Los invisibles discapacitados

Parece como si de repente, todos se acordaran de los que no pueden subir una escalera, leer un cartel porque es pequeño, escuchar el pitido de un tren porque no oyen, calentar un café porque no ven… Nadie sabe lo complicado que es poner la lavadora si no hay marcas o los botones no suenan un simple click, no se distingue nada con el tacto, intentas acceder a un paso de cebra con una silla de ruedas y resulta que hay un hueco y se cuela la rueda….parece como si de repente, en esta España nuestra, las personas con discapacidad volvieran a existir y de pronto, la vida volviera a ser visible.

No sé si alguno de ustedes ha tenido algún percance alguna vez. Supongo que sí y además lo recuerda, y ¡vaya si lo recuerda! Cuando nos vendan la mano derecha porque resulta que tenemos un esguince, nos acordamos que no es fácil abrir la puerta, cortar un filete o simplemente ponernos un jersey. Cuando nos escayolan una pierna, resulta que vemos tantos escalones que no creemos ser capaces de salir de casa. Cuando conseguimos hacerlo, las personas nos arrollan, somos invisibles, no sabemos cómo seguir y sentimos lo que sienten las personas que nacen o de repente son discapacitadas físicas porque la vida gira y se vuelve de otro color.

Me pregunto si en época de elecciones es necesario hablar de dependencia, de invalidez, de enfermedad crónica, de discapacidad. ¿Qué hacen las personas que de repente tienen que cambiar sus respectivas vidas? ¿qué hace su familia para adaptar su casa? ¿Qué hace la escuela para ayudar a ese niño que no ve? ¿Qué hacemos cada uno de nosotros cuando vemos a un anciano andar de mala manera por la calle? ¿Alguno se para a pensar cuánto tardará?, ¿alguno se detiene a ayudar? Cuando tenemos que hacer fotocopias para muchas personas, ¿pensamos en las que no ven bien? ¿hacemos los carteles grandes? ¿son los letreros accesibles? ¿pensamos en los colores? Nos imaginamos cómo viven las personas que no oyen nada, ¿qué sienten cuando van por una gran ciudad?

Quizá en tiempo de elecciones caigamos en la cuenta de que España es un país de viejos y hablar de dependencia ya no es una excepción. Hablamos de discapacidades porque nuestros mayores envejecen pero  ¿qué hay de los niños que nacen con discapacidades? ¿qué hay de los autistas? ¿qué hay de los que padecen una parálisis cerebral? ¿qué sería de España sin sus asociaciones, organizaciones privadas, padres de niños enfermos? ¿quiénes mueven el cotarro? ¿quiénes se levantan día tras día con el niño espástico, sordo, ciego, mudo, cojo, manco?

¿Acaso lo piensa usted ahora, Señor Rajoy?

Todos los discapacitados de este año ya lo estaban el año pasado, muchos, no, algunos, son nuevos, mire usted por dónde, pero al año próximo habrá más ancianos, más dependientes, más enfermos crónicos y España, la de charanga y pandereta, envejece irremediablemente ante los ojos de todos los que aún vemos y no podemos hacer nada por ellos.

El Estado del bienestar se construye desde la solidaridad, la ayuda al que lo necesita y sobre todo al que no puede elegir. Cuando te quedas sin piernas, cuando no puedes abrir una puerta, cuando no puedes ver un cartel, subir una escalera o no hay ni siquiera un cine para ti, sientes que parte del mundo se derrumba porque no existes a los ojos de mucha gente.

El país empezará a avanzar cuando desde la escuela se eduque en la inclusión y por un día o dos, los niños vean que no todo son Barbies y Ronaldos. Que la vida empieza y acaba en un segundo; que un accidente puede dejarte a un lado de la sociedad porque habrá inclusión, solamente cuando no se hable de ella, cuando la accesibilidad sea lo normal, cuando entrar en un ascensor, sea un acto normal porque quepa una silla de ruedas, el lector sea en braille y de paso te cuente en qué piso estás. Que unos pocos sean así ya, no significa que el país esté avanzado.

Que cuando un niño tiene discapacidad visual no haya que pedir sino que sea el estado el que facilite, de y le ofrezca a la persona la seguridad de saber que está en el primer mundo y que su voto es útil porque él también existe.

No hay mejor lección que ir a algún sitio en donde todas estas personas que al parecer son invisibles estén concentradas en un solo espacio. Que ellos les cuenten cómo es su día a día, cómo deben sortear a las personas que ven, que oyen, que andan, que son perfectas para que en su imperfección quizá, alguien les brinde la oportunidad y puedan sentirse amados.

Todos seremos discapacitados alguna vez, ¡métanselo en la cabeza! y cuanto antes empecemos a adecuar los espacios públicos, las webs, las entradas, las salidas, las escaleras, las rampas, los accesos, los carteles, las cocinas, cuanto antes pensemos en qué hace falta para que todos usen todo, antes sabremos que la accesibilidad es algo que quizá utilizaremos antes de que seamos tildados con el apellido, discapacitado o persona con discapacidad que suena más cool.

El primero en hacerlo ha sido la telefonía con los smartphones. ¿Por qué? Porque son millones de personas las que no ven bien, el 82 % de la población mundial, y claro, son muchos. Ahora todo suena, pita, es accesible porque los ancianos no ven, las personas de más de 50 tampoco por la presbicia, ¿y cómo van a llamar? No es que se haya hecho para los discapacitados visuales, pero ya que estamos, nos aprovecharemos del río revuelto, que en este caso, ha traído ganancia a los pescadores.

Esperemos que en los respectivos programas electorales de los partidos de siempre y de los nuevos en la plaza, la sección discapacidad no sea invisible esta vez para ninguno de ellos se llame como se llame. Que no nos hacen un favor, que es un derecho, que es otra cosa bien distinta. Que lo que se pide a voces se de y que la enfermedad que cause una discapacidad sea estudiada, investigada, analizada, y mientras eso no suceda, sus pacientes, sean reconfortados porque tengan todo al alcance de la mano. Que todo empiece a ser accesible de repente, que no es tanto dinero pero sí mucha educación, atención, ayuda. Que todos sepamos que las personas con discapacidad no son entes. Son niños, adultos, ancianos, cualquier persona puede padecer una discapacidad y todas son eso, personas. Y además, personas capaces.

Hablemos de capacidades. La capacidad que tienen los niños por salir adelante, los ancianos por sobreponerse a lo que les afecta, los discapacitados visuales por adaptarse a lo que les queda por ver, a los sordos para integrarse en este mundo desagradecido, a los cojos, mancos, lisiados, a todos los que hacéis que pensemos siempre en vosotros cuando de repente hay una rampa por fin, ¡todos no podemos subir escaleras!, los ciegos que juegan al goalball o van al cine a verlo. ¡Qué capaces! ¡Qué grandes! ¡Qué gente tan valiosa tiene este país! Y que no sea solamente en tiempo de elecciones por favor, dar pena no, que no es cuestión de penas, es cuestión de dar lo que se necesita y hacerlo ya, porque estamos en el siglo XXI.

Póngase en su lugar señor presidente, me da igual, cuál; hay tantos de tantas comunidades que podrían escoger cada uno una discapacidad al día y no las habrían cubierto todas. Aprendan de su ejemplo; el mejor ejemplo, el de la dignidad de las personas que han perdido algo pero que recuperan las riendas de su vida, aprenden a vivir de nuevo y son un valor para la sociedad.

Lo mejores están ahí, ¡con dos cojones!, como se dice en España. Dándolo todo y aprendiendo de nuevo. Y esa lección es la primera que hay que aprender cuando se hace un programa electoral. No queremos promesas, queremos realidades. Los primeros, los más necesitados, y luego los demás, que para eso, tenemos de todo.

Muchas gracias de antemano, en su nombre, y en el mío propio.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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