El 80 % de la población vive en áreas urbanas con un nivel de consumo insostenible
Greenpeace identifica el cambio en el modelo de consumo de las ciudades como una de las herramientas que revertirán la crisis planetaria y la gestión de residuos, y la peatonalización o el cambio en la alimentación serán algunas de las áreas donde se focalizan los diferentes proyectos en las ciudades de Albacete, Barcelona, Madrid, Palma, Pamplona, Santiago de Compostela, Sevilla, Soria, Valencia y Zaragoza, elegidas por la organización ecologista para ser pioneras en esta revolución urbana.
Greenpeace va a trabajar y hacer incidencia para demandar a los equipos de gobierno municipales modelos sostenibles que integren la lucha contra el cambio climático, reviertan la pérdida de biodiversidad y creen espacios amables y sanos para las personas.
Greenpeace ha recogido en el documento “Tu consumo lo cambia todo” las áreas en las que es prioritario comenzar a trabajar en esas diez ciudades y las posibilidades que tienen de cambio.
“Hemos elegido estas ciudades para trabajar con ellas cambios sustanciales en materia de residuos, salud, alimentación y movilidad. Queremos que acepten nuestro reto y se conviertan en ejemplos a seguir a nivel nacional e internacional. Porque los cambios globales se logran con victorias en lo concreto”, ha apuntado Celia Ojeda, responsable del programa de Consumo de Greenpeace.
El 80 % de la ciudadanía española vive en ciudades. Las urbes son los lugares donde se consume más agua, más energía, donde el transporte causa mayores índices de contaminación, donde se consumen más productos de usar y tirar o donde se generan más residuos. Además acogen a la mayor parte de la población mundial. En 2007 se superó por primera vez el porcentaje de personas que viven en ciudades, frente aquellas que viven en el medio rural y se espera que esta cifra siga aumentando.
En España, por ejemplo el área metropolitana de Madrid pasará de los 1,7 millones de habitantes que tenía en 1950 a 6,7 millones en 2030, un crecimiento que implica multiplicar por cuatro su población. Mientras, el área metropolitana de Barcelona pasará de albergar a 1,8 millones de personas en 1950 a 5,7 millones en 2030.
El objetivo que persigue Greenpeace con esta campaña es convertir las ciudades en espacios sostenibles, que aborden la gestión de los recursos naturales, la mitigación de los gases de efecto invernadero y otras formas de contaminación como una prioridad. Se busca que sean urbes más humanas, más saludables, más eficientes, menos contaminadas, con menos residuos. Espacios donde la calidad de vida, la reparabilidad, el intercambio, las nuevas economías y la comunidad tengan un peso fundamental.
“Queremos ciudades sostenibles, amables y preparadas para las personas, que reduzcan su impacto en el entorno natural. Los ayuntamientos deben ser valientes para afrontar este cambio” ha declarado Ojeda.
En su trabajo con las ciudades Greenpeace dirigirá sus actuaciones hacia aquellos sectores que tienen más impacto en el medio ambiente y más potencial de cambio y estos serán sus objetivos:
- Alimentación local, sana y justa: El modelo agroalimentario es uno de los que más impacto para el medio ambiente tiene, en concreto la carne y otros derivados, ya que el 14 % de los gases de efecto invernadero provienen de la ganadería. Podemos cambiar a través de nuestro consumo variando nuestra dieta y demandando a los ayuntamientos que fomenten una dieta sostenible en su compra pública.
- Movilidad para las personas y su salud: Este sector es el principal causante de la contaminación atmosférica en las ciudades. Las mayores áreas metropolitanas representan prácticamente la mitad de todas las emisiones causadas por los desplazamientos de índole urbano y/o metropolitano. Las ciudades deben optar por sistemas de movilidad sostenibles a través de Planes de Movilidad, tanto urbanos como metropolitanos.
- Acabar con la cultura de usar y tirar: Los plásticos y, especialmente los de un solo uso, como las botellas de agua, las bolsas, las pajitas, etc.. han invadido nuestra vida. Hay que romper el mito de que lo desechable es un símbolo de progreso. Como consecuencia de una mala gestión de los residuos o de su abandono, hasta 12 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando el 60-80% de la basura marina. Hay que apostar por un sistema de gestión que fomente su reducción y el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR). Además se debe fomentar la reparabilidad, la reutilización, el intercambio y otras maneras de alargar la vida útil de los productos.