Describir en dos cuartillas un trabajo de más de veinte años, sin omitir detalles, pudiera resultar algo complicado y comprometedor, máxime cuando en esa labor participan y han participado varias personas con las que se deben compartir los honores y las satisfacciones. Siempre se incurre en omisiones involuntarias, pues por mucho esfuerzo de memorización, no podrá abarcarse todo, aunque la intención sea que no falte nadie.
A riesgo de lo que pudiera ocurrir, no debo dejar pasar inadvertida la ocasión para hablar de la actividad que desde hace varios años he estado desarrollando en aras de un mejor uso de lenguaje oral y escrito, siempre convencido de no ser catedrático del idioma español, sino un aficionado del buen decir
Un cuarto de siglo, veinticinco años, bodas de plata, vigésimo quinto aniversario o cualquier otra denominación, son el motivo para agradecer en primer lugar al Dios Todopoderoso por permitirme ser útil en un apasionante y a la vez escabroso tema, como la gramática y la ortografía. Digo escabroso porque muchos son los que sostienen que es más fácil aprender Matemáticas, que eso de escribir medianamente aceptable, con lo cual no estoy de acuerdo; pero admitido que, como cualquier otra área del saber, esto tiene algunos grados de dificultad, para lo que es fundamental un poquito de dedicación y sentido común.
Me complace que a la luz de algunas observaciones vertidas en estos escritos, muchos profesionales, como periodistas, publicistas, locutores, docentes, abogados, médicos e ingenieros han disipado sus dudas y han adquirido facilidad para redactar y para la expresión oral. Eso lo sé porque frecuentemente y por diversas vías recibo comentarios elogiosos, acompañados de interesantes inquietudes lingüísticas, lo cual me estimula y me compromete aun más en esta tarea. Además, en algunas instituciones de educación secundaria y universitaria de mi país recomiendan la lectura de mis aportes al idioma español.
Mención especial para el profesor José Duque, consecuente lector y apasionado por la buena escritura. Duque en cada entrega tiene un comentario estimulante, además de que siempre, con la acuciosidad que lo caracteriza, va más allá, en aras de complementar el aporte que suelo hacer cada sábado.
Mi primer artículo sobre gramática y ortografía fue publicado el 12 de noviembre de 1994 en el diario El Regional, de Acarigua-Araure, dos ciudades hermanas de Portuguesa, Venezuela. Luego en Última Hora, del mismo estado, y posteriormente en El Impulso del estado Lara. Otros portales y blogs institucionales se han sumado a la labor de manera espontánea. Mención especial para Fanatik, revista deportiva del estado Cojedes, dirigida por Antonio Aular, que de manera regular se ha convertido en multiplicadora del mensaje.
Mi nueva casa es periodistas-es.com desde febrero de 2018, prestigioso medio digital español que me ha dado el privilegio de formar parte de su selecto grupo de colaboradores (autores).
En veinticinco años, con algunos lapsos de ausencia por razones ajenas a mi voluntad, he abordado diversos casos de impropiedades lingüísticas, especialmente la de los medios de comunicación social, habida cuenta del inmenso poder inductivo que estos ejercen, lo que hace que todo lo que en ellos se diga o se escriba, mal o bien, tiende a arraigarse en el vocabulario de los oyentes, telespectadores, lectores y por supuesto se extiende al habla cotidiana.
No llevo la cuenta de los artículos publicados; pero estoy seguro que pasan de mil, cantidad que es poca para el tiempo transcurrido. Ha habido ocasiones en las que de manera involuntaria he tenido que apartarme. En este medio, mis escritos han aparecido 69 veces, lo cual ha sido altamente positivo y provechoso, pues de manera regular intercambio impresiones con lectores y lingüistas de varios países.
A todas estas, y con la satisfacción del primer día, expreso mi agradecimiento al colega Rafael Jiménez Claudín, editor de Periodistas-es.com y a su equipo de trabajo, por el honor que me han concedido.
También por la paciencia que han tenido para conmigo, sobre todo cuando me he visto en aprietos para enviar el material, en ocasiones fuera del lapso en que suelo hacerlo, pero a tiempo para que sea publicado cada sábado.
Y es que en Venezuela, muchos lo saben, la electricidad y las comunicaciones están cada día peor. ¡Muchas gracias, que Dios los bendiga!
¡Veinticinco años! Se dice fácil; pero hay que ver el trabajo y la dedicación que has tenido que emplear para mantenerte siempre activo en la noble misión de aportar conocimientos para el mejor uso del idioma español. Es una tarea que merece reconocimiento y exaltación, pues muy poca gente se dedica a esto, y además es altamente provechosa. ¡Felicitaciones!
Son veinticinco año, y se dicen muy fácil. Felicitaciones, y que continúen los éxitos.
Querido David, gracias por tanto en todos estos años. Comento en nombre de mi generación y de las que vienen, porque el aporte que has hecho no puede medirse.
Estoy orgulloso de ser tu amigo, hoy más que nunca.
Sueño con tener a la mano un libro que compile tus mejores trabajos, hasta creo que debe convertirse en una obligación para ti.
Si bien ya eres inmortal, alguien dijo una vez y no recuerdo quién: «La inmortalidad es de papel».
Super agradecido por visualizar mi humilde aporte y porque cuando se publica es obligatorio leer; además de lo interesante que se torna aprender o afianzar un conocimiento semana a semana.
Me llena de satisfacción que tus artículos llenos de sabiduría aunque no quieras aceptar es evidente que nos muestran de manera sencilla el buen uso de las palabras, asi como las reflexiones que moldean las buenas costumbres y el vivencias de los pueblos…
Gracias David….con aprecio…Antonio Aular
Etimado David:
Gracias por la deferencia de mencionarme en tu columna. Has descrito mi interés por la lengua acertadamente: una pasión. No sé de donde me viene este interés pues no fue inculcado por mis padres, quizás se originó durante la formación en mi Alma Máter. Lo que si tengo claro es que debo inculcarlo a mis hijos y en la medida que pueda a mis alumnos.
Te felicito David por la constancia de esta labor, tú ya tienes 25 años en estas lides y yo te he acompañado desde el 2 de febrero del 2014, cuando iniciamos una provechosa relación espistolar y que se mantiene hasta el día de hoy.
Ahora que reviso aquellos primeros correos electrónicos del 2014, terminé encontrando los mensajes de mi apreciado y hoy difunto Pablo Ramos Méndez, correos que éste me hacía llegar con el contenido de su interesante columna de El Universal llamada La lengua en salsa. Acado de darme cuenta que antes de conocernos tú y yo, ya éramos pasajeros desconocidos del mismo tren de sus misivas.
En hora buena David. Espero que puedas continuar con esta columna haciéndolo con mucha entrega sin importar a veces la desasón que algunos intentar fomentar. Adelante, estaré esperando la siguiente columna.
Posdata: le mostré tu columna a mi esposa (Luisa González, hermana de tu amigo Héctor González) y me preguntó sino era mejor decir «lengua escrita y oral» que «lenguaje escrito y oral» tal como titulaste esta columna. La verdad que no hallé qué responder, al parecer en cierto contexto riguroso cabría la distinción. Rápidamente, hice una búsqueda en mis diccionarios de Cabecera (Clave y DILE) y veo que los términos son bastante intercambiables. ¿Será que tú nos sacas de esta duda?
¡Felicitaciones!