Segundo día del sexto mes de 2024. A la nave llega la noticia de la muerte de Alice Munro, una de las grandes escritoras de los últimos tiempos, decían de ella que escribía sobre gente normal, cosa que, de alguna manera, ella negaba al decir que la gente normal está llena de historias extraordinarias que merecen ser contadas.
Qué puedes hacer cuando todo ha sido silencio, cuando sobre «aquello» no se hablaba, cuando preguntabas a tus padres por qué se fueron de su Málaga si hablaban maravillas de esa ciudad, de lo felices que eran cuando vivían allí, de lo bien que se lo pasaban siendo tan jóvenes, del futuro tan prometedor que se abría ante ellos.
Qué puedes hacer cuando has vivido y crecido en una familia feliz, con tus padres, con tus hermanos, con tus tíos, pero hay un manto de silencio cuando de pronto sale algo de «aquello» en la televisión o en alguna conversación esos recuerdos vuelven y tus mayores callan. Y las miradas se entristecen.
Qué puedes hacer cuando no encuentras respuestas porque un muro de silencio se levanta entre el presente y su pasado.
Qué puedes hacer si vas encontrando rastros de la vida de tus padres, si descubres carpetas llenas de cuadernillos, de restos de papeles cuidadosamente encuadernados, de cuadros primorosamente pintados, pero no alcanzas a entender su significado.
Qué puedes hacer cuando después de haber leído todo lo que has podido de las anotaciones de tu padre, después de haber hablado con aquellos familiares y amigos de la familia que a regañadientes accedieron a contar algo, y juntando todo te das cuenta de la extraordinaria vida que vivieron, como la de tanta otra gente que no dejó rastro, pero tú tienes su vida contada por él, tu padre, entre tus manos. ¿Qué hacer?
La respuesta es sencilla y tremendamente difícil de llevar a cabo, y eso es lo que ha conseguido Franck Corner, seudónimo de Francisco Angulo Serrano, hijo de Salvador Angulo, protagonista de esa vida extraordinaria, protagonista de esta entrañable novela «Entre sueños y cenizas» publicada en Azur Grupo Editorial. Además, nos regala una historia de intriga en la que los hechos reales se van trenzando con partes imaginadas que pudieran explicarnos mejor «aquello»
Y «aquello» fue que en julio de 1936, gran parte del ejército español, con Franco a la cabeza, se sublevó y dio un golpe de estado contra el legítimo Gobierno de la República. A Salvador Angulo el golpe le pilla en Málaga, donde vivía con su familia desde hacía unos cuantos años. Salvador es un hombre de izquierdas. Trabajaba como contable, también era un gran pintor. Apenas se había significado políticamente más allá de su participación en tertulias literarias progresistas, pero cuando se precipitan los acontecimientos decide sumarse a la resistencia contra los sublevados.
Un narrador omnisciente va trenzando el relato con los hechos que narra en presente los acontecimientos que va viviendo el protagonista, con los recuerdos de los años previos y posteriores al golpe en una ciudad próspera y abierta al mundo desde su puerto de mar, una ciudad alegre y llena de oportunidades que truncó el golpe de estado, la guerra.
La ciudad de Málaga apenas puso resistencia, aunque esperaban con temor, la llegada de las tropas sublevadas, las proclamas de Queipo de Llano desde Sevilla auguran un tremendo escarmiento. Así que una parte importante de la población de la ciudad y los alrededores huye hacia Almería, pero en la carretera que sigue la costa serán masacrados desde el mar y desde el aire, sin piedad. Es lo que se conoció como la Desbandá.
Salvador será detenido apenas comienza la huida hacia Almería, poco después fue condenado a muerte.
Francisco Angulo ha continuado la labor que empezó Salvador, ha recuperado su historia para que la conozcamos, para que sepamos quién fue su padre no por ser quien es, que también, sino por lo que representa de tanta gente olvidada, de tanto sufrimiento callado, de tanta injusticia cometida.
Salvador, hombre metódico, fue documentando en secreto los nombres y las vidas de quienes compartieron cárcel con él, tomó nota de todas aquellas personas que fueron fusiladas en las sacas nocturnas con juicios sumarísimos sin ninguna garantía.
Él, al que fueron aplazando su ejecución mientras le obligaban a presenciar las de sus compañeros, al que le fueron conmutando las penas que le imponían gracias a su buen hacer con los pinceles, trabajo al que tuvo que acceder chantajeado con la vida de su hermano; él no olvidó a toda la gente con la que se fue cruzando, y en los restos de cualquier papel no dejó nunca de anotar en aquellas cárceles sus nombres, y así, de nuevo sabemos de toda esas personas, a las que se va citando con nombres y apellidos para que quede constancia de que vivieron, de que hubo y hay gente que no les olvida.
Ahora, con este libro Francisco Angulo, Franck Córner, les honra y honra a su padre, un buen hombre atrapado en su tiempo. Un hombre digno que supo sobrevivir sin traicionarse ni a sí mismo ni a aquello en lo que creía. Un hombre deportado de su tierra que supo hacerse invisible para que su familia siguiera viviendo.