El esófago de Barrett es una consecuencia a largo plazo no infrecuente de la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Tener un esófago de Barrett es padecer una enfermedad premaligna que puede tener tendencia a desarrollar en años venideros un adenocarcinoma esofágico. Actualmente, existen algunas dudas respecto a esta enfermedad y su definición dado que se considera que la presencia de epitelio columnar, de tipo intestinal, que tiene una longitud superior a 3 cm por encima de la unión cardioesofágica presenta mayor riesgo de displasia que aquellos que tienen reflujo gastroesofágico.
La causa más común que provoca la aparición de esófago de Barrett es la exposición prolongada del esófago al ácido del estómago.
El esófago de Barrett por sí mismo no produce síntomas, sin embargo, muchos pacientes acuden al especialista en digestivo por los síntomas provocados por el reflujo gastroesofágico como la pirosis, el ardor retroesternal, regurgitación del contenido del estómago, síntomas respiratorios, laringitis, o dificultad para la deglución.
La complicación más importante del esófago de Barrett es el desarrollo de adenocarcinoma si bien existen otras complicaciones como son la estenosis péptica, las úlceras o las estenosis. Hasta hace poco se pensaba que el esófago de Barrett estaba producido únicamente por la exposición de la mucosa esofágica al ácido, sin embargo en está última década se ha objetivado la gran importancia fisiopatológica del reflujo duodenal o alcalino.
Así los pacientes con EB tienen una exposición significativamente mayor al reflujo biliar que aquellos pacientes con esofagitis o sujetos controles, lo que sugiere una posible sinergia del ácido y las secreciones duodenales en la etiopatogenia del esófago de Barrett. Por otro lado, en modelos experimentales también se ha observado como las secreciones biliopancreáticas son capaces de producir en el esófago de la rata focos de metaplasia glandular y carcinoma. Parece de igual forma, que ciertos ácidos biliares conjugados con taurina son los que tienen mayor potencial lesivo.
Entre los factores de riesgo que se han involucrado están la raza, el sexo, la edad, la presencia de reflujo gastroesofágico, la presencia y tamaño de la hernia de hiato, la longitud del epitelio columnar y ciertos hábitos tóxicos como fumar o consumir bebidas alcohólicas. Algunos estudios ponen en duda la influencia de la edad o los hábitos tóxicos como factores de riesgo para el desarrollo de adenocarcinomas aunque tampoco se conoce el impacto de cada uno de estos factores de riesgo en el desarrollo de adenocarcinoma.
La gran mayoría de personas que padecen un esófago de Barrett no desarrollarán nunca una lesión maligna, si bien, si son bebedores o fumadores el riesgo es mucho mayor.
A pesar de que existen algunos estudios que observan como la cirugía disminuye el riesgo de displasia y carcinoma en el EB frente al tratamiento médico, actualmente no existe evidencia suficiente como para recomendar el tratamiento quirúrgico, pero es posible que en algún subgrupo de pacientes por determinar pueda beneficiarse de este. Otros tratamientos que actualmente están en investigación son la resección de la mucosa metaplásica por vía endoscópica o la realización de mecanismos valvulares antirreflujo por vía endoscópica que disminuyan la morbi-mortalidad quirúrgica.