Anton Corbijn es un fotógrafo tan famoso que uno se pregunta ya si existe o no, porque sus fotos en blanco y negro las podemos encontrar en cualquier parte, hasta en la sala de espera del dentista, y por eso creemos que no son de nadie, que son de todos. Es lo que se dice un clásico. Por eso, cuando uno se entera de que viene a Madrid a promocionar su última película, Life, piensa que sí, que por fin ahora ya sabe que existe.
«Me interesa la gente que se entrega a lo que hace», dice Anton Corbijn al hablar de su trabajo, y esa cualidad es lo que le hizo fijarse en el fotógrafo Dennis Stock y lo que le impulsó a rodar su historia profesional y de amistad con el mítico actor James Dean.
Su película Life es impresionante, verista hasta el extremo y, a fuerza de querer ser fiel a los hechos, tal vez peque a ratos de demasiado contemplativa. Ésa es la causa de que dure dos horas, aunque en el genio hay que respetar sus obsesiones y sus tiempos y esto vale no sólo para James Dean y sus relaciones con el fotógrafo Dennis Stock, su influencia mutua, sino para el propio Anton Corbijn. El poder recrearse en sus obsesiones es un privilegio que sólo se perdona a los consagrados por la fama, y tanto James Dean como su fotógrafo Dennis Stock, y el propio Anton Corbijn, lo están.
Dennis Stock y James Dean se conocieron en 1955 en una fiesta en casa del director Nicholas Ray, meses antes del estreno de Al Este del Edén, de Elia Kazan. James Dean aún se estaba abriendo camino en Hollywood, luchando por ser el protagonista de «Rebelde sin causa» y descubriendo la incomodidad del dilema entre arte y negocio. La película arranca con ese encuentro. Stock era un prometedor fotógrafo que daba sus primeros pasos en la agencia Magnum y supo ver antes que nadie el magnetismo de Dean y su capacidad para catalizar la rebeldía de una época. Así que lo persiguió con ahínco, de Los Ángeles a Nueva York y finalmente en su Indiana natal, donde tenía su refugio dorado (sin padres desde muy niño, allí estaban sus primos y por encima de todos, su abuela) y a donde iba cuando podía para reponerse del brillo.
Life se centra en la figura de James Dean, muerto joven por accidente de coche, pero sobre todo en la de su fotógrafo Dennis Stock, autor de algunos de los retratos más conocidos de aquél y que, bajo pretexto de «capturarlo» en momentos íntimos o cotidianos (con la guardia baja, sin posar y lejos de las odiadas pasarelas), lo sigue durante un tiempo supeditando su vida a la del actor que por entonces sólo había rodado una película de las tres que lo consagraron (Al Este del Edén 1955) y que odiaba la fama y las esclavitudes que ella le traía. Muerto siete meses más tarde después del viaje a Indiana con el fotógrafo, resulta que las otras dos películas «Rebelde sin causa» (1955) y «Gigante» (1956) tuvieron que ser rodadas en esos meses que le quedaban de vida.
A James Dean no se le ve autodestructivo, no más que la mayoría de no ser por el sacrosanto cigarro pegado a los labios, y tan sólo una vez toma pastillas para seguir la juerga, cosa que hacen también el fotógrafo y las dos acompañantes. Todo en él es de lo más normal si exceptuamos su involuntaria estrella (parece ser que James Dean brillaba a su pesar, que le gustaba pasar inadvertido) y hay una ocasión en que se vislumbra a la espléndida Nathalie Wood, muy de pasada en una fiesta.
Life está protagonizada por Robert Pattinson (Maps to the stars, Agua para elefantes, Crepúsculo, Bel Ami: Historia de un seductor) en el papel del fotógrafo Dennis Stock y Dane DeHann (Cruce de caminos, The amazing Spiderman 2: Rise of Electro, Amores asesinos) encarnando al mítico James Dean.
Entre los secundarios, está la espléndida Alessandra Mastronardi (A Roma con amor, Titanic: Sangre y acero), que es la novia de James Dean al empezar la película y se casa con otro al acabarla, Joel Edgerton (La guerra de las Galaxias, El gran Gatsby, Warrior) y el divertidísimo -visto desde ahora y desde aquí, naturalmente- Ben Kingsley (Gandhi, Exodus, Iron Man 3, La invención de Hugo) como boss máximo de Warner, que en ese momento había adquirido todos los derechos sobre el actor y que no le permitía ni moverse sin su permiso: -¿Quieres volver a aparcar coches al aparcamiento del hotel que te estoy pagando yo? -le interpela por teléfono cuando se entera de que se ha escapado a Indiana.
Repito: Life es emocionante en conjunto, a veces lenta, rodada con pasión. Tras su preestreno mundial en el Festival de Berlín, Life llega por fin a España.