Día mundial de la depresión: esto no es tristeza

Dentro de la complejidad de la depresión, se encuentran un montón de diagnósticos, acuñados generalmente por las personas que no son doctas en el asunto, y se atribuyen aspectos de tristeza relacionados con ésta, cuando realmente no lo son.

Si bien el episodio depresivo y la depresión mayor se pueden considerar dentro de las enfermedades mentales, (como una difícil de diagnosticar por la sintomatología y su imprecisión en los primeros estadios), se debe valorar su etiología, dada su enorme complejidad, en donde se anidan tanto factores psicosociales, como genéticos, biológicos, entre otros.

En determinados casos, cuando existe y se padece una enfermedad crónica, se puede considerar que subyace también una depresión, cuando los pacientes deben cambiar sus hábitos, adquieren nuevos comportamientos y deben adaptarse a su modus vivendi con las herramientas que tienen.

Ese padecer, que está descrito por el paciente, no solo afecta a su estado de ánimo, sino que puede llegar a influir en su adherencia al tratamiento para la depresión porque no la considera, o mejor dicho, la incorpora como una enfermedad más. Ésta arranca con una importante tristeza y deriva en depresión en muchos casos sin que apenas hayan mediado algunos meses.

La detección temprana de los niveles de una depresión leve o moderadamente grave, puede hacer que un paciente llegue a controlar los síntomas mediante la medicación pautada. Este trastorno psiquiátrico es quizá, el más frecuente entre la población y no entiende de sexos ni de edades.

Hay que resaltar sin embargo, que el cuadro que obedece a un estado depresivo, mantiene en el tiempo ciertas alteraciones de pensamientos pesimistas; expectativas negativas acerca del futuro; autocastigo; pensamientos suicidas; desgana; aislamiento social; ansiedad; angustia; insatisfacción permanente; irritabilidad; pérdida del apetito; enfermedades somáticas; alteraciones cognitivas, entre otras cuestiones.

La autocrítica, el sentimiento de culpa, la distorsión de la imagen personal, la indecisión y sobre todo, una tristeza que nos sumerge en un sueño profundo o en un insomnio sin precedentes, nos lleva a no decidir pedir ayuda inmediata.

De ser así, la depresión se instala en un modus operandi complejo y no permite que el enfermo pueda salir de un túnel, cada vez más oscuro. Entre los apoyos que pueda tener, existe el error y la confusión por parte de su familia y allegados, que consideran que no sale de ahí porque no quiere realmente. Con cierta torpeza, le invitan a divertirse, a beber, a pasarlo bien o al desenfreno para que vuelva a la realidad abandonada, si bien el sujeto, al no sentirse bien, huye y se refugia normalmente, en los primeros estadios en el alcohol y posteriormente va añadiendo fármacos o sustancias psicotrópicas, además de droga y ansiolíticos.

La depresión es una enfermedad seria, que debe ser abordada porque supone una incapacidad manifiesta para continuar viviendo y puede complicarse con ideas suicidas por no ver salida alguna. Actualmente, la farmacología, permite que el individuo vuelva a sentirse bien y mediante una terapia podrá verbalizar y describir, qué y desde cuándo, eso que siente, ya no lo identifica con la tristeza.

Según las palabras de María Inés López-Ibor, psiquiatra, en su toma de posesión como Académica Correspondiente a la Sección de Medicina de la Real Academia de Doctores de España en marzo de 2016, diferenció la tristeza de la depresión, investigación q no conformó con su padre, el profesor Juan José López-Ibor, qepd, diciendo: ese sentimiento pertenece a la vida cotidiana y cuándo esa tristeza normal, se convierte en una alteración psicopatológica, es ya una depresión.

De esa investigación, sin terminar por el fallecimiento de éste, la doctora citaba: «una de cada cinco personas, presentara un trastorno del estado de ánimo a lo largo de su vida, y en las personas que padecen una patología médica, aumenta la incidencia llegando a aparecer en el veinte por ciento de los casos; siendo las cifras más elevadas en grupos concretos de población de pacientes sobre todo los que padecen o han padecido meses antes una enfermedad cardiovascular, oncológica o neurológica.

En las enfermedades neurológicas son frecuentes los síntomas depresivos, sucede tanto en las demencias como en los accidentes cerebrovasculares o ictus, en los que hasta en un 25% de los casos se cumplen criterios de depresión mayor. Los pacientes oncológicos presentan clínica de depresión en un 25% de los casos, la frecuencia es mayor en determinados tumores (cabeza de páncreas, digestivos).

En enfermedades metabólicas como la diabetes, la incidencia de depresión es tres veces superior a la de la población general. Los pacientes depresivos tienen una mortalidad de origen cardiovascular aumentada, los criterios de depresión mayor se cumplen en un 25% de los sujetos con un infarto de miocardio reciente. Diversos estudios han mostrado que los familiares de pacientes depresivos padecen depresión con el triple de frecuencia que los familiares de los controles sanos.

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Todo esto hace que adquiera una importancia notable en todos los programas de prevención y gestión de la salud. No es una enfermedad que concierna únicamente al especialista, ya que a éste sólo llegan el 10% de los casos, y el resto o son vistos por otros médicos no psiquiatras o no acuden a ninguna consulta. Probablemente una de las razones más importantes para que se de este hecho es que ni el paciente ni sus familiares, ni el entorno, relacionan a veces la depresión con un hecho patológico o una enfermedad.

Entre los pacientes que acuden al médico de atención primaria, se calcula que el 10-20% sufren trastornos depresivos como entidad primaria y algunos autores piensan que la incidencia es superior, llegando a alcanzar el 40%. De entre los pacientes que acuden al psiquiatra la proporción es realmente más elevada, aproximadamente un 50%

Entre los factores sociodemográficos destaca el sexo, siendo la prevalencia para los trastornos depresivos el doble en la mujer que, en el varón, al menos en edades medias de la vida. Además, el riesgo de cronicidad es mayor en la mujer.»

Es preciso contemplar otros factores añadidos, relativos a los sujetos con ciertos trastornos de la personalidad, que están especialmente predispuestos a padecer depresión, y por ello, el abordaje se debe tratar con esos considerandos. Entre los diversos síntomas que acompaña a esa anhedonia, existe también una alteración en el eje hipotálamo-hipofiso-suprarrenal, que puede comprobarse en los estudios de neuroimagen del cerebro. Esa hipoactivad en el córtex prefrontal temporal, cingulo y ganglios de base, provocan esa desmotivación, el déficit de atención y la apatía que acompaña al paciente sine die.

Confundir tristeza, (que no deja de ser un sentimiento) que surge por la pérdida de alguien, de algo o de una perspectiva sin visos de solucionarse a corto plazo, es una vivencia normal que no debe tratarse desde el punto de vista médico, pero sí, vigilarse, desde el punto de vista familiar. Lágrimas, sollozos, un dolor intenso en el pecho y un ánimo por los suelos, nos pueden llevar a una depresión si este momento, dura más de lo que consideramos normal. Si ya nuestra vida comienza a ser disruptiva, difícilmente podremos salir de ello sin pedir ayuda también. Por si sola es uno de los síntomas de la depresión, pero no podemos considerarla como tal. Cuando ya entra la melancolía y la pérdida de autorrealización, hablamos sin duda de un estado depresivo que hay que abordar.

Es importante afirmar que la mayor parte de las depresiones se curan, añade la doctora López-Ibor, lo que supone, que existe un horizonte que el paciente debe conocer y un tratamiento al que debe acceder con ayuda. Dar el primer paso, siempre es lo importante para salir adelante.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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