La mujer y el cine

La mujer y el cine es todo un tema. En Latinoamérica la presencia femenina en la dirección cinematográfica se ha ido afirmando notablemente después que la directora argentina Maria Luisa Bemberg obtuviera la nominación al Oscar por la Mejor película extranjera con “Camila”, siendo precursora de un notable movimiento de la mujer en el cine latinoamericano. La directora venezolana Malena Roncayolo forma parte de esta tendencia de mujeres cineastas.

Malena-Roncayolo La mujer y el cine
Malena Roncayolo con una carátula de Navios

 

Aunque el cine venezolano se inicia un 11 de julio de 1896 en una función de cine en Maracaibo con un Vitascopio comprado en New York, la industria fílmica tarda en evolucionar. Fue Enrique Zimmerman quien realiza el primer largometraje “La Dama de las Cayenas” y luego filma una novela de Rómulo Gallegos “La Trepadora”. Fue justamente el escritor Gallegos quien crea los Estudios Avila en Caracas, en los 40.

Mientras el cine avanza con lentitud, la industria televisiva adquiere cada vez mayor importancia con telenovelas que conquistan nivel internacional. En los 70 hay un boom, nominado “Nuevo Cine Venezolano”, con varios sucesos. Los 90, trae un éxito taquillero con la película “Disparen a Matar” de Carlos Azpurua y en 1994 se crea la Ley de Cinematografía Nacional, para fomentar la industria. Con las nuevas tecnologías digitales hay un resurgimiento y en el 2000, el film “Manuelita Sáenz”, del director Diego Rísquez, logra un gran éxito para el cine nacional. Surgen nuevos directores y las películas participan y obtienen premios en festivales internacionales.

La presencia femenina se hace notar con directoras como Malena Roncayolo, Mariana Rendón, Mariana Fuentes, Marite Ugás, Claudia Pinto, entre las más conocidas, que configuran una tendencia importante dentro de la cinematografía latinoamericana.

En un encuentro con Malena Roncayolo, me cuenta sus comienzos cinematográficos y la estética que fundamenta sus filmes.

Malena Roncayolo: Yo había estudiado Literatura Francesa en París, pero, quise visitar Cine Cittá, en Roma, con la intención de hacer estudios de cine. Hice mi inscripción en Cine Cittá pero vino una fuerte crisis económica en Venezuela, el “Viernes negro”, la moneda cayó y mis sueños de ir a Roma, también. Entonces, descubrí que había una Escuela de Cine en Venezuela dirigida por Cristina Capriles, y comencé a estudia cine y televisión. Hice mis talleres de guión, producción, fotografía, y mi primera asistencia de dirección en el film “El atentado”, el caso real de un abogado reconocido pero que tenía un lado oscuro. Fue una experiencia fuerte para mi.

Luego leí a Julio Cortázar y me enamoré de su obra. Yo creo que el cineasta debe ser un humanista, un ser culto, que conozca de otras artes y del mundo, que no se limite a asuntos técnicos y al mundo que lo rodea. Entonces, en 1985, realicé un corto metraje sobre el cuento “Casa Tomada” de Cortázar. El distribuidor mexicano decidió hacer un largometraje comercial, partiendo del corto cinematográfico. Le aumentamos el guión, creamos personajes y nuevas historias y tuvimos que cambiar el nombre, y aunque esta dedicada a Cortázar, la película se llamó “Pacto de Sangre”.

En el año 1986 hice mi segundo film contratada por el Ministerio de la Cultura en Venezuela, un homenaje a nuestro poeta Andrés Eloy Blanco. Hice una versión cinematográfica de dos cuentos, filmada en 16 milímetros pero luego se pasó a video para la televisión. Es una comedia, con actores venezolanos, con mucho espíritu regional, muy popular y aún hoy la siguen pasando.

Adriana Bianco: Yo he visto “De navios, ron y chocolate”, un documental diferente con una trama, una historia y una recreación muy amena de las situaciones y de los entrevistados.

MR: Efectivamente, es un documental que narra la historia de los inmigrantes de Córcega que llegaron a Venezuela, en el sigo XIX, del aporte que hicieron en el Caribe en agricultura, industria y artes. A mi me encanta la historia, asi que he tomado la época para revivir toda esta gesta migratoria de Europa hacia Venezuela.

AB: Hay algo autobiográfico porque tu eres de orígen corso…

MR: Si, mis tatarabuelos venían de Córcega y Marsella, tenían barcos de vela y llegaban a Venezuela en busca del café y cacao.

No ha desaparecido esa idea del “sueño americano” en el inconsciente europeo pero en el siglo XIX era muy fuerte. Luego en el siglo XX, las guerras mundiales impulsaron a esa inmigración jóven en busca de un futuro mejor. Esa conexión con Europa en el siglo XIX se perdió, era complicado, no como ahora con la tecnología y el skype. Un viaje tomaba casi un mes, en veleros maltratados por las grandes tormentas, eran viajes arriesgados.

Quiero, Adriana, hablarte de una película que hice en coproducción con Colombia y México “Asesinato en lunes de Carnaval”, fue un film de época, y con actores de los dos países. Fue una experiencia para la producción porque el actor mexicano se quedó en Venezuela pero el colombiano estaba haciendo telenovela y iba y venía a Bogotá y tuvimos que coordinar la agenda de producción.

AB: Sin duda mucho trabajo. No hay muchas mujeres directoras, aunque Venezuela se destaca. ¿Cuál es el rol de la mujer directora de cine? Hay una plataforma diferente, temas diferentes….

MR: La directora de cine mujer aunque tenga encargos debe tener una impronta personal. Yo, consciente o incoscientemente siempre tuve en mis filmes presencia femenina de importacia, con papeles de notoriedad.

Otra cosa que me apasiona en cine es el tema de las raíces, de los orígenes. He estudiado mucho sobre la historia, los orígenes de nosotros los latinoamericanos. Me cuestiono de dónde venimos, cuál es nuestra identidad nacional. Para mi ese tema y su tratamiento fílmico es importante.

AB: Como asimilas la nueva tecnología del cine digital… Yo pertenezco a la época de la filmina y de las latas de Hollywood, a la época de oro del cine de Latinoamérica…

MR: Si, yo comencé con 35 y 16 milímetros, y super ocho. Mi primer experiencia no comercial fue “La casa profanada” de un escritor venezolano David Alizo.

AB: A quien conocí mucho en México cuando era Agregado Cultural de Venezuela…

MR: Un narrador muy interesante que habla de esas casas que fueron lares de familia pero al morir sus descendientes las entregaban a un comercio o tienda y se perdía la tradición. Yo vi casas así en Buenos Aires también

AB: El escritor Mujica Lainez escribió una novela “La casa”, con el mismo tema, la decandencia de esas mansiones en la sociedad moderna.

MR: Como te decía, filmé con técnicas diversas y en “De navíos, ron y chocolate”, trabajé en digital aunque me resistía al principio, luego vi los recursos y con la edición comencé a comprender el sistema y descubrí el potencial del film en digital. El director puede controlar más el film.

AB: Tu sabes que el problema del cine actualmente no son las nuevas tecnologías sino la distribución y exhibición de las películas.

MR: Si, la distribución en nuestros países latinoamericanos esta tomada por las producciones que llegan de afuera, especialmente de Estados Unidos. Es un comercio donde el distribuidor está comprometido a pasar filmes que llegan de afuera porque le recuperan económicamente, entonces para el cine nacional no hay fechas. Por eso las leyes de cine nacional para proteger el cine del país son importantes.

Yo he tenido suerte con mis ocho o nueve filmes porque he establecido contacto con los distribuidores y hemos negociado para que se exhibieran.

AB: Cómo observas el panorama del cine venezolano?

MR: En la década de los 90 y comienzos del 2000, tuvimos producciones importantes que nos daban retorno, participaban en Festivales y obtuvieron premios, pero recientemente esa producción ha disminuido, En Venezuela, hay un respaldo por el fondo que está alimentado por los impuestos que pagan las televisoras, el cable, y la sala de cine, hay una recuperación pero ese fondo se ha diluido ultimamente por las consideraciones severas políticas que no están ayudando al desarrollo del cine y que coartan la libre expresión.

AB: Qué proyectos tienes como directora y productora?

MR: Estoy con una producción que se llama “La chica del tiempo”, una comedia para la televisión y como productora estoy haciendo una película que se llama “Acciones” basada en el libro de Francisco Olivares “Acciones, la presa del comandante”, que toma el hecho real de una jueza que fue encarcelada y está presa por 30 años, por haber defendido la justicia.

Yo ya había trabajado en este cine de denuncia, hice un film en el 2006, sobre violación de derechos humanos, con medios modernos audiovisuales, se llamó “Premio Nobel de la Paz”, se exhibió en el mundo entero, en congresos sobre la libertad y los derechos humanos. O sea, junto con mi faceta de realizadora de comedias y documentalista también abordo la problemática contemporánea porque para mi el cine es arte y compromiso con lo que nos sucede. El cine es una voz muy importante de alerta y expresión.

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