Periodistas, crisis y austeridad

Los periodistas entre los profesionales más castigados por la crisis y las políticas de austeridad

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¡Basta de ataques a periodistas!

Hay muchas organizaciones de periodistas en el mundo, pero solo la Federación Internacional de Periodistas (FIP-IFJ-FIJ) se ocupa de temas profesionales, como la libertad de expresión, la cláusula de conciencia o la aplicación de los códigos éticos de la profesión, al tiempo que trabaja en los asuntos de defensa salarial, la negociación colectiva y las condiciones laborales de los profesionales del periodismo.

Entre las organizaciones españolas, pertenecen a la FIP, la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), la FSC-CCOO (Periodistas de CCOO), la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y los periodistas del sindicato vasco ELA-STV. La FIP emite el carné de periodistas con mayor reconocimiento internacional.

En el seno de la FIP, la Federación Europea de Periodistas (FEP-EFJ-FEJ) constituye más de un tercio de los 600.000 periodistas afiliados en todo el mundo, a través de sus distintas organizaciones nacionales y sindicales. Porque ambas, la FIP y la FEP, no admiten afiliados individuales, sino que son federaciones de colectivos (sindicatos y organizaciones nacionales de periodistas). Ambas son instituciones interlocutoras o con carácter (oficialmente) consultivo para la Unión Europea, la Organización Internacional del Trabajo, la ONU y la UNESCO. La FIP es una más entre la docena de grandes federaciones internacionales de trabajadores que integran las llamadas Global Unions (Federaciones Globales), que representan mundialmente a los trabajadores de todos los sectores.

Todo este prólogo, para quien no conozca esos detalles, viene a cuento porque dentro de pocos días, la FEP celebrará en Verviers, cerca de la ciudad belga de Lieja, su próximo Asamblea (Congreso) para debatir el rumbo a seguir ante los graves problemas de los medios de comunicación y del trabajo de los periodistas.

El firmante de este texto ha colaborado, con otras personas, especialmente colegas franceses y españoles, en la elaboración de una declaración que será debatida en Verviers los días 14 y 15 de mayo. Por el momento, esta moción-declaración tiene el apoyo de diversas organizaciones y sindicatos de periodistas de Francia, España, Reino Unido, Portugal e Italia.

Ante la próxima Asamblea Anual de la Federación Europea de Periodistas (FEP)

Los periodistas entre los más castigados por la crisis y las políticas de austeridad

La FEP, que representa a más de 200.000 afiliados, tiene que reforzar su utilidad como instrumento de defensa de los intereses materiales y morales de los periodistas; pero debe impulsar también la información que interese a la ciudadanía. El periodista profesional debe evaluar sus fuentes; pero en nuestra época está obligado también a estar atento -incluso presente él mismo- en las redes sociales. En definitiva, tiene que intentar ofrecer a la opinión pública una información política equilibrada.

Estamos ante una crisis muy grave en numerosos sectores, que resulta especialmente señalada en el universo mediático. En este contexto de crisis mayor, profunda, que afecta a todos los sectores, incumbe a los sindicatos y organizaciones de periodistas jugar un papel decisivo: defender el pluralismo, informar a los ciudadanos y, a la vez, defender el empleo de los profesionales de la información.

Nuestra profesión vive cierres brutales de numerosas empresas periodísticas, de cabeceras históricamente importantes, al tiempo que se produce una acentuada concentración de medios informativos. Estos fenómenos afectan al corazón mismo del debate democrático, que sufre una ola de un cierto pensamiento único para el que los aspectos sociales se reducen a los macroeconómicos y a la economía financiera.

En nombre de una falsa idea de flexibilidad, la ciudadanía sufre la imposición de un claro monolitismo. En Nicosia, Lisboa, Madrid o Atenas, se impone una regresión social obligatoria paralela al cierre de medios, a la disminución del salario de los periodistas, al desprecio de cualquier idea de negociación colectiva. Los periodistas a la pieza sufren un enorme deterioro y miles de colegas periodistas son empujados hacia al paro, en una Unión Europea que suma ya unos 27 millones de desempleados. Como resultado de todo ello, hay una pérdida evidente de la calidad de la información por las condiciones penosas en las que tienen que trabajar muchos periodistas.

La defensa de los periodistas

En consecuencia, los periodistas están en el centro de la crisis. En buena medida también porque, como asalariados, sufren también una creciente desconfianza de la opinión general hacia los asuntos públicos y hacia la política en general. Dicha pérdida de confianza afecta igualmente a los medios de comunicación : los ciudadanos no encuentran en ellos la información que esperan o –al menos- no la encuentran con la frecuencia deseada para formarse una opinión propia.

Esa desconfianza se suma al descenso de los ingresos publicitarios por lo que aumenta la debilidad de todo el modelo económico de los medios. Y cuando los medios dependen más de su renta publicitaria que de los lectores, oyentes o espectadores, su fragilidad crece. Las presiones del mundo económico se hacen más frecuentes y aumenta su dependencia.

La respuesta de los editores (de prensa, de los medios audiovisuales o de los nuevos soportes electrónicos) es idéntica en todas partes, dentro y fuera de la zona euro, “como si no hubiera otra opción legítima que la adhesión incondicional a Europa, tal como existe y tal como evoluciona, es decir, cada vez más reducida a un banco y una moneda única, sometida al imperio de la competencia sin límites” (Pierre Bourdieu).

Todos los logros sociales son puestos en duda: se cuestiona el derecho al trabajo, a tener un salario decente, a tener un empleo, se impone una precariedad casi sin precedentes. Constatamos el abandono de los servicios públicos por partes de los Estados, mientras se multiplican las presiones sobre el periodismo de calidad y sobre los contenidos periodísticos.

En ese sentido, el desmantelamiento de los medios, los numerosos despidos de sus empleados y el empobrecimiento de los periodistas, nos llevan a recordar el viejo lema de la FIP: “No puede haber libertad de prensa si los periodistas ejercen su profesión en un entorno de corrupción, pobreza o temor”.

Ante tal situación, que nos resulta inédita, ¿qué respuesta tiene que ofrecer la FEP y cuáles son las implicaciones para nosotros? En principio, tenemos que ser plenamente conscientes de lo que Tony Judt describía como “la adoración reciente de la productividad y el mercado”. Para este intelectual británico desaparecido recientemente, “no hay nada más ideológico que la idea que sugiere que todos los asuntos políticos, privados o públicos, deben girar en torno a la economía globalizadora, con sus leyes inevitables y sus peticiones insaciables”.

No hay ninguna inevitabilidad en nuestro oficio, ni en nuestro campo profesional, ni en la sociedad misma. Ante ciertas políticas nacionales o europeas, ante editores que se organizan a nivel europeo para multiplicar sus presiones, tenemos que ser conscientes de todo lo que está en juego y de la imbricación creciente los grupos mediáticos continentales. Es la hora de contrarrestar los antagonismos nacionales y de contribuir a un verdadero sindicalismo europeo.

La FEP tiene que dotarse de un verdadero proyecto que incremente las perspectivas y los mecanismos de protección colectiva de los periodistas. No debe aislarse de los demás sectores, implicados en la acción sindical en los medios y organizados en la Confederación Europea de Sindicatos.

Para ello, las perspectivas y acciones a llevar adelante deberían:

1 – Hacer frente a la precariedad galopante de la profesión mediante la aproximación del estatus de los periodistas a la pieza con los del periodista que disfruta de un contrato estable. Hay que considerar con cuidado el estatus del periodista autónomo; porque la mayoría de los periodistas a la pieza, freelancers o autónomos no han elegido la precariedad, sino que les es impuesta. Entre ellos, la mayoría quiere escapar de esa situación precaria. Por el contrario, el periodista que haya optado por no depender de una redacción debería poder disfrutar de un estatus establecido y preciso, negociado por él mismo y por las organizaciones que representan a los periodistas. Es necesario luchar contra la precariedad social del periodista a la pieza porque conlleva consigo el aumento de una información también precaria.

2 – Rehabilitar la profesión mediante políticas salariales acordes con el nivel de responsabilidad de los periodistas. El periodismo ético solo puede ejercerse en buenas condiciones materiales.

3 – Actuar para elaborar un soporte y una base común de condiciones de trabajo, multiplicando los acuerdos-marco internacionales en el seno de los grupos multinacionales, en mayor medida de lo logrado hasta ahora. La FEP impulsará un programa de acción para detectar los mejores ejemplos laborales. Examinará las formas de expresión más apropiadas para luchar contra la tendencia de los directivos a transformar a los periodistas en “empleados para todo”, que sirva para enseñar a los jóvenes periodistas la diferencia entre polivalencia profesional forzosa y capacidad polivalente.

4 – Elaborar un sistema de protección de los derechos de autor idéntico en todos los países, inseparable de su derecho moral y de la debida protección de los trabajos de los periodistas, en los que se basa el periodismo ético. Tenemos que lograr que los buscadores y agregadores de contenidos (Google, Yahoo, etcétera) lo respeten. En los convenios y contratos colectivos, o de los periodistas a la pieza, con los editores, el derecho de autor de los periodistas debe quedar establecido.

5 – Hay que fijar la independencia de las redacciones frente las presiones exteriores, económicas, de los accionistas o de los grupos de presión. La ética del periodismo debe ser protegida de cualquier presión (política, económica o de otro tipo), especialmente ante propietarios de los medios de comunicación que vienen cada vez más de un mundo ajeno al universo informativo y cada vez más vinculados al mundo industrial o financiero.

6 – Elaborar un umbral límite para la concentración de grupos multimediáticos, que quiebran el pluralismo en el marco de una esfera mediática globalizada.

7 – Democratizar la enseñanza del periodismo en las universidad y facilitar los estudios periodísticos en los países en los que eso sea necesario, para asegurar y hacer avanzar la diversidad social en las redacciones. La profesión debe estar abierta y adoptar una política de formación contínua, que se extienda de principio a fin de la carrera profesional.

CONCLUSIÓN

El periodismo ético tiene como corolario imprescindible la existencia de un elevado respeto, social y normativo, hacia aquel lo ejerce. En la actualidad, las prácticas laborales llamadas “de bajo coste” traducen el creciente desprecio de los nuevos propietarios de medios impresos o audiovisuales hacia el oficio del periodismo. En muchas ocasiones, han llegado al mundo mediático por motivos retorcidos o que –sencillamente- no tenían nada que ver con ningún intento de ofrecer una verdadera información de calidad.

En nuestros días, es urgente recuperar la dignidad de la profesión. La llamada Carta de Munich (noviembre 1971) debe figurar en todos los convenios colectivos europeos, tanto para respetar los deberes como para asumir los derechos que incluye.

Este ambicioso programa no podrá ser realizado si la FEP no lograr mobilizar a sus organizaciones y sindicatos afiliados y si éstos no incrementan el número de sus afiliados y los movilizan para actuar tanto a nivel continental como nacional. En ese sentido, citaremos de nuevo al sociólogo francés Pierre Bourdieu cuando afirma: “La historia social enseña que no hay política social sin un movimiento social capaz de imponerse. Y no lo hará el mercado, como intentan hacernos creer hoy, sino el movimiento social quien han “civilizado” a la economía de mercado, contribuyendo a hacerlo más eficaz”.

Habrá grupos de trabajo que darán continuidad a los actuales grupos de expertos, que se constituirán para examinar las acciones a llevar a cabo en cada problemática, bajo la línea directriz del Comité Director de la FEP. Estos grupos tendrán el objetivo de medir los avances, informar permanentemente a las organizaciones y sindicatos miembros, asegurándose de la presencia de las personas elegidas en cada instancia de la FEP.

Contra la idea de austeridad indefinida, y sin salida, la solidaridad debe ser la actitud constante de la FEP, para aportar ayuda y consejo a las organizaciones y sindicatos más debilitados por la crisis económica y donde los periodistas, en cualquier país, sufran cada vez más la falta de protección social (código laboral, contrato y convenios colectivos, etcétera) o donde las libertades estén siendo atacadas.

Paco Audije
Periodista. Fue colaborador del diario Hoy (Extremadura, España) en 1975/76. Trabajó en el Departamento Extranjero del Banco Hispano Americano (1972-1980). Hasta 1984, colaboró en varias publicaciones de información general. En Televisión Española (1984-2008), siete años como corresponsal en Francia. Cubrió la actualidad en diversos países europeos, así como varios conflictos internacionales (Argelia, Albania, Kosovo, India e Irlanda del Norte, sobre todo). En la Federación Internacional de Periodistas ha sido miembro del Presidium del Congreso de la FIP/IFJ (Moscú, 2007); Secretario General Adjunto (Bruselas, 2008-2010); consejero del Comité Director de la Federación Europea de Periodistas FEP/EFJ (2013-2016); y del Comité Ejecutivo de la FIP/IFJ (2010-2013 y 2016-2022). Doce años corresponsal del diario francófono belga "La Libre Belgique" (2010-2022).

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