El periodista David Thomson, de 38 años, galardonado con el prestigioso Premio Albert-Londres 2017 por su libro «Les Revenants» (Editorial Seuil, Los muertos vivientes), que trata de los yihadistas franceses que han regresado de luchar en Siria, ha decidido trasladarse a vivir a Estados Unidos después de recibir amenazas de muerte por sus trabajos sobre el yihadismo.
El Premio Albert-Londres, el galardón periodístico más importante de Francia, equivalente al Pulitzer estadounidense, se concede anualmente a un periodista menor de 40 años cada 16 de mayo, aniversario de la muerte del periodista Albert Londres, “el mejor reportero de la prensa escrita”, fallecido en 1932 en el naufragio del barco Georges Philippar.
«No sé si uno puede habituase a las amenazas de muerte”, ha dicho David Thomson en una entrevista concedida en exclusiva al diario Le Figaro el 26 de enero de 2018, reproducida en la práctica totalidad de la prensa francesa
Según sus declaraciones, las amenazas comenzaron en 2013, «al comienzo de la operación Serval en Mali», cuando Thomson era corresponsal en Túnez de Radio France Internationale (RFI), y se intensificaron en el verano de 2016, fecha desde la que el periodista contaba con protección policial. Aunque entonces dejó de ocuparse profesionalmente del yihadismo, y a pesar de la protección, asegura haberse vuelto a encontrar ”por casualidad” con dirigentes yihadistas: “Durante mi trabajo en Francia conocí yihadistas que eran taxistas, agentes de seguridad e incluso auxiliares de policía en la ventanilla de una comisaría…”
Con la publicación de “Les Revenants”, Thomson consideró haber agotado sus investigaciones sobre el yihadismo y, cómo las presiones en Francia habían aumentado considerablemente, decidió abandonar el país y empezar una nueva etapa profesional en Estados Unidos, como corresponsal de RFI: “No quería convertirme en esa caricatura mediática que he denunciado frecuentemente: esos expertos-falsarios abonados a los platós de televisión para amueblar el vacío con vacío”.
Para Thomson, no existe “ningún método para desradicalizar” a un yihadista, y aplaude que el gobierno francés haya cerrado los centros creados a tal efecto (“Todo se resume en dos cuestiones: seguimiento psicológico y capacidad para encontrar un empleo. No se reintegra a nadie marginalizándolo. Pero ¿quién quiere correr el riesgo de emplearles? No se puede desradicalizar en una cárcel»); lo mismo que no considera que las mujeres yihadistas sean “simples víctimas de sus maridos”, y estima que esa definición corresponde a una representación sexista: “No hay ninguna diferencia entre un hombre y una mujer en materia de yihadismo, los niveles de determinación y peligrosidad son idénticos”.
Para él, aunque ha terminado “la fase de euforía “ relacionada con el Estado Islámico (Dáesh), “la organización ha insertado el programa terrorista en el cerebro de un número desconocido de jóvenes franceses”; es una organización que ya no tiene el control territorial de antaño, pero tampoco “ha desaparecido”: ahora ha adoptado su forma inicial, la de antes de 2014, es decir “la de movimiento terrorista clandestino” y la mayor parte de sus “soldados franceses” se encuentran en “las cárceles francesas. Un ‘revenant’ me decía: ‘Me marché de Siria para huir de Dáesh y he reencontrado a Dáesh en la prisión de Fleury-Mérogis”, el mayor centro penitenciario de Europa, situado en la región Île-de-France, muy cerca de París.
Hijo de británico y francesa, David Thomson nació en 1980 y creció en un medio católico de la región parisina. Estudió Ciencias Políticas y Periodismo. En su etapa de corresponsal de RFI en Túnez, durante el rodaje de un reportaje en la zona de Siliana, resultó gravemente herido por unos disparos de posta. En 2013 realizó para el canal franco-alemán Arte el reportaje “Túnez: la tentación de la Yihad”, sobre el movimiento Ansar al Charia, por el que recibió el Premio Ilaria-Alpi al mejor reportaje internacional de televisión. Este premio, patrocinado por diversas instituciones italianas, entre ellas la Presidencia de la República, se creó en memoria de la periodista del mismo nombre, asesinada en Somalia el 20 de marzo de 1994, junto al operador Miran Hrovatin, cuando investigaban un posible tráfico de armas y desechos tóxicos con la colaboración de los servicios secretos italianos; de hecho, habían descubierto un tráfico internacional de desechos tóxicos procedentes de los países industrializados, deslocalizados en países africanos a cambio de sobornos y armas para grupos políticos locales.
En 2014, David Thomson publicó “Los franceses yihadistas” (Editorial Les Arenes), que reúne una veintena de testimonios de yihadistas franceses que combatieron en Siria, y recibió el Premio L’Express-BFM TV de documento, un libro que al día de hoy el periódico Le Monde sigue considerando “la obra de referencia” sobre la mecánica yihadista. En su manera de tratar el fenómeno, Thomson ha trabajado únicamente con fuentes sobre el terreno y se ha negado a colaborar con los servicios de inteligencia, policía y justicia, lo que le ha valido muchas críticas, pero él lo reivindica como “la única manera de entender como se hace uno yihadista”.
Tras los atentados de Bruselas en marzo de 2016 denunció una “circulación de los no expertos” por los medios de comunicación, y su influencia en el debate público y la toma de decisiones políticas en materia de terrorismo, citando como ejemplos “policías jubilados desconectados de la realidad de los casos” o agentes “pasados momentáneamente por algunos servicios en los que nunca se encargaron de cuestiones yihadistas”.