Adicciones en menores: todo comienza con la autoestima

El inicio del consumo de tabaco y alcohol en los jóvenes ha bajado hasta los doce años según informa el Observatorio Español de Drogas y Adicciones (OEDA).      

Los efectos de la autoestima sobre este consumo, van ligados estrechamente a la cantidad de la ingesta, si bien esta aumenta y se modifica, con el añadido de drogas en mayor o menor medida.

El uso y abuso de las drogas en los primeros años de la adolescencia, permiten saber cómo va a estructurarse la persona gracias al control de los impulsos, si bien, en su vulnerabilidad el menor arranca con una baja autoestima y una compulsión que no regula, que desemboca necesariamente en una dependencia que cree siempre controlar.

La autoestima favorece el sentimiento de seguridad de la persona y evita las conductas de evasión y por tanto, de recompensa, cuando sin control se buscan para no afrontar la realidad. Por otro lado, la compulsión satisface de inmediato a la persona que sin control alguno, elige mal y elige matarse lentamente con las diversas ingestas, todo ello, sin preverlo.

Cuando la autoestima es alta o moderadamente alta, se puede considerar un factor protector que aleja al adolescente de las influencias nada saludables de iniciarse en el consumo de estupefacientes. Asociar estos al ocio, puede ser un inicio pero si se controla, que es raro en esa edad, puede solamente procurarse en días puntuales.

Si la ingesta es diaria, habitual y se busca sobre todo para evadirse, la conducta se modificará sine die, si no buscamos una ayuda profesional. Entrar por el hueco de la adicción es razonablemente sencillo y el adolescente, ya convertido en adulto, lo asociará a un estadio de bienestar que nunca va a dejar de motu proprio.

El cerebro, que se ve afectado por las adicciones, y en concreto, las neuronas, envían, reciben y procesan señales que registran los neurotransmisores. Entonces, el sistema o circuito de recompensa, (que son los centros en el sistema nervioso central que obedecen a estímulos específicos y naturales), permiten que el individuo asocie conductas aprehendidas que responden a hechos placenteros o de desagrado.

circuito-de-recompensa-cerebral1 Adicciones en menores: todo comienza con la autoestima

Cuando las drogas actúan sobre el sistema límbico, que está en la parte interna del cerebro, provocan una sensación de placer (artificial) en donde se inicia el proceso de la adicción de una manera silente. Entonces el córtex prefrontal que regula nuestro pensamiento y lo que llamamos vida racional, deja de «funcionar» y entonces, vemos modificada nuestra conducta. La alteración de los circuitos cerebrales de recompensa, permiten que las personas que ya están predispuestas a cambios bioquímicos permanentes, gestionen la adicción y la mantengan por la baja actividad del córtex.

En ese sentido, los neurotransmisores se involucran en la respuesta y la dopamina (presente en las área de recompensa mesolímbica) media las respuestas de euforia y estimulación en el cerebro. Las endorfinas y el ácido Gamma Amino Butírico (GABA), interactúan para producir ese desorden adictivo.

Entre los diversos factores que se anidan en la persona, existe un vínculo necesario a la ansiedad que se regula con la ingesta de alcohol (un depresor) y/o la marihuana o el hachís en las primeras etapas. Si bien, la adicción al alcohol adquiere una mayor connotación dentro de los hábitos de la persona cuando se ingiere para estar bien desde una temprana hora. Si no se concibe una celebración; un evento; una fiesta, la parte recreativa y lúdica del alcohol y las drogas, pasa al nivel siguiente.

Para entonces, el adolescente, ya adulto asocia su conducta a una baja autoestima, una tendencia al aislamiento, a la depresión y la ansiedad que regula él solo con las drogas y el alcohol. En esta espiral de la que no se sale sin ayuda, se reconocen otros factores cognoscitivos, afectivos, emocionales, motivaciones, que de un modo u otro, intervienen siempre con la evolución del consumo. En todos, siempre la ansiedad tiene un papel representativo y sobre su intensidad, se encuentra la moderada, baja o alta ingesta de tóxicos.

Cuando la autoestima, que en el fondo es una experiencia íntima, los sentimientos de aceptación y rechazo que las personas tienen de sí mismas y de sus cualidades y/o defectos, se trabaja desde la historia personal, las habilidades de cada uno y la trayectoria que ha podido ser destruida en la infancia, hay cura. En este entorno, nada adecuado de autopercepción, también se gestiona una depresión incipiente que puede minar, si cabe más, la motivación de la persona para continuar con una vida entendida como normal.

El problema real tiene lugar cuando el adulto, que ya no justifica los patrones de un adolescente, tiene esa mala percepción de sí mismo, se autodestruye y no ve motivación suficiente para salir de ahí. Tocar fondo o perderlo todo puede ser el inicio de un despertar, si bien, en personas inteligentes un apoyo externo, un empujón hacia la ayuda y una meta pueden ser el comienzo de una cura. Todo se inicia por algo y todo puede terminar con algo. Salir solo de una adicción es prácticamente imposible porque la voluntad de curarnos, si no nos percibimos enfermos, es nula. Lo malo de todo ello es que en el interim, puede existir un fracaso o una conducta delictiva o impropia que nos lleve a fallecer por un abuso puntual y en muchos casos, se pierde la vida con cierta facilidad sin preverlo.

Padecer a posteriori enfermedades crónicas, pulmonares, cardiovasculares, hepáticas y/o cáncer, puede ser el final menos malo de la historia personal de un adicto. La adicción se puede curar; solamente hay que tener un porqué, quizá vivir.

Lo curioso, es que aunque se haya producido un daño estructural importante en el cerebro, al existir una plasticidad cerebral en recuperación constante, la persona puede mejorar su funcionamiento, puede dejar la adicción y puede volver a ser feliz sin tóxicos. El único paso es querer hacerlo. Pida ayuda, porque esta existe y solamente es dar un paso al frente.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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