Nueva York y la ballena blanca

Cuando el novelista norteamericano Herman Melville escribe “Moby Dick, la ballena blanca”, describe un cetáceo blanco de proporciones gigantescas que existió cerca de la isla chilena de Mocha, en el Oceáno Pacífico y que produjó el hundimiento del ballenero Essex en 1820. Por la destrucción y muerte que la ballena causó, la novela “Moby Dick” se convirtió en el símbolo del mal y de los misterios del mar.

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Herman Melville: Moby Dick

Es apasionate la historia de los balleneros del siglo XIX, como fueros atroces las matanzas de ballenas que se llevaron a cabo en aquellas épocas. La industria ballenera, en Estados Unidos, estaba concentrada en New York y en Massachusetts, especialmente en la isla Nantucket, que fue la capital del ballenato, sobre las bravas aguas del Atlantico norte.

Melville, un joven neoyorquino, supo de estas historias y, sin duda, esa pasión por la aventura y el riesgo fue lo que lo motive a lanzarse al mar, cuando solo tenía 19 años.
Había nacido el 1 de agosto de 1819, en la gran metropoli de New York, en el seno de una familia pudiente y de gran tradición, eran descendientes de los primeros colonos por parte de madre. Vivían en la avenida Broadway y llevaba estudios en el colegio de Manhattan, cuando su padre cae en bancarrota y muere, dejando una viuda con ocho hijos, uno de ellos el genial escritor, que solo tenía 12 años.

Se mudan a una zona rural donde Herman enseña como maestro rural, hasta que a los 19 años busca otros horizontes embarcándose en un carguero que lo lleva a Liverpool, Inglaterra. La industria nautica y ballenera estaba en auge y esa información no escapa a Herman.

En 1841, zarpa en el barco ballenero Acushnet que llega a las Islas Marquesas, en la Polinesia. Vive la experiencia de convivir con tribus canibales, los Typee. Consigue formar parte de la tripulación de otro barco ballenero que lo lleva a Tahiti. Pasa una temporada en la Islas de la Sociedad hasta que otro ballenero lo deja en Hawaii. Su aventura marina acaba cuando se enrola en la marina de los Estados Unidos y llega a Boston en 1844.

Su llegada a Boston, entonces gran puerto, su experiencia en los barcos balleneros y en la caza del cetáceo, sus viviencia en tierras remotas marcan su vida y su obra. Escribe sus experiencias con los canibales en el libro “Typee”, que le dio fama. Le sigue “Omoo”, donde cuenta sus aventuras en las Islas de la Sociedad. Ficción y realidad se entremezclan en estos relatos que le abren las puertas al mundo literario de New York. Se casa en 1847, con la hija de un juez de Boston, vive en una granja de la región donde escribe varios relatos de los Mares del Sur y la famosa novela “Moby Dick”.

En sus viajes por los mares del sur se cree que llego a encontrarse con Manuelita Saenz, el gran amor del libertador Simón Bolivar y estuvo en contacto con historias de balleneros entre ellos la del hundimiento del Essex y la ballena blanca, que inspiraron su novela.

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33, Blecker. NY

“Moby Dick”, publicada en 1851, no tiene el éxito esperado, y se traslada nuevamente a New York donde viven en la calle 26, para luego mudarse a 33 Blecker, un barrio mas bohemio. Me acerqué a ver la vivienda, transformada en un local pero con el mismo espiritu desordenado, de entonces. En New York, no se colocan placas de las personalidades que han vivido en las diferentes lugares, por respeto a los nuevos habitantes. Creo que la ciudad pierde parte de su historia por esta excesiva privacidad.

En la decada de los 70 se mueve hacia el Alto Manhattan y está enterrado en el cementerio del Bronx. No alcanzar éxito con sus escritos, las deudas, su trabajo de aduanero y el suicidio de su hijo mayor y la muerte de su hijo menor lo sumieron en una gran depresión, y muere el 28 de septiembre de 1891, olvidado como sus obras.

Sin embargo, el espiritu de Moby Dick resurge de las aguas literarias y comienza a ser nuevamente leída, gracias a un grupo de literatos que ven en esta novela un mundo simbólico, donde las fuerzas del mal y del bien se debaten.

Recuerdo que cuando la leí, quede impactada por la atmósfera de misterio, las ideas filosóficas que esos rudos marineros expresan, ademas del detalle en la descripción de la caza de la ballena, el vocabulario náutico y la gran cantidad de citas bíblicas que acompañan el texto.

“Sin duda, es un libro simbólico, -me confiesa un maestro neoyorquino- el barco ballenero Pecquod es la barca donde viajamos todos, representa la humanidad y la lucha contra la gran ballena blanca es la lucha contra el mal. Hay muchos elementos religiosos, políticos, históricos y autobiográficos, que hacen de esta novela muy compleja y también cautivante.”

“Call me Ishmael”. Es la famosa frase que inicia el relato por boca del personaje Ismael, quien une la trama de este ballenero comandado por el extraño Capitán Ahab, quien no solo va a la caza de ballenas sino que quiere vengarse de Moby Dick, la ballena blanca que le arrancó la pierna y acabará con su vida.

La novela está basada en la historia real del ballenero Essex, que fue embestido por Moby Dick y se hundió en 1820. Parte de su tripulación alcanzó la isla Henderson, otros quedaron a la deriva y fueron rescatados. Herman Melville tuvo ocasion de conversar con dos sobrevivientes que le relataron los sucesos; George Pollard y Owen Chase, a quienes conoció cuando frecuentaba los parajes balleneros.

La famosa ballena blanca existió, merodeaba la isla chilena Mocha y en la cultura de los indios Mapuches, se considera a estos cachalotes blancos como mensajeros que llevan las almas de los muertos.

Melville, trajinó por las calles de New York llevando su manuscrito que fue publicado en 1851, primero en Londres y luego en New York. Siguiendo su ruta, llego hasta el gran edificio de la Biblioteca Pública Federal, en la calle 42, y uno de los bibliotecarios me informa de que hay tres ediciones primeras de la famosa novela, además de otras versiones posteriores. En su momento, se vendieron 3200 copias. Hoy, es un clásico de la literatura norteamericana.

“Tenemos que leerlo.”-me dice John, un joven estudiante- “Acaso ustedes, los hispanos, no leen a Cervantes?”

“Moby Dick” refleja una época turbulena del siglo XIX, pero no solo es un documento de época o un relato de aventuras, su texto filosófico, las citas bíblicas y la permanente búsqueda de la gran ballena lo plantean como un libro simbólico, donde sentimientos encontrados de venganza, amor y muerte se entremezclan en este mar de nuestra vida.

Se han llevado a cabo versiones cinematográficas de esta novela. Recientemente, se estrenó una versión muy fantasiosa. En cambio, la realización del director John Huston, con el actor Gregory Peck y adaptación del libro por el escritor Ray Bradbury marca un hito en la historia del cine y la relación del cine con la literatura. Es un film, que sin los avances técnicos actuales, puede conmover y dejarnos en suspenso ante los inexorables hechos.

Recorrer Nueva York, acompañado de Melville y su manuscrito, fue un extraño paseo, no menos extraño que la travesía de su misteriosa “Moby Dick”.

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