La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano rector del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), tratado internacional adoptado en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. Su objetivo es establecer agendas, compromisos y marcos de acción para conservar la diversidad biológica y darle un uso sostenible, así como garantizar la partición justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos.
Colombia ha organizado la edición dieciséis en Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre. Su lema «Paz con la Naturaleza» es una llamada a la reflexión para mejorar la relación que tenemos con el ambiente y repensar un modelo económico que no priorice la extracción, la sobreexplotación y la contaminación de la naturaleza.
Susana Muhamad González, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible en el gobierno de Gustavo Petro y presidenta de la COP 16, afirmaba: «El valor agregado de celebrar la COP 16 en Colombia radica en nuestra visión de Paz con la Naturaleza y en reconocer que la verdadera lucha del siglo veintiuno es por la vida. Si logramos transformar nuestra relación con la naturaleza, así como nuestras prácticas de producción y consumo, y conseguimos que las acciones colectivas impulsen la vida en lugar de destruirla, estaremos abordando los desafíos más importantes de nuestro tiempo…». Además, Colombia estaba avanzando en la actualización de su Plan de Acción de Biodiversidad 2016-2030, elaborando una estrategia nacional ambiciosa y reafirmando su calidad de país megadiverso.
Terminada la Convención, que ha generado muchísima información, conviene hacer un balance de resultados.
Buena organización colombiana
Con la COP 16 Colombia ha demostrado su experiencia organizativa, su capacidad de liderazgo y su influencia en la región. El canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, se ha referido al hecho de que Colombia está demostrando su liderazgo mundial; evidencia de ello, es la organización de más de treinta eventos, de talla global y regional, que se celebrarán en el país en los próximos tiempos. El 24 de octubre, por ejemplo, Colombia ha sido también la sede de la veintidós Conferencia Interamericana de ministras y ministros de Trabajo de la Organización de Estados Americanos (OEA),
Considerando que las COP han sido una sucesión de fracasos, todo parecía indicar que estábamos ante una COP atípica: los compromisos, las comunidades y los recursos financieros serían los asuntos importantes. Tanto es así que el New York Times destacaba que la COP 16 de Colombia podría ser la mejor en la historia de estos eventos.
En el discurso de apertura, el presidente colombiano Gustavo Petro propuso una especie de «Plan Marshall» para compensar el impacto ambiental: «Tenemos que cuidar la vida y no destruirla». Y para financiar dicho plan, es necesario que se produzca el cambio de deuda de los países en vías de desarrollo por acción climática.
El contexto para avanzar en estas reclamaciones es difícil. El Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, firmado por la comunidad internacional en la COP 15 de 2022, está lejos de cumplirse. Pocos países han presentado sus estrategias nacionales de biodiversidad y la mayoría no pagan lo comprometido. Así será difícil alcanzar el objetivo del acuerdo: proteger el treinta por ciento del planeta hasta 2030.
España ha ido a la COP con un plan que vincula regadíos con placas solares. En el mismo se estima que hasta 2030 España debería invertir más de 4100 millones de euros para proteger su naturaleza, recuperando y conservando ecosistemas o dando a conocer su patrimonio natural, según el documento elaborado por el departamento de la ministra Teresa Ribera.
No todos sienten prisa por salvar el planeta
El tiempo apremia para salvar el planeta y solo 44 países, entre ellos Colombia y España, han actualizado sus planes. Y por eso también hay que aumentar los recursos financieros para invertir en temas de diversidad biológica y, por el contrario, reducir financiamiento que tenga un efecto negativo sobre la naturaleza. Efectivamente, la financiación fue el elemento clave de la COP 16, la patata caliente de esta convención.
La Corporación Andina de Fomento (CAF)-Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe hizo una donación de trescientos millones de dólares para proteger ecosistemas de América Latina y el Caribe, como la Amazonia, los bosques Atlánticos, la Antártida y la Patagonia. Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de la CAF, afirmaba: «Los ojos de la región y el mundo están puestos en Cali. Los acuerdos que alcancemos, las alianzas que construyamos y las acciones que emprendamos, van a darle forma al futuro. Estos trescientos millones de dólares son el comienzo, pues vamos a ofrecer una herramienta de identificación de proyectos de calidad para canalizar recursos de donación y financiamiento, lo que incentivará nuevas inversiones para proteger la biodiversidad en nuestros países».
El anuncio se hizo con la presencia de la vicepresidenta colombiana, Francia Márquez y la ministra de Igualdad Racial de Brasil, Anielle Franco, quienes se refirieron también a la implementación del Programa Pueblos Afrodescendientes de las Américas para mejorar la vida de las comunidades afrorurales.
La CAF, con el apoyo de Suecia, lanzó el Fondo «Bioeconomía, acción climática y restauración ecológica» para proteger, restaurar y conservar el Chocó biogeográfico. También organizó un panel sobre la nueva economía en el Amazonas. Otro país europeo, Noruega, ha donado veinte millones de dólares para combatir a la deforestación, que se suman a los diez millones concedidos el año pasado.
Avances en ecología
En otro orden de cosas, en la COP 16 se ha lanzado el primer Atlas Global de Ecosistemas para conocer la complejidad del mundo que nos rodea; un esfuerzo sin precedentes, financiado, entre otras instituciones por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Gobierno británico. Por otro lado, más de ochociento científicos del mundo han firmado una declaración sobre la necesidad de ampliar el conocimiento sobre la gran diversidad de especies vegetales y durante el transcurso de la Convención se ha hablado de cómo fusionar la Inteligencia Artificial con el conocimiento ancestral.
Se ha alcanzado un acuerdo global para identificar y conservar áreas marinas de alta importancia ecológica en aguas internacionales, estableciendo un innovador proceso científico y técnico para identificar dichas áreas (Ebsas). Se presentó además un documento para declarar la reserva marina más grande del mundo, con la participación de representantes de Colombia, Panamá, Honduras, Costa Rica y Nicaragua.
También se presentó el informe «Planeta Protegido 2024», que es la primera evaluación mundial a cargo del PNUMA.
El colombiano Instituto Humboldt de investigación científica sobre la biodiversidad, tendrá la tarea de asesorar a países latinoamericanos por designación del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), para avanzar en la implementación del Marco Global de Biodiversidad y Colombia ha lanzado la RED OTUS, la primera red nacional de monitoreo de biodiversidad del mundo, elaborada en colaboración, además del Humboldt, de las Corporaciones Autónomas Regionales de Desarrollo Sostenible de Colombia, Conservación Internacional Colombia y Wild Life Insights.
El World Widlife Fund (WWF) lanzó el Informe «Planeta Vivo 2024» que muestra cómo se ha deteriorado el planeta en los últimos cincuenta años con especial mención de la Amazonia, lo que demuestra que los próximos años serán fundamentales para buscar soluciones.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que elabora la denominada «Lista Roja de Especies Amenazadas», presentó la última actualización. En América Latina, de 55.630 especies evaluadas, unas 14.650, un 26 por ciento, están en peligro.
Las universidades reafirmaron su papel como agentes de cambio al suscribir un compromiso para la protección de la biodiversidad durante el panel «Universidades como Motores del Cambio: Impulsando el Marco Global de Acción de la Biodiversidad», en el que intervinieron varios representantes de las universidades colombianas.
El antropólogo y etnólogo colombiano Martin Von Hildebrand se ha posicionado como secretario general de la Organización de Países Amazónicos (OTCA) y jugará un papel muy importante en la coordinación de los países amazónicos.
También se ha abordado el asunto de la financiación para renovar y revitalizar los manglares del Pacífico con el diálogo con las comunidades allí asentadas y en lo que ya está haciendo un esfuerzo el Gobierno colombiano con el Fondo para la Vida. Ante las numerosas estructuras criminales, en la COP se ha creado la Red Guardianes del Manglar, aunque se necesita inversión para acabar con los asesinatos de los defensores del medio ambiente; 79 en 2023. Y en la llamada «Declaración de Cali», se adquiere el compromiso para construir un «Caribe Verde Biodiverso».
Colombia se ha adherido al Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (TIRFAA) de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); más conocido por Tratado Internacional de Semillas.
Comunidades indígenas y afrodescendientes
Los países africanos han estado en desacuerdo con Brasil y Colombia -con la excepción de la República del Congo- para incluir una mención explícita a la comunidad afrodescendiente en el Convenio de Diversidad Biológica (CDB), pero los dos países latinoamericanos, a pesar de esa oposición, sacaron adelante la decisión de que las comunidades indígenas y locales se conviertan en un órgano asesor permanente de las negociaciones y que los afrodescendientes sean custodios y guardianes de la naturaleza.
Con dicho acuerdo se incluye a la población afrodescendiente en el artículo 8(j) del Convenio de la Diversidad Biológica (CDB) que solo reconocía la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales como actores claves en la conservación de la biodiversidad. Por cierto, que un grupo de organizaciones afrodescendientes han lanzado el «Atlas de Territorios Ancestrales y Tierras Colectivas de los pueblos Afrodescendientes de América Latina y el Caribe».
Colombia y Brasil han comenzado a colaborar en la conservación de la Amazonia, lo que es importante, ya que en 2025 se celebrará en Brasil la COP 30 de Cambio Climático y habrá que hablar mucho del asunto. Uno de los mayores logros ha sido la creación del Pacto Global por el Agua y la Biodiversidad para proteger el río Amazonas. Por otro lado, Colombia ha anunciado nuevas medidas para combatir la extracción de yacimientos mineros en la Amazonia colombiana y en la COP 16 ha nacido el denominado G9 de los pueblos indígenas de la Amazonia, integrado por varias organizaciones y pueblos indígenas de la región Amazónica.
En el Foro de Mujeres se lanzó la «Declaración de Inirida», que reafirma el compromiso de las mujeres en todo el mundo con la biodiversidad. Decía la ministra Muhamad González: «Al igual que la flor eterna de Inirida, los colombianos hemos aprendido las claves de la resiliencia para alcanzar una paz duradera en los territorios más excluidos del país y en aquellos con mayor riqueza natural. La COP 16 no es simplemente una cumbre, es el camino que nos permite movilizarnos a nivel global hacia este propósito común».
Las Corporaciones Autónomas Regionales de Desarrollo Sostenible de Colombia (CAR) han lanzado el «Manifiesto por la vida: compromiso con la biodiversidad de los territorios», en el que exponen una serie de metas para afrontar los efectos del cambio climático.
Negocios y biodiversidad
Y también se ha celebrado un Foro de Negocios y Biodiversidad, en el que participaron trescientos representantes, lo que da idea de la importancia del sector privado en la lucha climática. La COP ya no es sólo una reunión de representantes de gobiernos; es una reunión de distintos sectores sociales, políticos y económicos y, dentro de estos últimos, los sectores empresariales, algunos de los cuales hacen lobby, como la industria farmacéutica o la multinacional china BYD promoviendo la movilidad eléctrica, por ejemplo.
La Coalición Mundial por la Paz con la Naturaleza, a la que se han sumado más de treinta países, presentada por Antonio Guterres, secretario general de la ONU y Luis Gilberto Murillo, canciller colombiano, llama a hacer un cambio profundo en la relación con la naturaleza. Es una declaración política de movilización de los pueblos para mejorar los esfuerzos nacionales e internacionales. Veremos su recorrido hasta la COP 30 de Belén do Pará (Brasil) en 2025.
No cabe duda que el gobierno colombiano es el gobierno de la paz. En el texto se puede leer: «Considerando que la educación para el desarrollo sostenible debe estar en el centro de las agendas gubernamentales y educativas de todo el mundo para concienciar sobre la urgente necesidad de actuar y hacer frente a la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la desertificación y la contaminación, y promover modelos de producción y consumos sostenibles. En este contexto subrayamos el papel clave del mundo académico y de la investigación científica para contribuir a hacer frente a la crisis». Y en otro momento se dice: «…el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible es un derecho humano y reconocemos que el respeto de este derecho requiere la colaboración y la responsabilidad compartidas de todos los sectores de la sociedad»
Por su parte, los organismos iberoamericanos también han estado presentes en la COP 16. La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) con una serie de actividades y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) con el impulso de la Red Iberoamericana de directoras y directores de Biodiversidad, impulsada por Colombia, España y la SEGIB, con el apoyo de la Unión Europea (UE) a través del Programa Euroclima, coordinado por la Fundación Internacional y para Iberoamérica de la Administración y Políticas Públicas (FIIAPP).
Conclusiones
La COP 16 ha sido un éxito si tenemos en cuenta que se han superado muchas de las dificultades existentes, tanto de orden logístico, como de orden conceptual y ha sido histórica por los logros de las comunidades indígenas, locales y afro. Ha sido la COP de la gente y Cali se ha convertido, por unos días, en la esperanza para salvar el mundo, con más de un millón de visitantes en la Zona Verde, generando 5400 empleos y con 1100 eventos: conferencias, debates, exposiciones y conciertos, que han puesto de manifiesto la importancia de la cultura.
No ha sido un evento más, ha sido también una cumbre de los pueblos y echaremos de menos en el futuro esta COP, la movilización social más grande en la historia de la COP. Ha sido un rotundo éxito. Con la COP 16 se ha lanzado la mayor campaña educativa sobre medio ambiente desarrollada en Colombia.
Alejandro Eder, alcalde de Cali, ha dicho: «Le cumplimos a Colombia y le cumplimos al mundo. Fue un éxito». Con su colaboración se celebrará anualmente una Semana de la Biodiversidad y Cali seguirá demostrando, como capital de la Biodiversidad, su capacidad organizativa.
Pero, por el contrario, ha sido considerada también como un fracaso político y diplomático, ya que los líderes mundiales no acudieron a la cita, que se convirtió en un espacio sin resoluciones -posiblemente, la ausencia que más molestó a Gustavo Petro fue la del presidente brasileño Lula da Silva-.
Y el debate sobre la financiación quedó atascado con unas negociaciones complicadas entre los estados en la Zona Azul. No se llegó a un acuerdo por falta de quórum y la COP 17 se celebra dentro de dos años en Armenia -enemigo histórico de Azerbaiyán donde se ha celebrado la COP 29- para volver a discutir el cumplimiento de la aportación de los países desarrollados.
No obstante, el Fondo Mundial para la Biodiversidad (GBFF) ha logrado cuatrocientos millones de dólares, aportados por Alemania, Austria, Dinamarca, Francia, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido y la provincia canadiense de Quebec. Algo es algo, aunque el GBFF necesita más financiación. Estas dificultades en la movilización de los recursos, llevó al planteamiento de crear un nuevo Fondo de Biodiversidad, lo que fue rechazado.
Se ha avanzado también en el proceso de distribución creándose el Fondo de Cali para que las compañías que desarrollan productos con información genética de flora y fauna compartan sus beneficios con los países y las comunidades de dónde vienen esas especies.
La crisis climática es el desafío central de nuestros días y la COP 16 ha hecho frente a la amenaza y a los desafíos, poniendo de relieve que no sólo Colombia, sino también toda América Latina y el Caribe, son una potencia global en biodiversidad. Habrá que insistir en el cambio de deuda por acción climática para alcanzar la financiación necesaria para la sostenibilidad.
La COP 16, además de experiencia organizadora, ha permitido a Colombia elaborar y negociar una agenda sobre la diversidad biológica para mejorar la relación con el ambiente y repensar un modelo económico que no priorice la extracción, la sobreexplotación y la contaminación de la naturaleza, presentes por el momento en nuestras prácticas de producción y consumo, tema que estará presente en la Cumbre CELAC-UE de 2025, que se celebra en Colombia.
La activa participación de Colombia en los mecanismos de integración de América Latina debería facilitar el diálogo y el acuerdo entre sus socios latinoamericanos y caribeños y de éstos con sus socios europeos. Por el momento se constata la imposibilidad de una posición «latinoamericana», si pensamos, por ejemplo, en la Argentina de Milei. Pero entre 2024 y 2025 Colombia lidera doce presidencias de organismos de integración y será más evidente su protagonismo ante la región y el mundo.
Todo ello será fundamental para la organización de la Cumbre CELAC-UE de 2025 y en cuanto al cambio climático, conviene empezar a trabajar mirando a la COP 30 de Brasil, también en 2025.
Por último, España debería tomar nota dado el fiasco de la Veintinueve Iberoamericana de Cuenca (Ecuador) y teniendo a la vista la organización de la Treinta Cumbre Iberoamericana que se celebrará en España en 2026.
Gracias Colombia por demostrar la importancia que tiene la educación para el desarrollo sostenible.