Cuando algunos de los «regímenes autoritarios y represivos»» del mundo fueron elegidos como miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (CDH), la congresista estadounidense Dana Rohrabacher comentó: «los internos se han apoderado del asilo, no tengo intención de dar a los locos más dinero de los contribuyentes estadounidenses para que jueguen», informa Thalif Deen (IPS) desde Naciones Unidas.
Entre esos países estaban Cuba, China, Rusia, Kazajistán y la República Democrática del Congo (RDC).
Esa observación trae recuerdos de un clásico de Hollywood galardonado en 1975, Alguien voló sobre el nido del cuco, con Jack Nicholson como un paciente rebelde que causa estragos en una institución mental estadounidense mientras lidera un grupo de reclusos que protestan.
Y el 4 de febrero 2025, el gobierno de Donald Trump decidió, metafóricamente hablando, volar sobre el nido del cuco y retirarse del Consejo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, que cuenta con 47 miembros.
Una retirada más que todo simbólica aunque de gran impacto mundial, ya que Estados Unidos no integraba ese Consejo en la actualidad. Además es una réplica de la decisión que dictó durante su anterior presidencia (2017-2021), cuando en 2018 se salió también del organismo, al que su sucesor y antecesor, Joe Biden, volvió en 2021.
Simon Adams, presidente y director ejecutivo del Centro para Víctimas de la Tortura, dijo a IPS que el Consejo de Derechos Humanos y todos los organismos de las Naciones Unidas son mejores y más fuertes con la participación activa de Estados Unidos.
«Cualquier Estado que se retire del CDH solo anima a los dictadores, torturadores y violadores de los derechos humanos del mundo», precisó.
Además, dijo, «en este momento de la historia, con un autoritarismo creciente y los derechos humanos bajo ataque en tantas partes del mundo, el Consejo de Derechos Humanos sigue siendo indispensable».
El embajador A. L. A. Azeez, comentarista de política exterior, quien anteriormente fue representante permanente de Sri Lanka ante la ONU en Ginebra, dijo a IPS que la retirada de Estados Unidos del CDH es una medida contraproducente que perjudica tanto a los intereses estadounidenses como a la causa global de los derechos humanos.
«Esta salida de una institución multilateral crítica probablemente no logrará un cambio transformador dentro del consejo. Nunca sucedió con sus retiradas anteriores, ni puede suceder ahora, con la actual», señaló.
¿Qué se consigue entonces?
«Se elimina la oportunidad de Estados Unidos de participar de manera constructiva con los miembros y las partes interesadas, contribuyendo al fortalecimiento del multilateralismo de los derechos humanos», indica Azeez.
Al retirarse, abundó, «Estados Unidos pierde su capacidad para dar forma a la narrativa, impulsar las reformas necesarias y defender sus valores».
El multilateralismo de los derechos humanos, argumentó, depende del compromiso y la colaboración de diversas naciones. ¡Ni de un solo Estado o un pequeño grupo de Estados, por muy influyentes que sean!, exclamó.
Esta retirada equivale a una abdicación de la responsabilidad compartida de promover y proteger los derechos humanos.
Se corre el riesgo de que indique una disminución del compromiso de Estados Unidos con los derechos humanos, lo que podría erosionar el sistema internacional de derechos humanos y dañar la credibilidad y la autoridad moral que Estados Unidos tiene en la escena mundial, dijo el embajador Azeez.
Estados Unidos, insistió Azeez, no puede permitirse proyectar una imagen de compromiso selectivo, percibida como supeditada a la alineación del consejo con los puntos de vista estadounidenses.
Esta erosión de la credibilidad dificulta la capacidad de Estados Unidos para predicar con el ejemplo y defender eficazmente los derechos humanos.
La principal motivación esgrimida para la retirada sería la preocupación por la parcialidad contra un aliado cercano de Estados Unidos en Medio Oriente: Israel.
Aunque estas preocupaciones se expresan a menudo, ¿es la salida del Consejo la mejor solución? Un enfoque más constructivo sería seguir participando y trabajar para abordar las preocupaciones percibidas desde dentro, analizó el diplomático esrilankés.
Cálculos estratégicos pueden impulsar la idea de la retirada de los organismos multilaterales, pero pese a la Casa Blanca de Trump o no, la era de la unipolaridad ha terminado, analizó.
A juicio del embajador, el multilateralismo debe reafirmarse, actuando como una fuerza mediadora entre los intereses geopolíticos en conflicto, al mismo tiempo que destacó la importancia de la participación en los esfuerzos multilaterales en materia de derechos humanos e impulsar un cambio significativo desde dentro.
Sobre el abandono del Consejo de Derechos Humanos de Washington, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, dijo el mismo 4 de febrero: «No altera nuestra posición sobre la importancia del Consejo de Derechos Humanos como parte de la arquitectura general de derechos humanos dentro de las Naciones Unidas».
Sobre el abandono de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina, la Unrwa, anunciado el mismo día, Dujarric recordó que tampoco es algo nuevo. En todo caso, precisó, «no altera nuestro compromiso de apoyar a la Unrwa en su labor de prestar servicios críticos a los palestinos bajo su mandato».
Amanda Klasing, directora nacional de Relaciones Gubernamentales y Defensa de Amnistía Internacional en Estados Unidos, recordó que Trump hace el anuncio de la retirada el Consejo de Derechos Humanos cuando ni siquiera es un integrante en activo.
A su juicio, la medida es solo la última idea del presidente Trump para demostrar al mundo su total y flagrante desprecio por los derechos humanos y la cooperación internacional, incluso si eso debilita los propios intereses de Estados Unidos.
«Nuestro mundo necesita cooperación multilateral en torno a intereses compartidos, especialmente la protección de los derechos humanos», consideró Klasing.
A su juicio, «las instituciones internacionales seguirán funcionando, con o sin Estados Unidos, pero parece que el presidente Trump no está interesado en tener un asiento en esa mesa para dar forma a las normas y políticas del futuro, o incluso para proteger los derechos humanos de las personas en Estados Unidos».
El CDH proporciona un foro global para que los gobiernos debatan sobre cuestiones de derechos humanos, puede autorizar investigaciones que sacan a la luz violaciones de los derechos humanos, aunque no es perfecto.
Es por ello una herramienta para hacer que los gobiernos rindan cuentas en el cumplimiento de sus obligaciones en materia de derechos humanos, incluso con su propia población.
La decisión performativa del presidente Trump de retirar a Estados Unidos del CDH, señaló Klasing, indica al resto del mundo que Estados Unidos está dispuesto a ceder por completo a otros países importantes decisiones sobre violaciones de derechos humanos que ocurren en todo el mundo.
«No se trata de que el presidente Trump se burle de la institución, sino que simplemente está demostrando que prefiere hacer una demostración insensible de rechazo a los derechos humanos que hacer el trabajo necesario para proteger y promover los derechos humanos de las personas en todas partes, incluso en Estados Unidos», sentenció.