El vicepresidente de Colombia, Angelino Garzón, sostuvo ante un grupo de periodistas en la sede en Madrid de la SEGIB (Secretaría General Iberoamericana) que el Estado colombiano no ha sido capaz de combatir a la guerrilla, hasta ahora «hemos hecho lo que hemos podido, judicial y militarmente”, pero el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos «está dispuesto a firmar un acuerdo de paz con la guerrilla antes que finalice el 2013, más allá de su candidatura presidencial prevista para los comicios del 8 de agosto del 2014», informa Carmen Chamorro.
Según Angelino Garzón, la búsqueda de la paz en Colombia es propósito nacional que responde a la ejecución de un mandato de la Constitución política nacional de 1991: «En el marco de un conflicto armado es tendencia natural la búsqueda de misma, un derecho de obligado cumplimiento que requiere alcanzar acuerdos entre contrarios».
Agregó que la base de la democracia es la credibilidad de la población en las instituciones del Estado, de lo contrario se busca la justicia por la propia mano, lo que genera violencia: “La búsqueda de la paz en Colombia requiere paciencia y constancia. Estamos hablando de negociaciones con la guerrilla, que no con un partido político, sindicato, o junta comunal ni con las hermanitas de la caridad”.
Sin embargo, el expresidente de Colombia Ernesto Samper opina que urgen mecanismos de participación democrática, si bien muchos colombianos creen que no se les debe dar nada a cambio, la paz en la región no es gratuita, algo que costará lograr a todos: “Tenemos que establecer una Asamblea Constituyente para discutir los máximos y los mínimos. No se trata de dejar en la calle a estas personas, hay que buscarles espacios”, añadió.
Angelino Garzón explicó que el presidente Juan Manuel Santos tuvo que reconocer, primeramente, la existencia de un conflicto armado interno que nunca antes se había hecho: “Somos un pueblo extraño y no lo hemos querido reconocer. Decíamos al mundo que era una violencia interna degradada”. Todos los presidentes han trabajado por reducir militarmente a los grupos ilegales. Hace 49 años las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) se inició con 48 guerrilleros hasta formar a miles de hombres y mujeres. El Estado, incluyendo las fuerzas militares, poderes económicos y políticos, ha sido muy permisivo con la existencia de grupos paramilitares que se fueron uniendo con narcotraficantes. “Una desgracia para la Democracia”, apostilló el vicepresidente de Colombia. Santos también tomó la dura decisión de reconocer que hay víctimas de la violencia a las que había que reconocer y reparar solidariamente. Con el victimario, elevado erróneamente a la figura de héroe, había que construir caminos de paz.
Garzón siguió explicando que el grupo más organizado, con mayor presencia y mayor capacidad de hacer daño es la guerrilla de las FARC y así Santos decidió llegar a acuerdos (entre diferentes) y cambiar el esquema de diálogo interno por la voluntad de acompañar el proceso de parte de países en el exterior: “Ni el gobierno ni la guerrilla han sido forzados a estar en Noruega o La Habana, pero es un diálogo entre diferentes, entre enemigos”. Es, por tanto, una pelea militar con la idea de eliminar al contrario físicamente, siendo básica la política en esta coyuntura.
El reordenamiento del estado que la guerrilla ha planteado recientemente en la mesa de negociaciones ha generado polémica. Según informan a esta corresponsal fuentes relacionadas con el Comité Directivo de Marcha Patriótica en La Habana, a través de un pliego de peticiones que recoge 10 puntos, se reclama al Estado el cumplimiento del acuerdo de reconocer la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo; la suspensión de la erradicación forzosa de los cultivos de coca a cambio de un programa de sustitución gradual por otros de uso ilícito; subsidio durante dos años a las familias afectadas por la erradicación y fumigación de los cultivos de coca; la suspensión de los planes minero energéticos que se quiere adelantar en la región; suspender la política del plan de consolidación en la ZRC del Catatumbo “que solo trae represión y desplazamiento para los campesinos”; la conformación de una comisión de verificación que aborde las violaciones a los derechos humanos y los supuestos ataques con armas de fuego y abusos policiales contra los manifestantes; el respeto y garantías a la vida, la dignidad e integridad de los manifestantes; hospital, universidad, suministro de gas, agua potable, electricidad y vías para Tibú y los municipios aledaños, etc.
Angelino Garzón anunció la posibilidad de que el diálogo se rompa, si bien Santos tiene la voluntad política de firmar este año los acuerdos de paz, pero se necesitan dos partes y que la guerrilla plantee temas sobre los que llegar a un punto intermedio, pero “no imposibles”. Lo fundamental de la discusión es explicar a la sociedad civil colombiana y a la comunidad internacional cómo se van a cumplir. “Aquí no se trata de llorar con el paciente”. “Yo les digo a la guerrilla: tomen la decisión más revolucionaria que ponga fin al reclutamiento forzoso de niños, al secuestro y a la práctica de minas anti persona”. El vicepresidente colombiano concluyó diciendo que la paz no produce votos en Colombia pero que la guerra, sí; el próximo 8 de agosto del 2014 se celebrarán las elecciones presidenciales y seguirá existiendo la guerrilla de las FARC.
Por su parte, el expresidente Ernesto Samper, anunció con optimismo en su intervención, que la paz en Colombia marcha bien y que, a pesar de vivir casi 50 años de oscuridad, hay un rayo de luz abierto a la esperanza y al optimismo, dado que el pueblo de su nación tiene derecho a ello. “Hace diez años no podíamos decir que Colombia estuviera ganando la guerra. Ahora las cosas están más a favor del Estado que de los grupos armados”.