Según los datos de la Encuesta Estudes 2018 (uso de las drogas en la enseñanza secundaria en España) los adolescentes españoles nos traen alguna buena noticia pero otras que son necesariamente peligrosas y nos dan pistas para los futuros o ya inmediatos problemas en los que ya están metidos los jóvenes.
La ligera bajada del consumo de drogas obtenida en la encuesta refleja el consumo de drogas entre los adolescentes españoles de 14 a 18 años que el Ministerio de Sanidad publica cada año. Esta se ve compensada por el consumo de alcohol y tabaco que retrasa la edad de inicio a los 14,1 años.
Si bien, se evidencian las nuevas aficciones y retos a los que los adolescentes se someten en las redes sociales e Internet que no dejan de sorprendernos. El uso compulsivo del juego y apuestas en la red ha subido hasta el 21 % entre estudiantes de 13 a 17 años y se advierte una mayor prevalencia entre chicas que entre chicos. El uso generalizado de las redes sociales alcanza su pico más alto a los 16 años y los jóvenes presentan conductas alteradas cuando se les priva del móvil, tienen nomofobia (no-mobile-phone-phobia) y actúan con sus iguales durante al menos cinco horas al día, pero siempre a través de la red.
Aumenta necesariamente el consumo de cannabis si bien ha bajado ligeramente el consumo de tabaco que se ha visto sustituido por el cigarrillo electrónico entre los jóvenes. Los datos están ahí, el tabaco pasa de un 20,1 a un 17,1 si bien el cannabis sube al 26.4 % y el alcohol se mantiene en el 75,6 %.
Un dato que preocupa y mucho, es la ingesta de hipnosedantes con o sin receta y los ansiolíticos que toman los jóvenes en época de exámenes o cuando existe algún conflicto que suponga enfrentarse con la realidad. La frustración mal gestionada les invita a evitar la vida mediante estos fármacos.
Referente a la cocaína, si bien por el precio muchos adolescentes no pueden alcanzar a comprarla, alcanza sus mínimos históricos pero se ha visto sustituida por éxtasis, droga canibal, anfetaminas o metaanfetaminas.
El aumento de apuestas online, las apps para jugar y las apps para ligar son las tendencias actuales que atraen a la juventud que no hace sino componer una vida a través de un móvil aunque los datos se sostienen y alcanzan un 21 %. Desde relacionarse hasta ligar; desde jugar hasta entretenerse. Estos factores están necesariamente ligados a una falta de autoestima que crece cuando intervienen en la red y son y proyectan ser alguien.
Las sustancias psicoactivas y el alcohol, les permiten desinhibirse en contextos en donde les es más complicado establecer relaciones humanas y comprometerse. La realidad virtual, la dependencia de internet y las alteraciones de nuestra conducta además del aislamiento del contexto social en el que se encuentran los adolescentes, les inducen a tener pensamientos obsesivos y ansiedad si se ven privados de su dependencia que no es otra que tener el móvil en la mano y proyectar cada minuto quiénes son.
La no aceptación, la falta de «likes» (me gusta) o la falta de amigos en la red hace que muchas veces proyecten en la vida real la aceptación a través de las drogas, el alcohol, los psicofármacos o el juego online. Todo ello cercado por la proyección de una imagen distorsionada de la realidad, la dismorfobia que puede alcanzar cotas importantes de anorexia o bulimia así como otras fobias que están siendo proyectadas en consultas de medicina de familia.
Las nuevas tecnologias ofrecen la bondad de la comunicación y el conocimiento al instante pero si no están reguladas pueden inducir a otras conductas que lejos de no estar vinculadas al uso del móvil lo están y mucho.
Una educación adecuada, el conocimiento de las drogas y el abuso del alcohol además de otros riesgos a los que se enfrenta el adolescente es la única forma que tienen los padres de proteger a los chicos de las nuevas formas de relacionarse que pasan, necesariamente por la salud mental y física de sus hijos.
Una vez que la relación con el móvil se ha regulado, posiblemente, el joven pueda volver a la vida real y tener un proyecto vital que no pase por las drogas, el alcohol y otras actividades de la red. Si se ha pasado de rosca, volver a empezar necesariamente pasa por tener una consulta con un psicólogo y por ver el posible grado de dependencia que tiene con un psiquiatra llegado el caso. Pasarlo por alto, dejarlo correr, o pensar que son cosas de la edad, no hará sino cronificar una situación que pasada la mayoría de edad les hará perder, al menos una década tratando una o varias adicciones que tendrá de por vida.