El año en que la cultura abrió nuevos caminos

«Hay décadas en las que no pasa nada y hay semanas en las que pasan décadas», dejó dicho Vladimir Ilich Lenin. En efecto, hay años en los que pasan pocas cosas importantes y otros que deciden el futuro de la humanidad.

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Para la historia de la cultura uno de esos años trascendentales fue 1964. Un libro del profesor David G. Torres, «1964. Cuando la cultura se convirtió en espectáculo» (Alianza Editorial), recoge los acontecimientos de esos 365 días que cambiaron el devenir de la historia cultural del siglo veinte y que en buena medida han seguido influyendo en este cuarto de siglo que llevamos del veintiuno.

Dos artistas protagonizaron la actividad cultural de aquel año. Uno de ellos, Marcel Duchamp, ya había comenzado a cambiar el concepto de arte en 1917, cuando presentó su «Fontaine» (el urinario que firmó con el nombre de R. Mutt), una escultura con la que elevó a categoría de arte el concepto de object trouvé (objeto encontrado) y le dio otro significado sólo con cambiar su ubicación.

Pero fue en 1964 cuando se reprodujo como escultura seriada y numerada para distribuir en museos de todo el mundo. Desde entonces Duchamp es considerado como el padre del arte contemporáneo y su legado explica el Pop art, el minimalismo, el arte conceptual y el Povera, y está también en los ready-mades, que alcanzaron su auge aquel 1964.

El otro fue Andy Warhol, quien cambió también la forma de mirar el arte transformando en modelos los objetos de la vida cotidiana, como las cajas de detergente, las botellas de Coca-Cola o los billetes de dólar. En 1964 presentó en la Stable Gallery de Nueva York una exposición con más de un centenar de cajas apiladas de cereales, detergente Brillo, y sopas Campbell.

El filósofo Arthur C. Danto, quien estuvo en aquella exposición, dijo que fue el detonante que inició el fin de la historia del arte. El galerista Leo Castelli, un italiano que había llegado a Nueva York huyendo de la guerra y que fundó en esta ciudad una de las galerías más importantes e influyentes del arte contemporáneo, fue quien organizó una exposición de Duchamp en Europa (la primera, a pesar de que era francés) y la galerista Ileana Schapira, su exesposa, lo hizo con la primera de Warhol en París, en la que junto a las cajas de sopas Campbell figuraba la imagen repetida de Marilyn Monroe como un producto de consumo más.

Pero al mismo tiempo, al lado de la cara amable de la sociedad pop, consumista y comercial, Warhol colocó imágenes de accidentes de coche, sillas eléctricas, disturbios raciales y fotos de suicidas… que ilustraban la parte más oscura de aquella sociedad de consumo.

El Pop art combinó los conceptos de ambos artistas utilizando como modelos objetos encontrados de uso cotidiano. Robert Rauschenberg los utilizaba en sus cuadros. Este artista se convirtió en otro de los grandes protagonistas de aquel 1964 al ganar el León de Oro de la Bienal de Venecia con «Combine painting», gracias en buena medida a la labor de promoción de Leo Castelli.

El premio a Rauschenberg fue el paradigma de la utilización de la cultura como arma política de la guerra fría. Su obra y la de otros pintores como Pollock, subvencionada con fondos estatales, sirvió para vender internacionalmente la idea de libertad ligada a la de cultura de consumo, en contraste con el hieratismo del Realismo Socialista de la URSS.

Rauschenberg culminaba un proceso de conquista cultural al abrir la puerta a la cultura Pop en Europa. Al cambio también ayudó la Exposición Universal de Nueva York de 1964, donde Warhol expuso los retratos de los trece delincuentes más buscados de América.

Estos acontecimientos contribuyeron a que la capital mundial de la cultura y el arte mudase de París a Nueva York.

En 1964 moría Ian Fleming, el autor de las novelas del agente 007 y se estrenaba la película «Goldfinger», su obra más icónica, que presentaba al bloque del Este como el lugar en el que el igualitarismo había llevado a la deshumanización de la sociedad.

Pero en 1964 se registraron acontecimientos que influyeron en otras esferas de la cultura. En la música pop, Los Beatles comenzaron en EE.UU su primera gira mundial al mismo tiempo que los fans de los Rolling Stones sembraban de violencia los conciertos del grupo, convirtiéndolo en la otra cara del pop. En Londres The Who trasladaba aquella violencia a los escenarios con el espectáculo de destrucción de su equipo de sonido y de sus guitarras después de cada concierto, una actitud más tarde copiada por Jimi Hendrix, Nirvana o Guns N’ Roses. A su manera escenificaban el enfrentamiento entre las tribus urbanas de mods y rockers en las playas de Brighton, que más tarde registraron en su álbum «Quadrophenia».

En 1964 Dylan publicó «Los tiempos están cambiando» una premonición del futuro diferente que se acercaba. El fenómeno hippie nacía en la costa oeste de los Estados Unidos donde proliferaron las comunas, que se hundieron después de los sucesos protagonizados por la de Charles Manson.

Pero tal vez el fenómeno artístico-musical de aquel año fue el nacimiento de Fluxus, que este libro analiza exhaustivamente. En su seno nació la editorial Something Else Press, que rescató la obra de Gertrud Stein y publicó a John Cage y a autores marginales. Una de sus activistas más comprometidas era Yoko Ono, quien mucho antes de conocer a John Lennon era ya una artista conceptual reconocida en los ambientes underground.

Fue en 1964 cuando el feminismo irrumpió con fuerza con los libros de Betty Friedam y Bettina Atheker y se enfrentaba a la revista Play Boy, que usaba el cuerpo de la mujer como instrumento de complacencia. La tensión racial recorrió todo aquel año los EE.UU. y las revueltas estudiantiles de Berkeley escenificaban la oposición de los universitarios a la guerra de Vietnam.

Ese año Sartre renunciaba al Premio Nobel de Literatura por su compromiso con el socialismo y por considerar el premio como parte del sistema de promoción del capitalismo. El Nobel de la Paz recaía en Martin Luther King. La alta costura de Yves Saint-Laurent y de André Courrèges reproducía los cuadros de Piet Mondrian, acercando la baja y la alta cultura a través de la moda, el mismo año que Umberto Eco hacía lo mismo con «Apocalípticos e integrados en la cultura de masas».

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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