Revolución Lingüística en el Río de la Plata

Andrés Montesanto¹

Al publicar el artículo anterior sobre La versión rioplatense del español, recibí un inestimable aporte que quiero transcribir. El catedrático de filología de la Lengua Rioplatense, profesor Giovanni Spicciafuoco, aclara sobre el origen y uso del Vos.

Los primeros oradores del Rio de la Plata descubrieron que para dirigirse a un grupo, generalmente se enfoca a uno de sus miembros. Y que cualquier persona pertenece a un grupo, ya sea policía, taxista, representante, electricista, chef, periodista, portavoz o anestesista, independientemente del sexo que tenga.

Entonces decidieron analizar el pronombre vosotros. Vos – otros. Vos sois – otros son. Y el historiador mapuche John Fitzeral Nahuelpán recordó que el vos ya se utilizaba en el tratamiento de altos personajes. Todo el mundo sabe que los argentinos consideraron siempre al interlocutor como si fuera una reina, un príncipe, o como mínimo, un duque, y así poder hablar de igual a igual.

Con el uso, esa letra «i»  del sois, estáis o cantáis que se encuentra desubicada como un chupete en la oreja, se eliminó, ganando simpleza y practicidad. Vosotros sois, quedó argentinizado como vos sos y otros son, priorizando siempre a quien se habla. Para no confundir a «otros» con «ellos», recurrieron al ustedes. El verbo es el mismo.

En un sola intervención, modificaron el singular y el plural de la segunda persona, dotando de esa originalidad tan autóctona al idioma castellano.

En cuanto a la primera persona, «yo», no consideraron conveniente ninguna modificación en la escritura, pero sí en la pronunciación. Después de leer las obras completas de Sigmund Freud, decidieron darle una entonación acorde con la trascendencia del YO en el universo, remarcando sonoramente la Y griega, algo así como SHYO. Más marcada cuanto más próximo a la orilla del Río de la Plata sea el origen del orador. Allá por los Andes o por las Cataratas del Iguazú, se aproxima a «io».

Ya se mencionó en el artículo anterior que las palabras se barajaron como las cartas, pero el profesor Spicciafuoco acota que alguien introdujo un mazo inglés que se mezcló con el español. Quizás fue el cónsul de su Graciosa Majestad, siempre tan activo cuando se trataba de joder a España.

El catedrático, fanático hincha de Boca Juniors, aporta algunos ejemplos barajados del español peninsular y de la lengua de Shakespeare. Al conserje se le llama portero y al portero del fútbol, arquero. Porque no cuida una portería sino un arco. El larguero es el travesaño. El tiro de esquina se  conoce como córner, la mano que toca la pelota hand, el saque de banda ausay (outside) y la posición adelantada orsay (offside). Los defensores son backs, en el medio campo están el centrohalf y los halfs derecho e izquierdo. En la delantera el centroforward, a los lados los insays (insides) y en las puntas los güines (wings). El árbitro referee, los jueces de línea linemans y el penalty penal. La falta faul (foul), un disparo shot y el calendario de partidos fixture. Lo que hacía maravillosamente Maradona era gambetear, y cuando se mete un gol de espaldas al arco, chilena, en homenaje a nuestros vecinos. Un gol que pasa por arriba del arquero es de emboquillada, y si se mete desde el corner, olímpico.

En el hogar también se cambiaron las palabras. El recibidor es el hall, el salón living, el dormitorio pieza y el aseo, un bañito. La cocina, cocina, pero si está metida en un armario, kitchinete. El fregadero es pileta. Los senos son de los corpiños, la pileta tiene bachas. La encimera es la mesada. Como encimera se conoce un recado que acompaña a los bastos en el lomo del caballo. ¿Qué tal?

Los fuegos son hornallas, la nevera heladera (antiguamente friyider), el congelador freezer, la lavadora lavarropa, el lavavajilla lavaplatos, el calentador calefón (que consuela a la biblia que llora junto a él en «Cambalache») y la barbacoa asado. El piso departamento y el suelo piso. El gres baldosa, y el mármol es cosa de ricos. La bombona se llama garrafa, la garrafa bidón y el bidón tanque. ¡No han perdonado ni una!

En otros casos se mejora la descripción del sustantivo, el telefonillo es el portero electrónico y el mando, el control remoto.

La cosa es tan seria, que hay rumores de que el Instituto Cervantes va a ofrecer cursos online gratuitos a todos los rioplatenses recién llegados para que se enteren de una vez que en España se habla distinto. Las empleadas de los supermercados están hasta el gorro que una vieja le pregunte,

— Decime nena, ¿vos sabés donde está la lavandina? ¿Y el trapo de piso?

Y recurrir a una empleada bilingüe para que le responda,

— La lejía está en el tercer pasillo. Acá no se usa el trapo de piso, hace un montón de años que le pusimos un palo, que se llama fregona, para que no se tenga que agachar, señora. La va a encontrar frente a la lejía.

Ya que estamos en un supermercado, es imprescindible recordar que al cacahuete se le dice maní, a los guisantes arvejas, a las judías verdes, chauchas, a las alubias, porotos, a la calabaza zapallo, al calabacín zapallito, a la alcachofa alcaucil, a la fresa frutilla, al melocotón durazno, al albaricoque damasco y al aguacate palta.

A la mantequilla manteca y a la manteca grasa. Porque sí.

Complicado se lo ven los carniceros cuando un ñato con el mate en la mano le pide,

— Flaco, dame dos kilos de asado, uno de bola de lomo para milanesas, unos bifes de colita de cuadril y un pesceto para el horno. ¿Tenés achuras?

En algunos casos, las palabras rioplatenses actualizaron las peninsulares. Un ejemplo es el fontanero. ¿Quién tiene una fuente en su casa? Era más correcto llamarlo plomero, porque antes las tuberías eran de plomo. Hoy quizás sería más certero llamarlos plastiqueros o PVCeros. El tubo es un caño, el grifo la canilla, la bañera bañadera (como unos antiguos colectivos abiertos y sin techo) y el lavabo pileta.

La gasolina es la nafta, la carretera ruta, la gasolinera estación de servicio y el arcén banquina. Conducir es manejar y reprobar un examen se dice bochar.

Además del éxito del Vos, el lunfardo ha sido vital en la nacionalización de la lengua. Los investigadores no se ponen de acuerdo en porqué una jerga carcelaria, empleada habitualmente por los punguistas (carteristas), ha sido adoptada como propia en los ambientes más refinados, incluso la clase política. Vaya uno a saber.

Hay algunas palabras que cayeron simpáticas y se usan para muchas cosas. Por ejemplo boliche. Puede ser una tienda pequeña, un bar, una discoteca o un consultorio ilegal. La papa, además del tubérculo, se refiere a algo maravilloso. Y un buen dato es la posta.

El sombrero es un funyi o un capelo, las gafas anteojos y la pajarita un moñito. La manga, además de a la funda de los brazos, se refiere a un conjunto de personas. Una manga de vagos, se suele asignar a los argentinos que viven alegremente de los subsidios, sin calentarse en buscar laburo, mientras los giles siguen cinchando para parar la olla, con el vento cada vez más escasany, aguantando el milagro.

Aquí pongo un ejemplo de una narración en lunfardo. Cuando pica el bagre y el ragú es grande, hay que morfar y si es posible en un quincho. Para manyar se empieza con un copetín o un antipasto con mondiola, formayo, fainá y pochoclos. Después hay que mandarse a la bodega una buena buseca o un locro, y de segundo unos chinchulines con chimichurri. Una figasa para empujar, de postre un vigilante y regado con un totín bien de bute. Se finaliza con una copita de alpiste. Y cuando te cae la dolorosa, a garpar a la romana, o decir que te estás cursiando y rajás para el ñoba. También podés armar un groso batifondo y empaquetar al mozo con el verso que el escabio era berreta y darle esquinazo piantándote a patinar los morlacos en un firulo, con algún cafiolo que te haga gamba. 

Otro relato puede ser así. Después de balconear un tomomen con la barra, te sacás el buzo, y te ponés un lompa bombiya bien petitero y una sacami con bayenitas que no esté cachusa ni tenga buracos. Carpeteás a la mina como un cajetiya y arrimás la chata para afilar y batirle la justa en vez de bolacear, siempre y cuando la naifa no sea una alunada, una javie chota, una descangayada o un simple bagayo, en ese caso hay que darle aire. Teniendo arrastre no hay que arrugarse ante una bataclana, no ser payuca ni amarrete y llevarla del bracete a un amueblado, sin darle changüí a que nos cale, se mande una agachada y nos deje amurado, apoliyando solari en la catrera del bulín mistongo, después de poner la victrola para escuchar al mudo o cazar la viola con un faso en los espárragos. Si algún español entendió algo, tiene aprobado el B1 de lunfardo.

Nota: la traducción en la próxima entrega.

  1. Andrés Montesanto, médico jubilado y escultor autodidacta residente en Málaga, acaba de publicar su primera novela, «Buscando a Elena», en Versión Original Subtitulada (en «rioplatense», con palabras del lunfardo traducidas).
  2. Artículo propuesto para nuestros lectores por nuestro colega José Antonio Sierra.

1 COMENTARIO

  1. Todos estos se olvidan que en Chile existe también un voseo, que en la costa caribeña de Colombia también y en los cinco países de Centroamérica. O sea que el voseo no es un fenómeno rioplatense.

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