Bajo el lema, «Escuchar el futuro y prepararnos para él», este año en el día internacional de la Audición se pretende sensibilizar a la sociedad y centrar todos los esfuerzos en comprender qué les pasa y cómo debemos ayudarles.
Según la Organización Mundial de la Salud, (OMS), en el mundo existen 400 millones de personas que padecen una pérdida auditiva; la mayor parte de las veces, evitable. Esto supone que el 5 % de la población mundial no está integrado en el mundo y sufre aislamiento social. Como consecuencia de ello, los pacientes con sordera inician un lento pero seguro camino hacia la depresión que les lleva a sentirse incomprendidos porque su discapacidad no siempre es visible.
Si bien la sordera está asociada a las personas mayores de 45 años, lo cierto es que debido a la exposición de ruidos infernales, conciertos y el uso continuado de auriculares con alto volumen, se calcula que el 60 % de los casos de pérdida de audición en niños son prevenibles e incluso no debieran suceder con una correcta información. Prácticas como el uso de tapones si se está estudiando percusion, en conciertos si se está cerca de un altavoz o simplemente disminuyendo el volumen de la música, podremos si somos jóvenes alcanzar una audición correcta cuando seamos mayores.
Cuando se padece una pérdida auditiva podemos de igual forma, aumentar el riesgo de sufrir deterioro cognitivo. Al tener una mayor dificultad para comprender los mensajes, se tiene una mayor carga cognitiva y el cerebro trata de comprender forzando mediante una sobreactividad, qué sucede. Ese estadio procurado todos los días, provoca estrés en el paciente y posteriormente ignora lo que ocurre a su alrededor precisamente por la carga emocional que le produce.
En la tercera edad, en personas mayores de 80 años es normal que el envejecimiento de las células del oído interno pierda la capacidad para entender lo que se habla, sobre todo en contextos en donde no hay mucho silencio y se entremezclan conversaciones, sonidos y otros ruidos no deseables. En esos casos es frecuente que el paciente haga uso de audífonos que deben ser adaptados a cada persona y siempre, en centros especializados se tratará a la persona según sus necesidades y el tipo de hipoacusia que padezcan.
Realmente no todas las pérdidas auditivas son evitables pero sí es conveniente utilizar de una forma precoz la solución auditiva en cada momento de la vida. De esa forma, se controlará la disfunción cognitiva ya que se mejora la comprensión de los estímulos externos del habla garantizando que el cerebro reciba la información adecuada en cada circunstancia. Si escucha sonidos constantemente, si necesita aumentar el volumen de la televisión, si nota que no escucha bien cuando le hablan, es posible que tenga un problema auditivo o el inicio de uno concreto. No es cuestión se asustarse pero sí de acudir a un otorrinolaringólogo para que le haga los estudios convenientes y descarte otras patologías. A veces, puede ser cerumen (sustancia amarillenta excretada por el oído), o un tapón que puede hacer que no oiga bien y realmente, aunque no es una enfermedad, es un problema que debe solucionar.
Nada de bastoncillos para limpiar los oídos, por cierto.