en la peste negra, como se refleja en El Decamerón, cuando Giovanni Bocaccio menciona a sus personajes jugando al ajedrez en la espera interminable para que amaine la peste ya que «da consuelo a todos».
La casualidad o el destino quiso que el inicio de la gran pandemia coincidiera con el fallecimiento del conocido actor Max Von Sydow (1929-2020) quien jugó al ajedrez con la muerte en la película ‘El séptimo sello’(1957).
Recordemos, el caballero Antonius Block vuelve de las cruzadas y encuentra un paisaje desolado y una tierra devastada por la peste con pueblos abandonados y supuestas brujas quemadas mientras muchos se flagelan en procesiones con monjes anunciando el apocalipsis.
Entonces juega su vida contra la muerte que se presenta sombría, fantasmal, severa. Las dos sombrías figuras ante un tablero de ajedrez. En cierto modo, el remedio desesperado del ajedrez contra la plaga.
Y es que la muerte jugaba con negras, lo que recuerda a un jugador de ajedrez, el británico Joseph Henry Blackburne (1841-1924) quien era conocido por el alias de ‘La muerte negra’(Black death, en inglés, mismo término que se traduce como peste negra), a raíz del torneo de Viena de 1873, cuando rozó la gloria mundial siendo derrotado finalmente por el que fuera oficialmente primer campeón mundial, Wilhelm Steinitz (1836-1900).
El segundo campeón mundial Emanuel Lasker (1868-1941) dijo que Blackburne probablemente tenía más talento que Steinitz, pero no la ética de trabajo o disciplina necesaria para convertirse en campeón del mundo.
Dio nombre a una apertura con gambito, el Blackburne-Shilling (1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ac4 Cd4) favorable a las negras pero no es habitual. Gran bebedor, sostenía la teoría de que beber whisky mejoraba el ajedrez: «el alcohol aclara la mente, el whisky es un estímulo muy útil para la actividad mental. Siempre tomo un vaso o dos cuando juego».
De ‘La muerte negra’ se decía que era un plebeyo vestido de caballero.
Debe ser una persona inteligente una forma de pasar el tiempo. Buenísima. Animo