Prácticamente a la misma velocidad a la que se iba desarrollando toda la tecnología que tiene que ver con los diferentes dispositivos que hoy en día usamos como algo común (ordenadores, teléfonos o tablets) se fue creando la necesidad de encontrar sistemas de almacenamiento de datos que fueran, cada vez, más amplios en un tamaño menor.
Hoy en día se hace casi impensable que los disquetes fueran de lo más usados unos años atrás con una capacidad de memoria que no superaba en algunos casos los 80 KB. Pero las exigencias ahora son mayores y las opciones para almacenar datos son diferentes.
Por un lado, se puede contar con los USB y sus 256 GB de memoria que bien se pueden adaptar a las necesidades que se tengan. Con ellos se dio todo un salto cualitativo y, de repente, ya no resultaba tan difícil el poder transportar una gran cantidad de información en un dispositivo pequeño.
Lo que ocurre es que no siempre se quiere contar con un elemento físico donde almacenar cierta información. Por ejemplo, en el caso de los discos duros algo que se aconseja siempre es que, cada cierto tiempo, se lleven a cabo copias de seguridad para evitar posibles pérdidas y el siguiente paso lógico con la llegada de Internet fue el almacenamiento en la denominada nube.
Sí, ahora se puede tener acceso a todo tipo de información, en cualquier momento y se esté donde se esté con tan sólo contar con un dispositivo conectado a la Red. Esto, por supuesto, trae consigo muchas ventajas porque las empresas con cada vez más internacionales y se hace necesario el poder acceder a determinada información sin importar que uno se encuentre en un viaje de negocios. Además, el poder acceder a ella con tanta facilidad también se presta en ser mucho más resolutivos y dar respuestas a problemas en un tiempo récord.
¿Cuál es el futuro del almacenamiento?
Aunque todo lo anteriormente comentado es cierto, el desarrollo de la tecnología que concierne a este mercado no se ha parado ni un momento, y es por este motivo por el que podemos hablar de una nueva tecnología. En este caso se trata de conseguir almacenar información a nanoescala, pero ¿cómo?
Un equipo de la Universidad de Manchester ha llevado a cabo un estudio en el cual han podido comprobar que con el uso de imanes unimoleculares a temperaturas muy bajas la capacidad de almacenamiento de datos es mucho mayor que la actual. De hecho, se trataría de un almacenaje de cientos de veces mayor si se compara con los discos duros tradicionales.
Para hacernos una idea de lo que esto puede suponer habría que traducirlo a un tamaño no superior a una moneda de 2 euros en la que cabrían más de 23 000 GB. Si se tiene en cuenta que en los USB mencionados, o en los mismos móviles, la capacidad suele rondar los 256 GB, se puede ver que la diferencia es abrumadora.
Por supuesto, y al menos de momento, esta tecnología quedaría relegada para aquellas empresas que requieran de un almacenamiento de datos tal, como es el caso de Google, pero quién sabe si el futuro de este sector sigue por este rumbo.
