Lady Di, 20 años no son nada

Ser una princesa de cuento era el sueño de todas las niñas que leyeron de pequeñas a Cenicienta. Lady Di lo fue como lo han sido otras tantas mujeres que fueron elegidas por un príncipe; el príncipe, el hombre que va a caballo a rescatarte… Hasta ahí todo sería miel sobre hojuelas si viésemos que eso es sinónimo de felicidad, pero no. Ni lo es ni lo ha sido nunca.

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El paradigma que se les ha trasladado a las niñas que podían conseguir un marido, acaso un príncipe o uno que estuviera forrado no ha hecho más que desvirtuar la realidad y hacer que muchas  que llegaron a la adolescencia solamente llegaran a la felicidad a través no del amor, sino de la posición social, de un cargo, de ser la señora de… Afortunadamente las cosas han cambiado 20 años después.

La pobre lady Diana era una joven que trabajaba con niños en una guardería. Manipulada por un hombre mayor que tenía que tener descendencia sí o sí, consiguió ser lo que él quiso que fuera. No tuvo opción, o sí, pero su juventud no le permitía saber que estaba siendo manejada por los hilos de Su Graciosa Majestad.  Diana creció y se dio cuenta de que en su matrimonio eran tres. La tal Camilla, hoy duquesa de Cornuelles y esposa de su marido, y ella. Humillada, maltratada y vejada, acabó consigo misma por las mentiras y el abandono que el mozo le procuró. Todo fue hasta que un día, plantó cara a la reina y se enfrentó con su propia vida. Si hoy hubiese sucedido tal vez no hubiera sido para tanto, pero entonces, hace tan solo 20 años, la sociedad británica la juzgó y hoy, aún, se comenta la jugada.

Murió un 31 de agosto entre conjeturas, despacio y sufriendo. Había apostado por una relación con un hombre que no era santo de la devoción de su exsuegra y el pueblo habló por ella. El pueblo que la quería y que comprendía sus cuernos y Elton John que cantó a la rosa de Inglaterra; esa que se había roto en pétalos en el túnel del Alma de la capital parisina. Dos millones de personas, sus hijos y su exmarido; el del tampax, recorrieron a pie las calles de Londres hasta la abadía de Westminster. La reina inclinó la cabeza por primera vez ante la mujer despechada, abatida y frágil. Una princesa de cuento que moría con 36 años huyendo de la prensa que quería constatar su idilio.

20 años no han sido nada para que su historia; esa de la joven que se casó con un príncipe haya dado lugar a varias versiones, a varios supuestos, a varias interpretaciones como hace siempre la gente. El caso es hablar del prójimo aunque no sabemos cómo siente ni padece. Eso le pasó a la mujer que tanto quiso a sus hijos y que hoy, son herederos de la corona. Quizá el cuento solamente fuera ese; que nacieran dos varones por si uno falla y que Enrique VIII durmiese en paz. Todos los horrores que esa mujer vivió, además del despecho y la humillación que de forma pública le hiciera su marido, no fue nada comparado con la fuerza que tuvo que tener ella al desvelar en una entrevista todo ese sufrimiento verbalizado.

Ahora un documental llena el share de la tele tonta; esa que nos hace imaginar lo que no es, opinar de lo que no sabemos y juzgar a una pobre chica que murió estampada contra un muro. Un mal gesto de una de las personas que trabajó con ella ha hecho que todo lo que le contase hoy llene revistas, periódicos y canales de televisión. El caso es que hablen de ti, dicen algunos. Querida dama, ahora que han pasado 20 años,  como verás todo sigue más o menos igual. Tu marido sigue con la del tampax, tu suegra no se muere ni queriendo y tus hijos ya tienen otra familia; para que veas que no ha sido para tanto.

Si hubiese sido este verano del 17 quizá te hubieses divorciado y aquí paz y después gloria. Espero que estés en ella, no obstante. ¡No sé si haberte casado con un príncipe te ha merecido la pena hija mía! Al menos has ayudado a que algunas niñas que creen aún que los príncipes existen, que sepan que haberlos haylos pero Carlos, el hombre con orejas, no nos ha servido nada más que para que sea el príncipe de la prensa del corazón porque vaya tela la que tiene que cortar el mozo.

Descansa Diana; aquí como verás, está todo el pescado vendido, 20 años después.

 

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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