Ser mujer no debe suponer tener prebendas, pero tampoco ser infravaloradas. Yo soy mujer y no pido nada más que lo que me corresponde por ser “persona”: si hago un examen, debo recibir una calificación, si efectúo un trabajo, la valoración debe estar por encima de mi condición de fémina. A eso se llama, sin más, ser justos.
Desgraciadamente, año tras año hay que seguir gritando el 8 de marzo, pero el trabajo hay que hacerlo día a día con una finalidad: que el 8M sea un día más del año. Que no haya que salir a la calle y gritar enarbolando pancartas o repitiendo consignas, que los hombres no tengan que posicionarse a favor o en contra de las “feministas”. El camino más sencillo es trabajar como a codo, las unas y los otros, porque, de otra manera, estaremos rivalizando infructuosamente, tratando de ganar la partida las unas a los otros y viceversa.
Sin embargo, a día de hoy, no queda más remedio que hablar de empoderamiento de la mujer, porque, en demasiados países, sigue ocupando el último rincón, si es que ocupa alguno.
Mujer y trabajo
Por si había alguna duda acerca de la lentitud del progreso de la igualdad de la mujer respecto a los hombres en el campo laboral, los datos más recientes publicados por el Foro Económico Mundial desvelan una impactante cifra: de mantenerse las tendencias actuales se necesitarán 202 años para cerrar la actual brecha de género en el lugar de trabajo.
Esta situación es totalmente inesperada para Lise Kingo, la directora ejecutiva del Pacto Mundial de las naciones Unidas, quien ha afirmado que el progreso económico en materia de género va mucho más lento de lo que esperaba cuando comenzó su carrera como ejecutiva en el mundo empresarial.
«Durante casi treinta años he participado en cualquier debate sobre género y no estoy segura de que hayamos avanzado de la manera que esperábamos. En algún momento pensé que podríamos allanar el camino para la próxima generación de mujeres, pero no creo que eso suceda”, asegura.
“Respecto a las oportunidades de trabajo, creo que nos enfrentamos a algunas barreras culturales muy importantes que impiden que las mujeres reciban el mismo trato que los hombres. Pienso que se debe a un sesgo inconsciente donde, de un modo involuntario, las personas consideran que los hombres están más capacitados para ciertos tipos de trabajos, como la administración y la aritmética, y creo que es necesario ser más conscientes de cuándo aplicamos este tipo de sesgo inconsciente”, afirma rotunda.
Por su parte, Ann Falth, directora de la secretaría de los Principios de Empoderamiento de la Mujer, destaca los cambios producidos en la última década. “En los últimos diez años ha emergido el interés de los inversores. Cada vez más, ven las desigualdades de género y la discriminación dentro una empresa como un riesgo para su inversión. Es una tendencia imparable porque han comprendido que una empresa atractiva para el talento es también una empresa que alcanzará un futuro laboral.»
Lise Kingo cree que el impacto de la igualdad de género en los resultados finales debería suponer un incentivo para que muchas más empresas modificaran y mejoraran sus prácticas.
«Sería fantástico que todas las empresas del Pacto Mundial de las Naciones Unidas se adhirieran a los Principios de Empoderamiento de la Mujer y que los incluyeran como parte de su estrategia empresarial. Varias encuestas y estudios indican que las compañías que tienen mujeres en los puestos de liderazgo rinden a un mejor nivel financiero que las compañías que no las tienen. Hay muchas razones para impulsar la agenda de empoderamiento de la mujer, tanto desde la perspectiva de los negocios, como de la economía global y la de los derechos humanos».
En opinión de Falth, el empuje puede llegar a producirse este año, a medida que el equipo encargado de los Principios de Empoderamiento de la Mujer incremente sus iniciativas para promover los beneficios de la igualdad de género en las empresas.
«Estamos analizando estereotipos y mitos en la publicidad; comprando y contratando más productos y servicios de mujeres empresarias; comprometiéndonos a nivel de la comunidad y, lo que es más importante, estamos hablando de la importancia que tiene para las empresas la recolección de datos. Durante 2019 y 2020 procuraremos hablar no sólo de los miles, sino de los millones de empresas que han hecho este compromiso.»
Tragedia por ser mujer
Mientras parece que hay avances en el binomio mujer/trabajo, referente a países desarrollados, en otros, las cifras no son propias del siglo XXI: unos 15 millones de niñas nunca aprenderán a leer y a escribir y 300 000 mujeres mueren anualmente por causas relacionadas al embarazo. En América Latina, hay 124 mujeres que viven en extrema pobreza por cada 100 hombres y, en Colombia, casi el 50 % de mujeres en hogares rurales no tienen acceso a la asistencia médica cuando van a dar a luz.
Lo hizo público ONU Mujeres en un informe en febrero pasado, pero creo que ha tenido muy poca repercusión. Puede, que, sin más, no interese divulgarlo, salvo que le sirva como arma arrojadiza a algún partido político para conseguir votos.
Los nuevos datos, relativos a 89 países, muestran que hay 4,4 millones más de mujeres que viven en la extrema pobreza en comparación con los hombres. Gran parte de esta desigualdad se explica debido a la carga desproporcionada del trabajo doméstico no remunerado que enfrentan las mujeres, especialmente durante sus años reproductivos.
“Las desigualdades en base al género aún existen en todos los países, en todos los grupos sociales y son relevantes en todas partes. Hemos hecho un análisis mirando a todos y cada uno de los Objetivos y en todos hemos encontrado que las mujeres están en peor lugar que los hombres”, dice Sara Duarte Valero, experta en estadística de ONU Mujeres, quien participó en la elaboración del informe.
El reporte resalta cómo todas las dimensiones del bienestar y la marginación están profundamente entrelazadas: una niña que nace en un hogar pobre y es forzada a casarse a una edad temprana, por ejemplo, tiene más probabilidades de abandonar la escuela, dar a luz demasiado joven, padecer complicaciones durante el parto y sufrir violencia doméstica, que una niña de un hogar de mayores ingresos
Las más marginadas entre las marginadas
“Cuando la discriminación en base al género se sobrepone a otros tipos de discriminación, por grupos étnicos, por vivir en áreas rurales o por no tener dinero, se crean “nichos” de carencias mucho más profundas. Entonces no sólo las mujeres están en peor situación que los hombres, sino que hay ciertos grupos de mujeres de ciertos grupos sociales que están muchísimo peor. Son estos grupos a los que debemos llegar si queremos cumplir con la promesa de no dejar a nadie atrás”, expresa Duarte.
Esto significa que, aunque haya avances en “igualdad de género”, éste no puede ser el único foco de atención para reducir la discriminación contra las mujeres, ya que su progreso se ve directamente afectado por el estancamiento de otros factores, tales como la pobreza, el hambre, la salud, la educación, el empleo, la urbanización, y el cambio climático, entre otros
Otro de los datos alarmantes revelados en el informe, es que todavía hay 300 000 mujeres que mueren anualmente por causas relacionadas al embarazo en países desarrollados y en desarrollo. “Esto no debería estar pasando cuando ya tenemos las tecnologías para evitarlo, si queremos alcanzar los Objetivos para el 2030, tenemos que triplicar nuestros esfuerzos”, ha declarado Phumzile Mlambo-Ngcuka, la directora ejecutiva de ONU Mujeres
Ngcuka resaltó que se ha visto avances en el área de educación, pero no es suficiente: aun hay 15 millones de niñas que nunca aprenderán a leer y escribir porque están fuera de la escuela, comparado con 10 millones de niños.
El estudio recoge datos del Banco Mundial, Unesco y la Organización Mundial de la Salud, así como encuestas de hogares de institutos nacionales de estadística. “Este informe es único, es la primera vez que se tienen datos a nivel individual sobre cuántas mujeres y hombres son pobres gracias a nuevas alianzas”, asegura Duarte.
A quienes piensan (hombres y mujeres) que la prensa es pesadísima con el tema mujeres, y que las féminas se quejan de vicio (hay quien las llama “feminazis”, les pediría que sean un poco más objetivos y no miren solo a las que pasan por su calle, su ciudad o su país. Hay mujeres radicales, como los hay entre los hombres, pero ni todo es radicalismo ni todo victimismo.
La realidad es que:
- en 18 países, los esposos pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen; en 39 países, las hijas y los hijos no tienen los mismos derechos hereditarios y 49 países carecen de leyes que protejan a las mujeres de la violencia en el hogar.
- el 19 % de las mujeres y niñas de entre 15 y 49 años de edad ha experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja en los últimos 12 meses.
- A nivel mundial, 750 millones de mujeres y niñas se han casado antes de cumplir los 18 años de edad y, al menos, 200 millones de ellas en 30 países distintos han sufrido mutilación genital femenina.