En la muerte de George Steiner

El legado del escritor e intelectual de origen francés lo convierte en uno de los grandes referentes del siglo XX

La muerte de Harold Bloom el año pasado y la de George Steiner la pasada semana nos privan de dos de los más importantes referentes intelectuales del mundo de la crítica literaria y humanista.

Ggeorge-Steiner-2020 En la muerte de George Steiner
George Steiner

En algún sitio he dicho que tenemos que agradecer a la editorial Siruela el esfuerzo que viene haciendo desde hace años con la publicación en España de la obra de este pensador y crítico literario. Gracias a esta labor editorial han llegado hasta nosotros ensayos tan luminosos como “Pasión intacta” (1997), “Nostalgia del absoluto” (2001), “Lecciones de los maestros” (2004) o su propia autobiografía, a la que el autor puso el desafiante título de “Errata” (1998). Obras que han venido a unirse a otras más conocidas como “Tolstoi o Dostoievski”, “Presencias reales” o “En el castillo de Barba Azul”.

Hace años que soy seguidor de la obra de Steiner. Cada vez que se publicaba un nuevo libro allí estaba yo devorando las páginas en las que siempre encontré reflexiones lúcidas y respuestas originales. Lo echaré de menos.

Una obra para la reflexión y el pensamiento

La obra de George Steiner (París, 1929-Cambridge, 2020), Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001, es una de las más apreciadas de la cultura contemporánea en el ámbito de las Ciencias Sociales y la Literatura comparada.

En el primer párrafo del primer capítulo del primer libro publicado por George Steiner (“Tolstoi o Dostoievski”), el escritor ya expone su idea de la que debería ser la crítica literaria: “la crítica literaria debería surgir de una deuda de amor”.

George Steiner considera que los tres momentos culminantes de la historia de la literatura occidental fueron la época de Platón, los años de Shakespeare y la Rusia de Tolstoi y Dostoievski. La obra de Tolstoi, afirma Steiner, recoge el legado de la épica clásica de Homero (el mismo novelista comparó en alguna ocasión “Guerra y paz” con “La Ilíada”) y lo traslada a la Rusia del siglo XIX, en la que también se sitúan dos mundos enfrentados en una lucha mortal. Enfrentamiento que no es sólo el de las batallas sino también el que se lleva a cabo en el seno mismo de la sociedad. Por eso Steiner también califica de homérica “Ana Karénina”.

El último libro de George Steiner publicado en España, también por Siruela, lleva el título de “Fragmentos”. Para quienes no conozcan la obra de Steiner es muy recomendable acercarse a ella a través de esta lectura, ya que aquí resume casi todo su pensamiento en una serie de miniensayos sobre diversos temas que ocupan algunas de las preocupaciones del hombre contemporáneo y sobre las que el autor ha venido reflexionando a lo largo de su vida. Utilizando un viejo recurso literario, Steiner utiliza aquí los fragmentos legibles de un supuesto pergamino carbonizado encontrado en las ruinas de una villa de Herculano, atribuido a un moralista del siglo II d.C., un tal Epicarno de Agra. De este modo manifiesta sus afirmaciones acerca de los temas de los que trata y deja en suspenso las soluciones a otros con el argumento de que resultan ilegibles.

En “Fragmentos” Steiner vuelve a hablarnos en términos sintéticos de uno de los temas a los que se ha referido en otras ocasiones, el del misterio del genio y el talento. La creatividad de algunas personas geniales escapa al entendimiento, máxime cuando algunos de ellos (frecuentemente en el campo de las matemáticas, la música y el ajedrez) se dan en edades muy tempranas, incluso en la infancia. Para Steiner la falta de educación y la salud condicionan el desarrollo del talento, sobre todo en sociedades atrasadas, y confía en que con los años los avances de la tecnología y la civilización eliminen esas barreras. Sin embargo piensa que la situación no cambiará ostensiblemente porque concede también importancia a la genética y sobre todo a la cultura social para explicar el fenómeno: “Una mayoría incalculable de la humanidad elegirá ver telenovelas en vez de leer a Esquilo; hará del fútbol una religión global, y considerará el pensamiento abstruso como algo cómico y vagamente amenazante. ¿Y por qué no habría de hacerlo?. ¿Qué obra de arte, qué poema, qué hallazgo topológico ha logrado mantener el hambre a raya, hacer que la injusticia sea más soportable?”.

Para Steiner uno de los valores fundamentales del ser humano es el de la amistad, un sentimiento que adopta formas diferentes a lo largo de la niñez, la adolescencia, la edad adulta y la vejez. Su importancia en la vida del ser humano se impone incluso a la del amor, hasta el punto de convertirse en un valor antagónico a este. El de los valores antagónicos es uno de los temas que han ocupado una parte importante de la obra de Steiner. Así el problema de la existencia del mal y su presencia a lo largo de toda la historia de la humanidad, desde el crimen de Caín a los hornos crematorios del Holocausto. Esta inmanencia explica incluso el hecho de que proyectos nobles e ideales resplandecientes se convirtiesen en catástrofes, como el socialismo mesiánico que engendró el gulag. Así también el ser y el no ser o el misterio de la existencia de Dios, que Steiner a analizado a la luz de las filosofías de Tomás de Aquino, Descartes, Pascal, Leibniz, Kant, Hegel o Nietzsche. La conclusión de Steiner es ambigua: “Concediendo que hasta ahora ninguna prueba de la existencia de Dios ha resultado satisfactoria –no digamos ya concluyente-, ¿qué prueba tenemos de su no existencia?”.

Otros temas polémicos de nuestro tiempo han sido tratados en la extensa producción de George Steiner: el protagonismo del dinero y de las riquezas en la sociedad contemporánea, la belleza física, la salud, la desolación de la vejez, la muerte y el derecho a la eutanasia…

Un conversador envidiable

Asistí en 2001 a una multitudinaria rueda de prensa que George Steiner dio en una de las salas del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Más que una rueda de prensa fue aquella una lección magistral que nos dejó deslumbrados a los periodistas que la cubríamos. TVE podría emitirla tal cual fue grabada sin temor a que en ningún momento decaiga su interés.

“Un largo sábado” es el título de una extensa entrevista que la periodista y filóloga francesa Laure Adler hizo a George Steiner en 2014. El título alude al concepto que el Nuevo Testamento atribuye al sábado, el día siguiente a la muerte de Cristo y víspera de su resurrección: un día de espera. Es también un excelente documento para conocer la obra de Steiner porque a lo largo de la conversación surgen los temas que han ocupado su obra, a veces con nuevos enfoques y argumentos añadidos.

George Steiner admite que el gran fracaso de su obra intelectual es el de no haber dado con la respuesta a la pregunta que le ocupó toda su vida, la de la imposibilidad de que la cultura salve a la humanidad. No se trata sólo de que la cultura no impida las manifestaciones de violencia y de sadismo de los seres humanos sino al hecho de que ambos elementos se den simultáneamente en las mismas personas. Durante la barbarie nazi, señala Steiner, los mismos que por la noche oían a Schubert y a Mozart, por la mañana torturaban en Auschwitz, en Bergen-Belsen o en Majdanek. Decir que sólo podía darse en Alemania es un gran error. Lo hemos visto repetirse en Ruanda y en las guerras de Yugoslavia. En el momento de sentir cercana su propia muerte Steiner se lamenta de no haber encontrado una respuesta satisfactoria, y una duda lo tortura: “¿Es posible que tal vez las humanidades puedan volverle a uno inhumano?… Nos alejan de la vida, nos dan tal intensidad con la ficción que a su lado la realidad pierde color”.

Una de las presencias permanentes en la obra de Steiner es la de su condición de judío y sus relaciones con el judaísmo. Steiner no era creyente y se ha manifestado de forma muy crítica sobre las políticas contra los palestinos, por lo que ha sido declarado “persona non grata” en Israel. Ser judío, decía, es negarse a humillar o torturar al otro; es negarse a que el otro sufra por mi existencia. Fascinado por el misterio de la excelencia intelectual judía se plantea una serie de interrogantes: “¿Cómo se explica que el setenta por ciento de los premios Nobel de ciencias sean judíos? ¿Por qué el noventa por ciento de los maestros de ajedrez son judíos? ¿Por qué los judíos se reconocen entre sí en una esfera que es sólo la de la reflexión racional?”.

A lo largo de su obra Steiner abordó también los temas del lenguaje, el concepto de trascendencia, la amenaza del islamismo, la crítica al sicoanálisis y al arte conceptual (“A los que pretenden hacer gran arte poniendo unas botellas de orina en el suelo de la Tate Gallery les digo claramente: ¡sois unos gilipollas!”), al marxismo como un nuevo mesianismo judío, al capitalismo depredador (“hay quien pone a diez mil personas de patitas en la calle y se va con una prima de cinco millones tras haber arruinado la empresa o el banco que dirigía. ¿Es ese el ideal de libertad humana?”), y sobre todo hay que elogiar la defensa que siempre ha mantenido de la importancia de los libros en la cultura (“el hallazgo de un libro puede cambiar una vida”).

Steiner de ficción

En un momento de la entrevista con Laurie Adler, George Steiner se lamentaba de no haber conseguido una gran obra de ficción. Para él, sus novelas y sus narraciones cortas no eran sino relatos de ideas, de debates, de diálogos.

Steiner calificaba su mejor novela, “El traslado de A.H. a San Cristóbal” (A.H son las iniciales de Adolf Hitler), como una meditación sobre el poder supremo y el hitlerismo. Se trata de una de las narraciones incluidas en la recopilación de la obra de ficción de George Steiner que la editorial Siruela ha publicado bajo el título “En lo profundo del mar”. En esta narración, ante las sospechas de que los restos calcinados encontrados en el bunker de Berlín no fueran los de Hitler (una hipótesis que se ha barajado por diferentes investigadores) Steiner imagina a un comando de cazanazis judíos en la selva de Paraguay localizando a un anciano que resulta ser el führer del Tercer Reich. El traslado desde la cabaña en la que vivió desde su huída de Alemania hasta la localidad de San Cristóbal, atravesando un territorio plagado de pantanos y aislado por selvas tupidas, es lo más logrado de una narración que trata de reflexionar sobre la maldad y sus causas.

La tesis de la novela se desarrolla en las últimas páginas cuando, antes de entregarlo, el comando decide someter a A.H. a un juicio en el que se le da la palabra para que exponga los términos de su defensa. Su lectura puede levantar ampollas.

Otras narraciones de Steiner también abordan el tema de la Segunda Guerra Mundial, como “No vuelvas”, “Dulce Marte” o “El pastel”, en las que condena todas las guerras: “Las guerras matan mucho tempo después de acabar”.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.