Un riñón dañado produce lo que en términos médicos se conoce por insuficiencia renal. Al padecerla estos desechos que acumula el organismo pueden llegar a ser peligrosos para la salud dado que además, no se producen suficientes glóbulos rojos, la presión arterial sube y existe un retención de líquidos importante.
Por ello, para sobrellevar la enfermedad es necesario que usted se conciencie y sepa si padece una insuficiencia renal crónica o aguda. En el caso de ser esta última, el riñón dejará de funcionar por alguna situación concreta pero volverá tras un tratamiento a estar como antes. Si lo que padece es un trastorno crónico, la alteración avanza y de forma irreversible el riñón acabará en hemodiálisis.
Las causas que provocan esta situación son diversas, pero entre las más habituales está la necrosis tubular aguda, además de otras causas que pueden ser la diabetes y la hipertensión así como los antecedentes familiares de infecciones crónicas. Los pacientes comienzan por manifestar una importante retención de líquidos, problemas digestivos, bolsas en los ojos y/o dificultad para respirar así como un malestar general que no saben describir.
Según apunta la Food and Nutrition Board (FNB) del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, las necesidades y recomendaciones nutricionales en personas mayores de 50 años son distintas de las personas más jóvenes, máxime porque se pueden padecer enfermedades crónicas y el requerimiento energético estimado es ostensiblemente menor por la baja actividad física versus la ingesta calórica. Si a ello le sumamos que la persona padece una enfermedad crónica como es la insuficiencia renal tenemos motivos más que suficientes para cuidarnos en términos de ingesta de alimentos; algo que definitivamente, nos afecta y depende de nosotros.
Según los datos que baraja la Sociedad Española de Nefrología, el futuro en España en temas renales no es muy halagüeño porque las personas viven más años, se alimentan peor y existe una sobrealimentación basada en hidratos de carbono y falta de ejercicio que hará que los españoles desarrollen la enfermedad renal crónica en los años venideros.
Si además de padecer una enfermedad crónica, nos alimentamos correctamente, todo lo descrito pueden evitar los niveles tóxicos en la sangre de forma que podamos pasar los días de la mejor manera posible. Es conveniente reducir la ingesta de proteínas de origen animal porque pueden perjudicar los síntomas anteriores y de igual forma, evitar los alimentos ricos en potasio y sí tomar 100 grms de pescado diarios. Las verduras, las frutas, las legumbres acumulan mucho potasio en sangre y existe una posibilidad alta de padecer además, problemas cardiovasculares. Hay que evitar el fósforo, presente en frutos secos, refrescos, pan integral, embutidos, alimentos procesados, conservas, queso curado, bollería, cereales, refrescos con gas, carne roja, pasteles, etc. porque puede incrementar los síntomas que produce esta enfermedad. Si además, evitamos la sal y el exceso de líquido ingerido a diario, ayudaremos a sobrellevar este cuadro complejo.
Por el contrario, si queremos beneficiar a nuestro organismo tomaremos alimentos ricos en leche, queso fresco, yogur, pescados azul y blanco y vegetales con moderación, entre otros productos que son perfectos para mantener nuestros huesos correctamente y evitar con ello, problemas como la osteopenia u osteoporosis.
En el caso de no padecerla aún pero si tiene problemas con el riñón, puede hacer que con una dieta basada en plantas y pescados pueda tener nutrientes saludables y proteger con ello el desarrollo de una enfermedad renal tal y como justifica el hallazgo científico publicado en CJASN. Este asegura que al menos existe un 14 % menos de riesgo de desarrollar una ERC si se mantiene la adherencia a este tipo de dieta basada en plantas; granos enteros, frutas, nueces, legumbres, y otras verduras son el patrón saludable para evitar casi todas las enfermedades pero particularmente beneficiosas para personas con obesidad, sobrepeso, diabetes y personas con riesgo cardiovascular y/o renal.