César Vallejo, su poesía es arma para almas

El 15 de abril cumplía un año más de la desaparición física de César Vallejo

Todo el dolor del mundo cabe en un verso, ¿verdad, César Vallejo? Aunque para construirlo haya que guardar un minuto, un año, un misterio de silencio. Dolor que duele en la indiferencia del mundo, en la aceptación desapegada de lo injusto.

Xulio Formoso: Cesar Vallejo

Duele en la ausencia del ser querido que nos creció con vocación de muerto. Duele y es lágrima diaria camuflada en la intimidad, la que escondemos y tragamos para no hacer de nuestra vida un puro llanto. Lloramos y avanzamos con pasos inseguros pero con voz sabia imposible de represar, reprimir.

No hay mal que dure tras un buen escrito, ni gente que se le resista. Por eso es necesario para todas y todos recibir terapia del lenguaje: un texto que se nos revele o se nos repase, que nos anime e inspire, que sea soporte del alma maltrecha o el cuerpo enfermo, una palabra intensiva para seguir luchando. Con fuerza en la lucha y ternura en la voz.

En el año 2008, la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, organización social de defensa y promoción de los derechos humanos en Venezuela, continuando su labor terapéutica y formativa de víctimas y familiares de víctimas de abuso policial o militar, se valió de los versos de distintos poetas latinoamericanos para aproximarse a uno de los vértices de la justicia: la rehabilitación integral.

Dicha experiencia

Juan Antonio Calzadilla Arreaza, historiador y escritor de suma y profunda sensibilidad, propuso la escritura en forma epistolar como bálsamo sanador de heridas y estimulante de acciones efectivas de denuncias.

“La carta es en principio un método de comunicación. Una persona escribe a otra (u otras) para comunicarle algo directamente. La carta, como la conversación, es un método de comunicación directa. Pero es una conversación suspendida en la que no se cuenta en lo inmediato con la respuesta del otro. Es un otro lejano asumido a nuestro lado, escuchando, mediado por su necesario silencio. Pero, como la conversación, la carta no es sólo comunicación (comunican los medios). La carta instaura una situación de intimidad, de cercanía familiar radical, acentuada por la ausencia. La carta quisiera llevarnos y traernos al lejano. La carta que aquí nos interesa, la carta como intimidad de la lejanía, apela a los afectos, plasma los propios y busca conmover los del ausente. Para ello es más que comunicación. Es un instrumento expresivo. Expresar es conmover al otro con nuestro propio movimiento interior”. Semanalmente, se reunió un grupo de personas víctimas de detenciones arbitrarias, torturas, familiares de personas ejecutadas por funcionarios policiales para escribir cartas interlocutivas. Cartas hipotéticas a escritores que ofrecieron sus textos a la humanidad. Este tipo de cartas “Habla a un cercano invisible. Habla al ausente más cercano. Presupone una cercanía conversacional. El remitente habla entonces al alma humana, se dirige al sujeto y expresa el sujeto que somos todos de una u otra manera. El destinatario se convierte en un interlocutor universal”, profundiza Arreaza.

César Vallejo, eterno acompañante del duelo

Para esta experiencia, se escogieron varios textos de algún poeta o poetisa. Versos poéticos, provocadores, generadores que semanalmente servían de acicate para la expresión dolorosa, rabiosa, indignada de quienes estaban en proceso de seguimiento de la denuncia ante la Fiscalía o Tribunales de casos de violaciones a sus derechos.

Uno de los autores fue César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 – París, Francia, 15 de abril de 1938).

Los heraldos negros, En suma no poseo, y Masa, fueron el preámbulo para el ejercicio definitivo y definitorio de las y los participantes con el poema «Un hombre pasa con un pan al hombro».

Luego de escuchar el poema que se inicia con los fustigantes versos Un hombre pasa con un pan al hombro/¿Voy a escribir, después, sobre mi doble? Las epístolas hipotéticamente dirigidas a Vallejo respondían a la motivación “¿Qué llevas en el hombro, Vallejo?” A continuación tres de aquellas cartas.

Raquel Aristimuño:

“Querido Vallejo de versos y poemas en tus hombros llevas el abrazo de los desaparecidos, de los náufragos, de los pueblos solidarios, de las víctimas y sobrevivientes de las guerras. Amigo llevas en tu espalda, mi alma, mis querencias y reveses, mis sueños y anhelos. Llevas la pasión, la luna, el sueño de su pueblo pobre. Llevas con tus hombros; la versión de combatir con tu poesía, la exclusión, la miseria y la discriminación humana. Llevas en tu hombro; todas las manos, esa palmada reconociendo tu poesía abrazando tu obra interna infinita querida. Tú querido amigo llevas en tus hombros mi llanto, los llantos, todos los llantos juntos de las madres en dolor, sus quejas, sus reclamos por la justicia, por la verdad”.

Cila Romero:

“¿César Vallejo que llevas en el hombro? Un saco de piedras, tu hiedes a pescado después de haber vendido pescado en el muelle, tu sudor apesta. Roncas como un perro tísico. César tú ahora eres un despojo de la naturaleza, nadie se conduele de tus desgracias, duermes en las calles donde te agarre la noche, tienes que cargar cuantas cargas te den para poder sobrevivir, nunca te imaginaste que esto te pasaría a ti, te sientes defraudado. Bueno yo te recomiendo que cambies tu manera de vivir, a veces tú vives para los demás a lo mejor llevas las dificultades de algunos gobernantes”.

Bryan Barrios:

“César Vallejo, ¿qué llevas en el hombro? Llevas los sueños y desvelos de mi tierra. Llevas las lágrimas de indignación de mis hermanos y hermanas. Llevas los triunfos y batallas perdidas a lo largo de los años. Llevas un ataúd sepultado por kilos de tierra, que hablan del intento del olvido. Llevas las alegrías del reencuentro de los amigos que aún no lo son, pero que deseas por ellos entregar tu vida. ¿Que llevas en el hombro? Me llevas a mí con mis intentos y mis reservas. Tú y yo uno solo. Tú el antes, yo el ahora, tú el inmortal, yo el no sé. César ¿quieres que te ayude, quieres que yo sea tu Cireneo, y colabore con aligerar aquello que llevas en tu hombro? Yo sé que llevas en el hombro, llevas el sueño realizándose del proyecto de la patria grande que pare sueños y preña almas. ¿Y yo que llevo en mi hombro?”

Ileana Ruiz
Ileana Ruiz (Venezuela). Activista de derechos humanos, investigadora social y periodista. Asesora en resolución de conflictos, educación popular, participación ciudadana y derechos humanos y profesora de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad. Articulista en el semanario venezolano “Todosadentro” del Ministerio de la Cultura desde 2006. Premio Nacional de Periodismo de Opinión, 2013. Entre sus publicaciones: De la indignación a la implicación (2006); Pueblo de agua: Cuentos para la educación en derechos humanos sobre la identidad del pueblo warao (2009); Servicio de policía bajo la mirada ciudadana (2010); La clave del acuerdo. Practiguía para la resolución pacífica de conflictos (2011); Pasos dados poco a poco. Memoria y cuentos del proceso de constitución de los Comités Ciudadanos de Control Policial (2012).

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