Luis Ascot y los secretos del piano

El piano es protagonista en la escena musical actual, ganó su posición a través de una larga historia de secretos; la cítara le dió sus secretos al monocordio, clavecin, clavicordio, pianoforte hasta configurarse en el piano, creado por Bartolomeo Cristóforo, en 1700, que ha llegado a nuestros días, enamorando a público, intérpretes y compositores que fueron virtuosos pianistas como Mozart, Chopin, Liszt, Debussy, Tchaikovsky. Pero no todos acceden al círculo de los virtuosos, solo unos pocos pertenecen a esa elite, entre ellos, el pianista argentino Luis Ascot.

Adriana Bianco: Luis Ascot en el salón de su casa en Buenos Aires

Luis Ascot, considerado el Liszt latinoamericano, ha llevado a cabo una exitosa carrera como concertista y como pedagogo. Laureado en varios concursos nacionales e internacionales, se ha presentado en los escenarios mas relevantes del mundo: Carnegie Hall de New York, Conservatorio de Música de Bruselas, Victoria Hall de Ginebra, Concertgebouw de Amsterdam, Kennedy Center de Washington, Sala de las Asambleas de Naciones Unidas en Ginebra y en la Unesco de París, Palacio de Bellas Artes en México, Teatro Colón en Argentina, entre otros. Hizo importantes giras por Canadá, Europa, India y en el 2007, por China. Es requerido por universidades y conservatorios internacionales para ofrecer clases magistrales. Ha grabado para el sello suizo Cascavalle “Le Carnaval des animaux” de Camille Saint-Saens, Música Argentina” y “Música do Brazil” y otros CDs.

En 2011, la Asociación de Críticos Musicales de Argentina lo ha reconocido con el máximo premio nacional: Premio Trayectoria Artística.

Nos acercamos a su departamento en Buenos Aires, con cuadros, libros, objetos de arte, partituras, un espléndido ventanal y un piano de cola presidiendo la sala. En una conversación amena, donde Luis hace gala de su simpatía, conversamos sobre el piano, la enseñanza, sus recuerdos de giras internacionales y sus años en Brazil y Suiza.

Luis Ascot: Yo vengo de una familia de “no músicos”, incluso a mi padre no le gustaba la música. Yo era chico, movía los dedos y cantaba. Mi mamá era maestra, y los domingos a la mañana hacían conciertos para las escuelas en los teatros y me dijo: “Si te portas bien, te llevo”. Cuando llegué al teatro quedé impresionado de la gran sala y cuando vi el piano, la orquesta, y el solista que ponía las manos en las teclas y salía música, le dije a mi mamá: “Yo quiero tocar piano y voy a tocar éso (era un concierto de Grieg), aquí.”  Mamá me pasó la mano por la cabeza y me dijo: “Si querido.”  Y se hizó realidad. Soy pianista y toqué en el Teatro Colón.

Volvimos a casa y a la semana yo ya estaba estudiando piano con una profesora que vivía en la misma cuadra de mi casa. Tenia cuatro o cinco años, y ya solfeaba en el viejo estilo, asi comenzó mi pasión por la música. Siempre tuve facilidad, al principio, uno copia lo que le indica el profesor y luego aprende la técnica. Con esta profesora estudié hasta los diez años y luego con Poldi Mildner, una pianista austríaca que vivía en Buenos Aires, alumna de Moritz Rosenthal, amigo de Liszt.

Adriana Bianco: Durante las Guerra, llegaron muchos exiliados, escritores y artistas a Buenos Aires.

LA: Si, llegaron grandes figuras, Poldi había tocado con Toscanini, le presentó a Rachmaninov, estudió los conciertos con él, era amiga de Gershwin, y como profesora era muy entusiasta. Hice mi curso con ella y a los 18 años obtuve una beca de piano para estudiar en Brasil y encontré tres pilares de la música brasilera: Guiomar Novaes, Magdalena Tagliaferro y Jack Klein, quienes me enseñaron con dedicación. En el 70, gano el Concurso Beethoven con una beca que me da a elegir estudiar en Alemania, el Conservatorio de París o el de Ginebra. Elegí Ginebra, porque siempre me atrajo como polo espiritual. Llegué a Ginebra en 1971, completé mi curso de virtuosidad en el Conservatorio de Ginebra y me dieron el Primer Premio de Virtuosidad y el Premio Paderewsky, me contrataron para hacer suplencias y ni bien me gradué me nombraron profesor hasta el el año 2007.

AB: Cómo fue esa experiencia enseñando a los niños europeos?

LA: Fue muy interesante ver como se educa a los niños suizos. El espíritu de Calvino está impregnado en esa ciudad, un buen ginebrino no expresa ni dolor ni alegria, ni pobreza ni riqueza. Y yo como latinoamericano abierto, expresivo, hablando y gesticulando…. (risas)

A mi siempre me gusto enseñar. Y la relación con mis alumnos fue muy buena. Hasta el día de hoy me llaman para consultarme. Muchos de mis alumnos lograron muy buenas carreras en la música clásica y en el jazz. Otros, prefirieron mantener el piano por amor a la música. Como ves…mi pasión por la enseñanza es total. Cuando doy una clase rejuvenezco.

AB: En Argentina, continuaste con tu tarea docente?

LA: En realidad, soy presidente del Jurado del Concurso Nacional de Piano, y ofrecí una serie de Master Class en 2015. Ahora solo hago clases magistrales. Prefiero insistir en ciertas cosas que tiene que ver con la “filosofía de la música”, volcar mi experiencia, mostrar aspectos profesionales: cómo se concibe un concierto, cómo hay que prepararse, la elección del repertorio y muchos otros detalles. Doy clases magistrales en Argentina, Brazil y Europa. Y soy jurado en Concursos Internacionales de piano, ahora vengo de Costa Rica y voy con frecuencia a Europa.

AB: Cómo observas el panorama pianístico en Latinoamérica. A veces, los talentos latinoamericanos no compiten como deberían…

LA: Es verdad, no se animan. La gente de mi generación iba a estudiar a Europa. Hoy, el estudiante que sale de Argentina, Brasil o México ya tiene todo el conocimiento, Europa sirve para consolidar el estilo ya aprendido, pero no va aprender algo nuevo. Ahora ya no hay tantas diferencias. Hay que trabajar y presentarse a los concursos. Si hablamos de escuelas, esta la escuela rusa, la escuela francesa y esta la escuela de Liszt.

AB: Te han considerado el Liszt latinoamericano, te sientes dentro de esa escuela?

LAYo he sido formado por alumnos de Liszt y de alguna manera eso se absorbe. Lo bueno que tuvieron esos maestros fue darme reglas precisas, y dejarme interpretar lo que estaba leyendo. Debo decir, que no todas las manos son iguales, ni todos los físicos son iguales, por eso cada pianista debe recibir el consejo y adaptarlo a su físico, para sacar los mejores resultados.

AB: Yo recuerdo que se hablaba del impetu latinoamericano, con respecto al pianista Claudio Arrau. Se puede hablar de esos personalismos o ya la técnica es más controlada y generalizada.

LA: Se ha perdido la personalidad del intérprete. En los años 50, todos los pianistas hacían la música de acuerdo a lo que ellos sentían, después, se pasó al texto y ya no había lugar para la interpretación libre. Había que seguir rigurosamente lo que estaba escrito.

AB: Actualmente, hay como un alarde del virtuosismo, de los aspectos técnicos …

LA: Exacto. Éso es lo que ha sucedido. Uno tiene que tener los dedos para trasmitir ondas sonoras que a su vez trasmiten una emoción. Yo cuando toco, es “ser el piano”. Busco el milagro de la vibración sonora y vivo una relación espiritual con la música.

luis-ascot-entrevista-600x466 Luis Ascot y los secretos del piano
Luis Ascot en la entrevista de su casa de Buenos Aires

AB: Porque la música no es solo técnica, hay toda una cultura, una sensibilidad en la obra musical. Luis, me interesaría saber tu actividad en cine, porque has interpretado música para cine….

LA: Si. El cine siempre me apasionó. Tenía mis actrices preferidas….entre ellas vos (risas nuevamente). Mi primera experiencia fue teatro y música en Suiza, en la Comedia de Ginebra con “No se juega con el amor” de Alfred Musset. Me pidieron, asociando a Musset con Chopin,  que hiciera un “leitmotiv” para cada uno de los personajes. Estudié bien la obra y le puse a cada uno de los personajes su “tema musical”, que interpretaba cuando ellos salían a escena.

En cine, trabajé con el director argentino Marcos Carnevale, en el film “El espejo de los otros”. Marcos me pidió una música para cada una de las historias de la película. Yo elegí los temas musicales para cada capítulo de acuerdo a la historia, para el personaje principal escogí un preludio de Chopin, que marca el espíritu del personaje y para la última historia, cuando los hermanos se reencuentran, “Las escenas infantiles” de Schumann. Creo que se unió muy bien imágen, situación y música.  Sin duda, la música para cine es distinta, fue muy interesante la experiencia.

AB Hablanos de tu trayectoria como pianista, has tocado en grandes teatros y hace unos años tuviste una gira por la India y luego, en el 2007, por China.

LA: Fue una gira maravillosa y fue mi última gira importante. He tenido el privilegio de tocar en las grandes salas de conciertos con públicos diferentes y siempre con buenas críticas. Tocar, para mi, es un placer, cada autor exige una concentración especial porque cada composición es diferente, además la reacción del público es muy estimulante. Tengo recuerdos inolvidables de mi actividad como concertista.

AB: Sabemos que tuviste una amistad muy linda con Ginastera [1] y el piano del maestro ha quedado en la sala donde tu enseñabas en el Conservatorio de Ginebra.

LA: Si. Alberto llegó a Ginebra en 1971, el mismo año que yo. Nunca me atreví a acercarme a él en Argentina, aunque ya tocaba más de la mitad de su obra. 

Un día, tengo una audición en el Conservatorio de Ginebra, tomo coraje y le mando una carta invitándolo a venir al Conservatorio a escucharme tocar su sonata. Cuando terminé de tocar, veo que por el pasillo se acerca un señor, era Ginastera. Me abrazo y me dijo: “Si yo sabía que tocabas asi, me ponía las bombachas, las botas y las espuelas y venía como un gaucho. Te felicito. Te espero en mi casa.” 

Fue el comienzo de una amistad que duro hasta su muerte. Me enseñó todo lo que sé de su obra y a la vez, me dejo hacer.  Me llamaba, me invitaba a tomar café y conversabamos mucho. Con el 1er. Concierto para piano que he tocado en el Teatro Colón, mientras lo estudiaba, le decía: “Alberto esto es muy complicado”. Él me contestaba: “Tenés razón, hace esto y esto.” Tengo todas sus anotaciones en mi partitura. Fue una amistad importantísima en mi vida.

AB: Qué le recomendarías a los jóvenes que desean estudiar piano?

LA: Que tengan fé en ellos mismos, que no copien a nadie, pero que escuchen a los maestros. Saber escuchar y recoger lo mejor. El profesor es una guía, un consejero, abre ventanas pero los ojos son de los estudiantes. He dedicado mi vida a la música y es maravilloso.

Enlaces:

http://periodistas-es.com/georgina-ginastera-habla-sobre-el-legado-musical-de-su-padre-63630

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