Marcos Carnevale, el director de ‘lo diferente’ y su encuentro con Fellini

En una reciente visita a Buenos Aires he tenido el enorme placer de ver filmar al director argentino Marcos Carnevale, y digo placer porque en general las filmaciones son tensas, pero Carnevale crea un clima de trabajo agradable y organizado.

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Marcos Carnevale en una filmación en Buenos Aires

Uno de los camarógrafos me dice: «Es un director que sabe lo que quiere, eso es genial». Observo que no hay marcación directa, in situ, ensayo y toma, Carnevale conversa con los actores y él mismo se toma un momento de reflexión.

Filmar en exteriores, en la calle, no es fácil, por el público, el tráfico, los aspectos climáticos, los imprevistos, pero Carnevale disfruta de ese entorno y con amabilidad va armando las piezas del tablero fílmico para que todo se ajuste a su esquema. Muy pocas repeticiones en un ambiente de profesionalismo y de alegría, alegría de hacer cine.

Antes de largar el rodaje nos sentamos en una mesita a conversar justamente de cine; con su calidez, todo fluye, escena tras escena.

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Marcos Carnevale en una filmacion en Buenos Aires

Adriana Bianco: Tu carrera fílmica ha sido meteórica y pronto te convertiste en director, productor, guionista y hasta actor. Tus trabajos en televisión te dieron varios premios: Martin Fierro y Clarín, y en el 2021, recibiste el Premio Konex por tu trayectoria artística. ¿Como nace esta vocación tan definida?

Marcos Carnevale: Nací en un pueblito de Córdoba que se llama Inriville, desde que tengo memoria me gustaba el cine, había uno en mi pueblo, yo vivía una infancia como la de Toto en Cinema Paradiso, el dueño de cine era amigo de mi padre y me permitía subir a la cabina de proyección, entre las latas.

Era pasión por el cine y ahora que tengo sesenta años esa pasión sigue intacta. Siento lo que sentía ese chico que soñaba ser director de cine. Era tan persistente que mi papá me compró una cámara super 8, y empecé a filmar cortos de manera intuitiva, como yo creía que había que hacer, nadie me enseñó a filmar.

Filmaba a mis amigos, luego a los adultos, hice muchos cortos que todavía conservo. Filmaba desde la intuición y la total libertad. Cuando vi la «La dolce Vita» de Fellini, aluciné, me encantaba la libertad con que Fellini se expresaba; éso lo entendí, claro, después, de adulto. Cuando vi el filme era muy chico, pero fue un impacto muy grande.

Un día conseguí la dirección de Fellini, y le escribí, porque estando atrapado en un pueblito, las posibilidades son difíciles, la única era venir a Buenos Aires, era la época de la dictadura, todos en mi pueblo estudiaban las carreras convencionales, abogacía, odontología, medicina, y yo quería ser director de cine, y le escribí un montón de cartas a Fellini, pero nunca las envié, por pudor, y entonces me dije, mejor me voy a preparar para tomar un café con él y preguntarle como hago yo para dirigir una película.

Cuando vine a Buenos Aires, estudié tres años italiano, ahorré dinero y me fui a Roma y le toqué la puerta a Fellini. No estaba. se había ido a un festival con Gulieta Masina. La frustración se apodero de mí, entre a un café y me puse a escribirle lo que me había pasado, y le pregunté: ¿Cómo hago para hacer una película? Y al volver encontré un sobre en mi casa con una foto de Fellini, que decía: «A Marco Carnevale buona fortuna. Federico Fellini».

Le volví a escribir y le dije que no coleccionaba famosos que solo quería que me contestara la pregunta y me respondió en una carta donde me decía que si alguna vez sentía que de mi plexo solar nacía una cuerda, una fuerza, que me agarrara y no la soltara, que ése era el camino, pero podía pasar que nunca aparezca esa cuerda, aunque me gustara mucho el cine. La carta era una metáfora, suspiré un Uyyy y me quedé pensando…

Seguí haciendo publicidad hasta que junté dinero y decidí hacer una película con los pesos que tenía, y cuando comencé a filmar «Noche de ronda», mi primera película, salí a fumar un cigarrillo con el actor Hugo Arana, y de pronto sentí como un dolor en el pecho, me asusté, pero no era un dolor, me vino a la cabeza Fellini y recordé: «la cuerda» y me agarré a ella y aquí estamos veinte películas después.

AB: Lo que me cuentas parece una película, ese chico persiguiendo su sueño, buscando a su maestro…

MC: Es la historia de una pasión, todavía miro a ese niño y no quiero perderlo nunca. Aprendí mucho de China Zorrilla, era una mujer rara porque no era una vieja con noventa años, era una chica atrapada en el cuerpo de una mujer mayor, nunca perdió la niña

AB: ¡Que lindo! Cuéntame del film «Fred y Elsa», filmada en Italia y en España, con un actor español.

MC: Fue un homenaje, un agradecimiento a Fellini. Un día se me ocurrió la idea de emular la escena mítica de Marcelo Mastroiani en la fontana de Trevi, con Anita Ekberg y pensé en mis «Marcelo y Anita», en Fred y Elsa, en dos viejitos…

Mira Adri, en todas mis películas lo que me interesa es lo humano, nosotros, los humanos. Veo que algo está mal entre nosotros, por eso deseo que la mirada sea más abierta, más tolerante, menos rígida o cerrada, porque se vive muy mal con ese aprendizaje que uno recibe de la sociedad en la que estamos inmersos con tantos prejuicios y miedos.

A veces, la mente, el cuerpo, el alma, te pide cosas que no están aceptadas por la mayoría y uno reprime y se enferma. Y yo pensé, si uno llega a los ochenta años, como pasa con Fred en la película, ¿Por qué no se puede enamorar?

AB: Para el amor no hay edad, es eterno…

MC: Claro. Aprovecha hasta el último momento de tu vida porque después se va, se termina la película. Yo no quiero llegar a ese instante en donde diga: «Qué tonto, no lo hice, no viví, tuve miedo, busque la aprobación de los otros…» Me sorprende cuando veo gente que, al recibir un diagnóstico médico fatal, se ponen a vivir, se dan cuenta que no habían vivido y cambian su vida.

AB: En toda tu carrera fílmica, en todas tus pelis, está esa mirada a lo diferente, al que no es como los otros, al incapacitado, al que sufre algo, al distinto. Tu filosofía fílmica es mostrarnos la diferencia y la necesidad de diálogo, de tolerancia, de comprensión.

Creo que eres el primer director latinoamericano que crea filmes con la temática de «lo diferente» el discapacitado, el distinto, pienso en «Anita», esa chica con síndrome Down, que vive el drama de la bomba en AMIA, la mutual judía, y pierde a su madre…y luego en el filme «Inseparables», con un hombre invalido, en silla de ruedas, en Corazón de león, un hombre sin estatura…

MC: Y esta película que estoy filmando ahora. Un chico que tiene Síndrome de Asperger y que tiene una mirada muy particular de la vida, es guía del Museo de Bellas Artes, es muy inteligente, muy culto, y se enamora de una guardia de seguridad, más grande que él, que es una neurótica típica.

Cuando yo narro sobre los «diferentes», inicio la película mostrándote que el que mira diferente es el diferente, en el devenir de la película te hago ver que el que tiene que cambiar la mirada «sos vos», no el otro. En el caso de «Corazón de león», por una razón cultural, miles de años atrás, se consideró que el hombre tiene que ser mas alto que la mujer… Lo mismo cuando te cuestionas ¿Por qué un hombre no puede enamorarse de otro hombre, o una mujer de otra mujer?

AB: Miedos, prejuicios sociales que son muy fuertes. En tu filme «El espejo de los otros», (para mí un clásico del cine latinoamericano, un filme que en Suiza y Miami lo aplaudieron de pie), en esa película planteas, de una manera simbólica, las diferencias y la necesidad de ser tolerantes con el otro. En el film está concentrada tu filosofía y tu estética de «lo diferente» tanto en el tema como en la realización, ya que es muy simbólica y distinta en cuanto a la factura fílmica. ¿Como surgió?

MC: Esa película surgió por esta necesidad de mostrar que la diferencia, no solo la de los discapacitados, sino el que piensa diferente o tiene sentimientos diferentes, o actúa diferente o tiene una creencia diferente, hace que sea apartado o separado del grupo general. El filme sucede en una especie de capilla, un confesionario, donde cada noche, los que pasan por allí pueden ser ellos, desenmascararse. Es un lugar donde cada uno puede decir «su verdad».

AB: En un ámbito muy simbólico casi con reminiscencias de Cocteau

MC: Si, Hay una fuerte teatralidad, un ambiente especial, muy simbólico. Mira Adri, yo me siento un humanista, a lo mejor es pretencioso que te diga esto, pero siento como alguien que hace películas aparentemente entretenidas, pero todas te meten en temas que son importantes, yo creo que la humanidad es imperfecta y está bien que lo sea, pero hay que corregir lo que se puede para vivir mejor entre nosotros.

AB: Creo que hemos adelantado mucho, pero queda aún por hacer para lograr la convivencia con respeto al otro. Pasando a otra pregunta, ¿Cómo ves actualmente el panorama del cine?

MC: Creo que hay una crisis, faltan contenidos. En décadas atrás se elaboraban más las películas, había más profundidad en los temas, en los diálogos, en los personajes. Era un tiempo más lento y se dedicaban más a la observación y a la reflexión, hoy vivimos en un mundo demasiado acelerado, con demasiada inmediatez, creo que los guiones no se piensan tanto, que los seres humanos, ahora, no pensamos tanto. Antes, se estudiaba más, se profundizaba más, las escuelas eran más exigentes, había un concepto histórico, hoy se ven más las formas, que los contenidos.

No obstante, hay un cine independiente, con ideas interesantes y con talento. Tengo fe en eso, porque en todas las épocas se pasa por momentos potentes a otros más suaves, de crisis a florecimiento. Son ciclos. Lo veo en la generación de mis hijos, el mayor de veintiún años pertenece a una generación muy interesante donde parece que vuelven a la cultura, a leer, no a vivir en la ansiedad de las redes, el celular.

AB: La generación de las redes… Qué consejo le darías a los jóvenes que desean hacer cine, que quieren encontrar su vocación…

MC: Hay que buscar a los mayores, a los maestros. Yo le hablo a Norma Aleandro y le digo: No se hacer esto, decíme… o me siento con técnicos y me dicen: Yo tampoco se hacerlo… entonces lo hacemos juntos…y nos ponemos a investigar. Hay que aprender siempre.

AB: ¿Qué es para vos el cine, Marcos?

MC: Mi terapeuta me dice: «Nunca dejes de hacer cine, porque es lo que te salva para estar vivo». Es mi vida, así de importante. Yo tengo el cine para expresar la necesidad de superar miedos y prejuicios, y vivir con otra mirada hacia el otro, más humana, en diálogo, abriendo la mente y el corazón.

4 COMENTARIOS

  1. Inspiradora nota. Gracias a Carnevale y a la periodista por poner en relevancia lo que es importante en esta vida. Lo humano, nuestro sentido de humanidad. Los valores que nos llevan a comprendernos y respetarnos.

  2. Tener acceso a esta información de primera mano y en un marco histórico inteligentemente elaborado, es un privilegio.

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