En competición oficial se proyectó anoche “Yomeddine”, opera prima del cineasta egipcio Abu Bakr Shawky, coproducida por Francia. Aunque cargada de buenos sentimientos esta visión edulcorada y generosa sobre la vida de un leproso en Egipto, fue acogida fríamente por la prensa acreditada.
De padre egipcio y madre austriaca, Shawky cursó estudios de arte en Nueva York, y tiene en su haber tres cortometrajes. “Yomeddine” es ahora su primer largometraje de ficción, y es la primera vez que participa en el festival de Cannes.
El papel principal lo interpreta con mucho aplomo y carisma el propio leproso, Eady Gamal, quien no es actor, y al que Shawky conoció durante el rodaje de su corto “La colonia”, 2008, en una leprosería egipcia en Abu Zaabal al norte de El Cairo.
“Yomeddine” es una fábula mínima, relatada en forma de road movie, un viaje emprendido por su protagonista, un leproso de 40 años, que ya no es contagioso, pero terriblemente deformado y lisiado por la enfermedad. A partir de ese personaje ha elaborado su guion: un viaje de ese hombre con su asno y un niño huérfano que ve en él un padre y un refugio.
El viaje empieza al escaparse de la leprosería, montado en un carro tirado por un asno, cuando decide volver a su ciudad natal en busca de su padre y de la familia que le abandonó cuando era niño. En ese viaje serán acogidos por una mini comunidad de parias, que sobreviven bajo un puente. Una galería de seres humanos lisiados y despreciados por la sociedad, pero que resultan ser una banda de generosos freaks.
Aunque hay algunos elementos de humor en el tratamiento del tema, como cuando habla de la burocracia o la verdugocracia egipcia, en un juego de palabras que traduzco de los subtítulos en francés, el tratamiento es bastante edulcorado y carece de garra, o de crítica sobre esa miseria en Egipto y esa discriminación.
La realidad de la miseria, la desigualdad social, y la marginación de los más necesitados es aquí extrapolada al tema de los leprosos y de los huérfanos, pero la realidad es mucho más grave y dramática que lo que muestra esta ficción.
Lo más logrado de la película es haber hecho un actor de ese personaje real, y hacer aceptar al espectador la empatía con ese hombre cuyo aspecto físico puede en un primer momento provocar repulsión o inquietud. A la manera de un elephant man egipcio, grita su personaje exasperado “Soy un ser humano!” mortificado por la mirada de los que le rodean.
Lo más flojo de la película, a mi juicio, es el conformismo de su desenlace y la ligereza de su tratamiento de simpática fábula, sobrecargada con el acompañamiento musical, en esa sociedad egipcia que trata con verdadero desprecio a los más desheredados de sus habitantes.
“El problema de la lepra en Egipto es hoy más social que médico, pues la lepra está en vías de desaparición. Sin embargo la mirada de la gente sobre esas personas deformadas o lisiadas es lo más difícil de cambiar” Así lo afirma Shawky para explicar el por qué de ese final.