Médicos sin Fronteras (MSF) informa de que ha enviado un equipo de emergencia a la República Democrática del Congo al confirmarse por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) un caso de Ébola en la zona de Likati, en el norte del país, que se une a otros nueve casos, tres de los cuales ya han fallecido, que se están siendo investigados.
El equipo de MSF se unirá a otros diez trabajadores del Ministerio de Salud del país y estará compuesto por catorce personas, entre ellos médicos, enfermeros, logistas, expertos en agua y saneamiento, promotores de salud y un epidemiólogo.
Este equipo de emergencia evaluará la situación y estará preparado para construir un centro de tratamiento de Ébola, y contribuir en la atención de estos pacientes o de aquellos con sospechas de haber contraído el virus. Si se requiere, también podrá asistir a los puestos de salud local con la detección de casos y con la referencia de pacientes afectados por el virus, implementar un sistema de vigilancia móvil y asegurar la implementación de los procesos requeridos para evitar la expansión del virus en toda la zona.
Además, se enviarán quince toneladas de materiales médicos y logísticos para permitir al equipo comenzar inmediatamente.
Datos sobre el ébola
El Ébola es una enfermedad potencialmente letal provocada por el virus del mismo nombre, y es una de las más mortíferas que se conocen para el ser humano. Hasta 2014, los brotes solían ser limitados –tanto geográficamente, afectando sobre todo a áreas remotas del ecuador africano, como en el número de afectados–, pero varios países de África occidental han sufrido epidemias sin precedentes que llegaron a las principales ciudades, cruzando fronteras, con un saldó con casi 30 000 infectados y más de 11 000 muertos.
Fue identificado por primera vez en 1976, a raíz de brotes simultáneos en los pueblos de Nzara (Sudán) y Yambuku (Zaire, actual República Democrática del Congo); de hecho, el virus toma su nombre de un río cercano a Yambuku. Desde entonces se han registrado 26 brotes epidémicos, mayoritariamente en el continente africano, con una mortalidad superior al 90 % en sus cepas más letales. Estas son cinco, según su lugar de origen: Zaire (epidemia de 2014), Sudán, Bundibugyo, Reston y Taï Forest.
Su origen es desconocido pero se considera que el reservorio más probable son los murciélagos de la fruta. Lo que sí se ha determinado es que su transmisión se había producido tras la manipulación de cadáveres o ejemplares enfermos de chimpancés, gorilas, murciélagos, monos, antílopes o puercoespines infectados.
El Ébola no se transmite por el aire: el contagio entre seres humanos se produce por contacto con fluidos corporales, como la sangre, el sudor o el semen. Infecta a aquellos que tratan directamente con los enfermos: a quienes les cuidan, alimentan e hidratan. Por eso, no solo las familias son vulnerables: el personal sanitario está muy expuesto, ya que puede no saber que el paciente está infectado o puede desconocer las medidas de protección.
Se calcula que cada enfermo transmite la enfermedad a otras dos personas. La manipulación de los cadáveres es un momento de alto riesgo para la propagación. Este asunto, en culturas cuyos ritos funerarios se basan en el amortajamiento de los muertos personalmente por sus seres queridos, es uno de los desafíos para las actividades de sensibilización en las comunidades.
Diagnostico
El diagnóstico es complicado si el individuo ha sido infectado pocos días antes, ya que los primeros síntomas (irritación ocular, dolor muscular o fiebre) son frecuentes en otras enfermedades comunes, como la malaria. Sin embargo, si una persona presenta síntomas y hay razones para creer que podría estar infectada con Ébola, debe ser aislada inmediatamente y su caso notificado a las autoridades sanitarias. El diagnóstico se confirma mediante una prueba PCR-RT (reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa), que detecta el virus y los antígenos en una muestra de fluido.
No existe un tratamiento específico contra el virus y hasta hace poco tampoco había vacuna. El tratamiento estándar se centra en tratar los síntomas para aliviar el sufrimiento de los pacientes e intentar reducir la mortalidad: rehidratación oral o intravenosa, y administración de antipiréticos y analgésicos (para la fiebre y el dolor, sobre todo abdominal y de articulaciones, que puede ser muy fuerte), antieméticos (contra la náusea) y tranquilizantes. Estos cuidados intentan mantener hidratado al paciente, asegurando su nivel de oxígeno y su presión arterial, al tiempo que se le proporcionan suplementos nutricionales y vitamínicos, así como antibióticos de amplio espectro si desarrolla infecciones. Este tratamiento proporciona más tiempo al sistema inmune para que luche contra el virus de forma efectiva. Cuando el paciente se recupera, es inmune a la cepa del virus que había contraído.
Prevención
Prevenir la transmisión es crucial para frenar un brote. Por eso, los pacientes son atendidos en centros de tratamiento donde se les aísla con estrictas medidas de control de infecciones y donde el personal sanitario trabaja debidamente equipado con trajes de protección biológica. Resulta prioritario también identificar a las personas con las que el enfermo haya estado en contacto (es la llamada búsqueda de contactos), así como proceder al enterramiento seguro de los fallecidos. Por todo ello, son esenciales las actividades de promoción de la salud, con el fin de informar a la población sobre la amenaza que constituye el virus, sobre las medidas de protección necesarias y sobre qué hacer en caso de desarrollar los síntomas.
En julio de 2015, una vacuna demostraba ser segura y efectiva al 100 %. Se llama VSV-ZEBOV y se probó en 4000 personas no infectadas pero que estaban en contacto directo con el virus.
MSF señala que el hecho de que se haya desarrollado en un tiempo récord de tan solo 12 meses demuestra que, cuando se ponen los medios (financieros, políticos y científicos), los avances pueden producirse muy rápidamente. El equipo de desarrollo incluyó a médicos y epidemiólogos de Médicos Sin Fronteras.