Desde los comienzos de la literatura, existió el interés por contar las peripecias y hallazgos de los viajes. El griego Pausanias nos guiaba por Grecia, en sus escritos, como también lo hizo Homero. Marco Polo, en 1298, se aventura por la China y nos deja su testimonio en “El libro de las maravillas o los viajes de Marco Polo”. Con el descubrimiento de América, son muchos los escritores viajeros, comenzando por los Cronistas de las Indias y continuando por los científicos Wilhem von Humboldt y Charles Darwin.
Goethe, Swift, Julio Verne, Mark Twain no escaparon del hechizo de los viajes, y en el siglo XX recordamos al escritor estadounidense Ernest Hemingway como uno de los grandes escritores aventureros.
En Latinoamérica, Vargas Llosa escribe un bello libro con fotografías de su hija sobre Paul Gauguin en Thaití y varios son los escritores que incursionan en los relatos de viajes. Colombia tiene su Marco Polo: el escritor y periodista Enrique Córdoba, quien en su libro: “El Marco Polo de Lorica”, reúne crónicas de sus viajes y reportajes, a través de 50 años de trabajo periodístico.
Enrique fue diplomático, graduado en Derecho Internacional, fundador del programa radial “Cita con Caracol” en transmisiones con 117 países, y columnista de viajes del diario El Nuevo Herald.
Ha obtenido varios reconocimientos por su labor periodística: ganador del Premio Cervantes 2007- Universidad Nova; Condecoración de Juan Carlos I, Rey de España. Además de figurar en mi libro: “Miami Habla-Hispanos Emblemáticos”, auspiciado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española y la Fundación España-Florida.
Ha publicado varios libros: “Cien Voces de América”, “Mi pueblo, el mundo y yo”, “Te espero en la frontera”, y su reciente relato “El Marco Polo de Lorica”. Lo entrevistamos en Radio Caracol, donde nos cuenta su vida de novela y los 50 años de noticias, reportajes y andanzas por el mundo.
Enrique Córdoba: Tu sabes Adriana, que junto con mi tarea periodística siempre he escrito libros. Mi primer libro “Voces de América” es el resumen de entrevistas radiales a personalidades. Luego surge “Mi pueblo, mi mundo y yo”, crónicas de mi terruño, Lorica, donde nací, en Colombia.
Adriana Bianco: Recientemente has presentado en Colombia y en Miami, tu nuevo libro: “El Marco Polo de Lorica”. Como surgió este libro….
EC: Son 50 años de Crónicas, de viajes, de vivencias de este monaguillo de 14 años que abandona su pueblo, para emular a Marco Polo. Dejo aquella bella costa del Caribe colombiano y empiezo mi historia por el mundo. Recorro Latinoamérica, Europa, luego, mis viajes por Asia recientemente. Tengo muchas anécdotas: me fascinaron los sastres de Tailandia, en Taiwan tome el elevador más veloz de la tierra, en Singapur no pude mascar chicle porque está prohibido, son muchas las historias y así las narro en mi libro. Hay recuerdos de Europa, cuando me encontré con el pintor Fernando Botero tomando una cerveza en Florencia…o en México, en la famosa feria del libro de Guadalajara, con el escritor chileno Skármeta. Pero mira, más que contarte, te regalo el libro para que lo leas, porque eres una amiga viajera, viajas conmigo en este tren de los sueños.
AB: Gracias, Enrique. En realidad, no solo nos cuentas de tus viajes sino que eres parte de la historia del periodismo hispano de Miami. Hace ya muchos años que vives y trabajas en el Sur de la Florida.
EC: Llegue a Miami con Carlos Lehder Rivas, el traficante colombiano, pero en dos aviones distintos. Él vino extraditado y yo vine a cubrir su juicio, en Jacksonville, en 1987. Había sido nombrado corresponsal del diario El Espectador y trabajaba también para la cadena Caracol. Llegué en una época que había que ir al centro de Miami para buscar los periódicos y enterarse de lo que pasaba en América Latina, porque no existían las velocidades del internet.
Miami era un pueblo de mar donde la gente venía a descansar a las playas y comprar en los centros comerciales porque las mercancías eran baratas.
Cuando yo llegué en los 80, éste era el epicentro del narcotráfico. Aquí crecieron bancos y empresas con dinero sucio.
Como periodista viví momentos muy dramáticos, angustiosos e interesantes. Desde el punto de vista de la cobertura de la noticia, era una escuela de noticias. Me llamaban de Bogotá para que cubriera capturas de narcotraficantes o de cargamentos de droga.
Era tan desafiante lo que hacía que un día llegué a mi departamento y encontré en la máquina contestadora un mensaje: era una amenaza. Con esa amenaza y con el hecho de frecuentar bares y sitios y encontrarte con amigos que hoy tomaban un café contigo y mañana estaban detenido porque eran informantes de narcotraficantes, se vivía con mucha alerta. Estabas con una persona que parecía vivir una vida transparente y por la noche los helicópteros con las luces rondaban su casa, porque era un foco de narcotraficantes.
Yo cubría la noticia. Era muy cuidadoso y vivía con la preocupación de no involucrarme en ningún negocio que me complicara la vida. Tenía que tener mucha sutileza, los ojos muy abiertos.
En los 90 empezó a cambiar el ambiente en Miami, pero cuando yo llegué en los 80 había masacres, en condominios, entre una familia y otra, encontrabas muchos crímenes por los territorios y arreglo de cuentas, muchas noticias en relación con el narco. Había gente involucrada de todas las nacionalidades, pero los colombianos cargábamos con el peso de ser los responsables. Los noticieros se llenaban de información sobre la droga y los colombianos eran los personajes.
AB: ¿Por qué decidiste quedarte en Miami?
EC: La pasión del periodismo, el reto y la adrenalina que produce estar en el centro de la noticia.
Yo pensaba quedarme unos dos años y regresarme a Colombia, a mi carrera diplomática. Había sido Cónsul en Quito, en Guayaquil, y representante de Colombia en Conferencias internacionales.
Cuando terminé Derecho Internacional y Diplomacia en la Universidad, un ministro me llamó para trabajar en el Ministerio. Yo trabajaba, simultáneamente, como periodista de El Espectador, un diario importante en Colombia. Cuando ingresé en la carrera diplomática, creé la Secretaria de Prensa de la Cancillería. En un momento dado me decepcioné de la política, de lo que estaba pasando en el país, y de los niveles de politiquería que había. Le pedí al director de El Espectador que me mandara como corresponsal de prensa a Estados Unidos.
La Embajada americana me dio la visa y entré como corresponsal, pensando en regresar a los 2 años y ya llevo 26 años en Miami.
El salario de corresponsal de medios apenas me alcanzaba para cubrir los gastos, entonces, se me ocurrió crear un programa de radio. Con otros amigos comenzamos a produci lo que se llamó: “La Voz de Colombia”, con noticias. Yo enfoqué el tema de cultura: libros, folklore, viajes y así nació: “Cita con Enrique Córdoba”, hace 25 años que estoy en el aire. Ahora se transformó en “Cita con Caracol”, un programa que pretende tomar el pulso de la actividad cultural.
AB: Fue uno de los primeros programas culturales, porque existían emisoras con contenidos políticos, pero no culturales como el tuyo…
EC: Todos los días, incluyendo sábado y domingo, me ocupé de la cultura. Yo digo que vivo del “cuento de la cultura”. Todos nos inventamos un cuento para vivir, yo de una manera amena, abordo el “cuento de la cultura”. He entrevistado a casi todos los grandes escritores, acudo a todas la ferias del libro de Iberoamérica. Si pasan escritores por Miami, los entrevisto. A su vez, escribo la columna en El Nuevo Herald sobre viajes.
Es un medio de vida que disfruto, lo transfiero a mis oyentes y lectores, y deseo que ellos también disfruten.
AB: Es verdad que has entrevistados a muchas personalidades del mundo cultural. ¿A quiénes recuerdas?
EC: Recuerdo a Camilo José Cela, a Vargas Llosa a quien le coordiné la presentación de uno de sus libros en Miami. Yo tuve la suerte de tener en mi programa a tres premios Nobel: a Octavio Paz, Wislawa Szymborska y Derek Walcott, hice la entrevista con los tres.
Otra innovación radial fue una transmisión a caballo atravesando El Yunque en Puerto Rico, por teléfono, conversando con mi amigo Manolo González en Moscú, con el director de la Casa de García Márquez, en Aracataca y también, conversando con Fabio Esparza desde Radio Cairo.
AB: Has sido testigo de los grandes cambios de Miami. Hoy, Miami puede considerarse la capital de Latinoamérica.
EC: Sin duda. Miami ha cambiado totalmente. Actualmente hay un importante periodismo en español: televisión, radio, periódicos, revistas locales en español. Los medios de comunicación han ido marcando las etapas del desarrollo económico de nuestra sociedad.
También la comunidad colombiana ha cambiado: a base de trabajo y de una buena imagen, la comunidad colombiana está posesionada de otra manera. Miami es un crisol de las diferentes comunidades latinoamericanas. Yo trato de convocarlas a todas, de integrarlas y que nos conozcamos.
Por mi programa pasan personajes latinoamericanos muy diversos. Nosotros, Adriana, nos conocimos por el pintor argentino Perez Celis, a quien yo fui uno de los primeros en entrevistar. Uno de los éxitos que tengo en la radio, es que sumo a todas las nacionalidades. He hecho programas a micrófono abierto y he encontrado oyentes de 20 nacionalidades. Siempre di espacio a las distintas comunidades para que se expresaran, ese es mi servicio de comunicador.
AB: En ese aspecto fuiste un precursor. Volviendo a tu libro “El Marco Polo de Lorica”, que proyectos tienes, supongo que seguir escribiendo y viajando…
EC: Si, un libro es también un viaje y una aventura, vamos por la tercera edición y lo seguiré presentando en distintos lugares. Los viajes son parte de mi vida, se aprende mucho viajando y tú lo sabes, puedes dar una información más exacta y cabal del lugar.
Como dice tu compatriota Jorge Luis Borges: “Todo periplo es una experiencia civilizadora”. Y lo es.