Aquel 15 de julio de 2012, los medios de información internacionales apenas repararon en la noticia, la discográfica coreana YG subió ese día a su canal de You Tube el que muy pronto se convertiría en el vídeo más visto de todos los tiempos, «Gangnam Style» del artista PSY, conocido popularmente como el baile del caballito. Tres años después, el número de visualizaciones se cifraba en 2.400 millones.
El hecho es una prueba evidente del videoclip como mercancía cultural más consumida por la juventud del planeta. Consecuentemente, las estrellas de la música que difunden sus productos en ese formato influyen de un modo determinante en los valores e ideología de las jóvenes generaciones. Marcan su estilo de vida, moldean sus prioridades, objetivos y sueños. Es obvio que con esa capacidad de influencia masiva, el videoclip haya reclamado la atención del poder político y económico para sus intereses.
Para analizar todo esto y más, Jon I. Illescas Martínez ha escrito un libro de una densidad e interés indiscutibles, que te atrapa desde los primeros capitulos (La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados. Ed. El Viejo Topo), fruto de la investigación efectuada años atrás para su tesis doctoral «Industrias culturales y juventud en el sistema-mundo. El videoclip mainstream como mercancía y como reproductor de ideología».
El autor trata de responder con su documentadísimo trabajo, en el que se tienen en cuenta los 500 vídeos musicales más vistos en You Tube y se resume la biografía de las 20 estrellas más importantes del pop con su controvertida y azarosa marcha hacia el poder, a una serie de preguntas clave.
Entre ellas la más esencial es sin duda esta: ¿Qué dependencias existen entre el modo de producción capitalista (la base económica) y los vídeos musicales (la superestructura)?
La tesis fundamental del libro, en cuya investigación invirtió Illescas siete años, sostiene que los videoclips dominantes son un instrumento mediante el cual la oligarquía capitalista mundial consigue el consenso de la juventud asalariada internacional.
Se trata de industrias de la conciencia –según denominación del autor- que con su producción económico-ideológica subyugan mentalmente a la juventud global, de modo que la oligarquía condiciona así los sueños, valores e ideología de los adolescentes. Consiguen que su dominación se naturalice y el modo de producción capitalista sea visto como el mejor de los posibles, cuando no el único posible. Vivimos en una dictadura musical, promovida por una industria que es uno de los negocios más oscuros del mundo actual, controlado por una oligarquía mediática de magnates y altos ejecutivos que con sus decisiones modelan el gusto de las masas. Lo que las mayorías creen que les gusta libremente es lo que esa élite del poder ha decidido que les guste previamente.
Sobre un hilo conductor consistente en no perder de vista cómo el videoclip dominante ayuda a reproducir entre los jóvenes una cultura e ideología funcionales para el sistema en su conjunto, el autor divide su obra en cinco secciones temáticas. La historia de la canción ilustrada se aborda en la primera, con un segundo capítulo dedicado a analizar la biografía de 20 estrellas musicales y un tercero que disecciona las principales empresas que hay detrás de la producción y difusión de este formato audiovisual. En la segunda sección se explican los conceptos clave para entender la base económica en la que se desarrolla el vídeo dominante, con un capítulo en el que se exponen las herramientas conceptuales que nos permiten entender su influencia cultural e ideológica.
Tras una tercera sección que analiza los 500 vídeos más vistos en You Tube, el libro concluye con una cuarta en la que se expone cómo los vídeos y sus protagonistas logran el consenso capitalista de los jóvenes del mundo, con un análisis de las conexiones políticas y económicas que permanecen ocultas a los ojos del gran público. Un capítulo de sumo interés en esta sección es el que el autor dedica a explicar cómo el flujo de videoclip dominante funciona como un currículum oculto por el cual los jóvenes estudiantes aprenden valores e ideología por encima de los adquiridos en los centros educativos públicos. Las conexiones entre esos pedagogos especiales que son las estrellas del pop y la élite política y económica internacional saltan a la vista.
Las últimas páginas del libro hacen un examen de aquellos vídeos musicales distintos a los dominantes y también opuestos en valores e ideologías, con referencias a los ámbitos en que produce ese flujo díscolo y con qué limitaciones se encuentra a la hora de su difusión internacional. Se analiza esa producción a contracorriente y se exponen los argumentos que sostienenen la necesidad de una industria cultural contrahegemónica. También se esboza una propuesta de cómo podrían ganarse la vida los artistas y cuál sería el funcionamiento de la producción y el consumo musical e una sociedad poscapitalista, socialista y democrática.
Se trata, en suma, de un libro multidisciplinar en el que se exponen las conexiones ocultas entre las estrellas del pop, la industria cultural, el narcotráfico, la alta política y el capitalismo global, desvelando cómo la élite de la clase dominante reproduce en las generaciones más jóvenes valores e ideologías funcionales para renovar su poder.